Un blog desde la diáspora y para la diáspora

martes, 7 de febrero de 2006

Las Adversidades de Nuestra Lengua

El escrito que están a punto de leer ha sido publicado en Osoa:

POR QUE SE VA PERDIENDO EL EUSKARA

Bilbo


"El vascuence se extingue sin que haya fuerza humana que puede impedir su extinción; muere por ley de vida". Era Miguel de Unamuno y Jugo el que se expresaba así, incluso de forma más tajante:

«Eres un pueblo que te vas; (...) estorbas a la vida de la universal sociedad, debes irte, debes morir, transmitiendo la vida al pueblo que te sujeta y te invade. (...) esa lengua que hablas, pueblo vasco, ese euzkera desaparece contigo; no importa porque como tú debe desaparecer; apresúrate a darle muerte y enterrarle con honra, y habla en español».


La desaparición de un idioma, o bien se produce de forma radical con la desaparición del grupo étnico que lo habla y que es exterminado (como el árabe en la Península Ibérica o los idiomas de los indios americanos), o bien se produce de forma paulatina.

El pueblo poseedor del idioma que se pierde es un sujeto político o agente histórico debilitado por otro externo que es el que lo domina militarmente y le impone su idioma, el idioma del poder. Este es nuestro caso tras ser ocupado militarmente nuestro Estado, Nabarra. Un pueblo nunca ha abandonado en la historia de la humanidad su idioma sin que medie la violencia física.

En el territorio histórico de los vascos, Baskonia, se han producido una serie de invasiones, que como todas, fueron militares: Celtas, íberos, romanos, vikingos, musulmanes, godos, francos y otras tribus germánicas, castellanos, aragoneses y después, ingleses, franceses y españoles, son invasores que han mermado poco a poco la fuerza que los vascos podíamos desplegar para defendernos a nosotros mismos y a nuestro idioma.

La secuencia en los últimos siglos es la que sigue:

Los burgos de las ciudades repobladas a lo largo del Camino de Santiago desde el siglo XI pero sobre todo desde el siglo XII, tanto en el interior como por la costa, estaban compuestos por gascones que hablaban su idioma romance y que suponían el 22,6% de la población total del reino nabarro en el siglo XIV. Con ello se buscaba reforzar la economía, se les permitía a los gascones ejercer oficios prohibidos para los nabarros dentro de las villas de control realengo (que debilitaba el poder de los "jautxos" o señores feudales), y permitía aumentar la población del reino navarro de cara a su mejor defensa frente a los ataques a los que estaba sometido.

Después, los descendientes de estos gascones (o bascones, vascos romanizados), comenzaron a hablar preferentemente en romance navarro siendo bilingües en muchos casos (gascón/romance navarro-euskara), y, finalmente, monolingües castellanos tras la ocupación militar del reino, para diferenciarse de los "nabarros", que es como se llamaba a los vascos parlantes del reino hasta el siglo XII, para designar después a todos sus habitantes.

Desde el Imperio Romano se produjo una fuerte implantación como lengua escrita, tanto en la administración como en la religión, del latín en todo acto oficial. Tras la caída del Imperio Romano se impuso en toda Europa su transmisión como lengua de una elite frente al iletrado pueblo que no la entendía.

Pero en la Edad Media los romances, como el romance navarro o el gascón-bearnés, van sustituyendo al latín en la administración, incluso dentro de nuestro reino, frente al idioma del pueblo. El euskara tuvo dificultades con la grafía al ser una lengua no latina pero no es una cuestión de relevancia, pues como veremos, desde el siglo XVI es una lengua literaria.

Tras la brutal conquista, la oficialidad del castellano en la administración y la entrada de la enseñanza obligatoria sólo en castellano en detrimento del euskara, situó a éste en la más absoluta marginalidad, logrando que sus propios hablantes se sintieran inferiores frente a los "letrados" castellanos y su gran Imperio mundial, rechazando en muchos casos su idioma materno, es lo que se denomina "primitivización" de un idioma, que se da siempre a lo largo del ancho mundo, cuando los poseedores de un idioma son conquistados por gentes con otro idioma.

Cuando los idiomas no romances tomaron importancia en la literatura y en cualquier escrito en general como idiomas hablados por el pueblo, "el volks", sobre todo a partir en el siglo XIX con el romanticismo, los vascos teníamos nuestro Estado ocupado militarmente.

Se produjo un fuerte retroceso del euskara tras la desaparición definitiva del Reino de Navarra como reino libre en los siglos XVI y XVII, ya que se habían mantenido las fronteras del euskara estables desde época musulmana, con la recuperación o reforzamiento del idioma en varias zonas al sur del mismo. Lo mismo ocurrió en los territorios navarros anteriormente conquistados por Castilla, la Navarra marítima u occidental.

El hecho de desaparecer como idioma natural de Estado es lo que supuso un rápido retroceso del euskara, aunque de forma desigual en los diferentes valles y comarcas. Todos los Estados que perdieron su independencia en manos de los Imperialistas durante esos siglos, tienen una situación igual o peor que la nuestra.

Como dejó escrito el historiador navarro José María Lacarra: "El vascuence fue hablado por todo un pueblo que se constituyó en entidad política independiente, el reino de Navarra". Aunque se ha perdido el uso, históricamente, hablar en nabarro sería hablar en euskara.

En el memorial sobre el euskara redactado por Iturriaga por encargo de la Junta de Gipuzkoa en 1830 se dice claramente que: "Si los países o provincias, en las que las lenguas son diferentes, pasan a ser partes integrantes de un Estado o nación, la lengua que adopta el Gobierno, será la dominante porque todos los intereses y ventajas se reunirán para cultivarla y generalizarla" . Hoy los idiomas de los parlamentos delegados de la CAV, CFN o el de Pau, son los idiomas de los conquistadores, la presencia del euskara es casi anecdótica y seguida por la mayoría de los presentes con auriculares, es decir, traducida a los idiomas de los imperialistas.

Los juicios de "brujería" de los siglos que anteceden y siguen a la conquista de Navarra oriental y que también se dan en Lapurdi con el presbítero Lancre, tienen un componente innegable de represión política, que ayudó a dar la imagen del vasco enemigo de la Iglesia católica, gente primitiva a perseguir y eliminar (y por tanto también el euskara pues casi toda la población era vascoparlante y la mayoría además monolingüe). Antes, en siglo XII, la Iglesia ya intentó dar esta imagen de los navarros con el "Codex Calistinus" de Aymeric Picaud.

El mejor filólogo vasco de todos los tiempos, Koldo Mitxelena en su libro "La lengua vasca" hace una clara referencia al sambenito que a los vascos nos han querido colgar y a lo absurdo del mismo: "No hay lenguas primitivas en el mundo, sino a lo sumo lenguas de pueblos primitivos. Es cierto que, en un momento histórico dado y por circunstancias extralingüísticas, unos idiomas están mejor preparados que otros para las necesidades de un tipo determinado de civilización. Pero tales deficiencias momentáneas, que radican por lo general en el léxico, parte nada central de la lengua, pueden ser rápidamente subsanadas, por neologismo o por préstamo, si la comunidad que la usa se siente movida a ello. Un mito muy difundido es el que existen lenguas más "difíciles" – y la nuestra sería una de ellas- que otras, mito tan deleznable como el de las lenguas más "filosóficas" o más "progresivas" que las demás. Porque aquí todo depende del punto de partida: ¿para quién es más difícil una lengua que otra?"

Se trata de una "profecía autocumplida" , al querer que desaparezca como lengua, no se ponen medios para que se escriba y se eduque en ella frente al castellano (o francés), lo que lleva al euskara a su ruralización, alejándole de medios intelectuales; después se le acusa de lengua sin literatura o imposible de ser lengua culta, lo que se ha demostrado como falso. El problema del euskara era que sus hablantes estaban siendo objeto de sometimiento político y ocupación militar justo en el momento de la creación de la imprenta, cuando el latín cae en desuso, primero en la administración frente a los romances y en la religión tras la reforma luterana y la inmediata Contrarreforma católica.

Las políticas llevadas a cabo por los imperios ocupantes contra el euskara.

Políticas llevadas a cabo por España contra el euskara:

Se entiende muy bien las políticas castellana-española respecto a los idiomas de su Imperio en el siguiente texto de 1492, por mandato de Isabel la Católica a Antonio de Nebrija. Se trataba de unificar el castellano, en el prólogo del libro aparece este texto revelador que dice: "...el reverendo padre Obispo de Ávila me arrebató la respuesta; y, respondiendo por mí, dixo que su iugo muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas, y con el vencimiento aquellos tenían necessidad de recibir las leies quel vencedor pone al vencido, y con ellas nuestra lengua". Fue la política castellana en América como en el reino de Navarra según fue conquistando y subyugando. En ese documento se dice también: " ...I cierto así es que no solamente los enemigos de nuestra fe, que tienen la necesidad de saber el lenguaje castellano, más los vizcaínos (se refiere a todos los navarros marítimos), navarros (Alta Navarra), franceses, italianos y todos los otros que tienen algún trato y conversación en España y necessidad de nuestra lengua...".

La imprenta llega al País Vasco en 1489, pero hasta 1495 no se imprime el primer libro en Iruña. Hasta entonces casi todos los libros se publicaban en latín, después, gracias a la imprenta y el abaratamiento de costes que supuso (aunque seguían siendo muy caros), se pudo sacar la literatura de debajo de las sotanas. La imprenta, la apertura de ideas del renacimiento y la aparición del protestantismo, hicieron que se empezaran a escribir algunos libros en los idiomas romances por su parecido con el latín, para así poder llevar el conocimiento al pueblo, luego les tocó a los idiomas con Estado propio y después al resto de culturas minorizadas, como era el euskara en la parte ocupada de su territorio.

Por tanto, no es baladí observar que los primeros libros escritos en euskara sean dentro del reino de Navarra que sigue libre en Baja Navarra y el Beárn-Foix, es decir, en el Estado Vasco que amparó el nacimiento de la literatura vasca.

Un bajo navarro libre, el cura Bernard Etxepare escribe "Linguae vasconum primitiae", primer libro escrito en euskara, que ve la luz en 1545 y que contó con la ayuda del rey de Navarra Enrique II, el sangüesino. No hay incunables en euskara y este es el único "posincunable" conocido (libros escritos entre 1500 y 1550).

En 1571, el también cura, el labortano de Beraskoitz Joanes Leizarraga, por mandato de la reina navarra Juana III de Albert y el sínodo de Pau (capital de Beárn y último emplazamiento del parlamento navarro libre, donde aún se conserva el edificio junto al suntuoso castillo), traduce el Nuevo Testamento al euskara tomando para su traducción la versión griega de Erasmo de Rotterdam y publicándolo en la Rochelle; tampoco es baladí constatar que reina y cura son protestantes (calvinistas hugonotes).

Aunque reducido al campo religioso, la escuela de Sara (Lapurdi, Reino de Navarra-Beárn- Foix) supuso un movimiento literario importante dentro del siglo XVII. Los curas de Sara, Donibane Lohitzune (San Juan de Luz) y Ziburu se juntaban en un convento franciscano para criticarse mutuamente los trabajos que escribían antes de publicarlos, formando un círculo de autores que trabajó en estrecha colaboración. En torno a ella se agruparon nombres como Harizmendi, Povreau, etc., Joannes Haramboure (Haramburu), Joannes Haraneder, Joannes Etxeberri de Ziburu, Esteban Marterre, P. Argaignaratz, Silvain Pouvreau, Hirigoiti, Klaberia, Guillentena Heguy y Votoire, todos dentro del reino navarro, en el momento que está luchando por su independencia frente a Francia.

La pérdida definitiva del reino de Navarra provocará un parón de siglos en la publicación de libros en euskara, al no controlar los vascos "los medios de comunicación" , que no son el cuarto poder sino siempre, en los Estados totalitarios, han sido una herramienta en manos del que ejerce el poder, en nuestro caso del Imperio franco-español.

El nacimiento de la literatura vasca en los siglos XVI y XVII no tuvo continuidad debido al número pequeño de lectores y a la falta de concienciación de las clases altas vascas en la parte peninsular, las únicas que podían, junto con la Iglesia, dedicarse a este menester y costear los altos precios de publicar una obra en esos primeros siglos de la imprenta. Son numerosos los casos en que las Junta Generales deniegan subvenciones a publicaciones en euskara.

Desde 1767 los borbones prohibieron la publicación de cualquier tipo de libro en euskara (o en cualquier idioma que no fuera el castellano), la Revolución Francesa hizo otro tanto como veremos.

El colaboracionismo de las clases altas vascas, aunque habitual en cualquier conquista del mundo, es también un factor determinante en el intento de primitivización del idioma. Tras la conquista española, las familias vascas más pudientes, mandan a sus hijos a estudiar a las Universidades españolas y francesas pues los vascos carecíamos de un Estado o poder propio para crearlos acorde a nuestras necesidades. Así, el castellano y el francés, se convierten los idiomas de la clase dominante, mientras que el euskara lo era del pueblo ágrafo e inculto.

La lengua siempre se ha usado como instrumento de homogeneización y centralización, en ese sentido están redactadas las disposiciones de la Juntas de Gipuzkoa de 1529, las posteriores de Bizkaia desde 1613 o las Alaba desde 1682, donde desde la corona se exige a los procuradores a Juntas "que sepan lengua castellana y leer y escribir".

Sólo se buscaba marginar a parte de la población y apoyar a los miembros de las familias más pudientes cercanas a la Corte madrileña y a sus segundones que no podían heredar por la ley foral de primogenitura. El discurso de Zamakola de 1804, por ejemplo, es pronunciado en euskara "para inteligencia de los señores vocales que no entienden el idioma castellano".

La exigencia del castellano para acudir a Juntas de Bizkaia era una pretensión de la burguesía bizkaina sobre todo bilbaína (mucha de ella bilingüe en el siglo XVIII y principios del XIX, bien situada con sus segundones en Madrid) contra el resto del Señorío, donde casi nadie lo hablaba, y al que se veía enfrentado por su monopolio como puerto de mercancías.

Hay que destacar en la desaparición del euskara los factores jurídico-legales que prohiben y restringen su uso, así como los que silencian toda referencia al euskara o ignoran su existencia como los que recoge Urrutia en "El Libro Blanco del Euskara". Sirva como texto significativo las instrucciones que el Fiscal del Consejo de Casilla dictaba en 1716 para la introducción del castellano: "utilizar instrucciones y providencias muy templadas y disimuladas, de manera que se consiga el efecto sin que se note cuidado (...). Porque en Navarra se habla basquence en la mayor parte y van a gobernar Ministros Castellanos" .

Tras el Tratado de Utrech en 1713 la nueva dinastía francesa de los borbones intenta crear una España centralizada y uniforme al estilo francés a través del Decreto de Nueva Planta y la fórmula política del Despotismo Ilustrado, que igualaba a Castilla a los reinos que conformaron la corona de Aragón, imponiendo el uso de la lengua castellana en las escuelas, administración y predicación religiosa en Catalunya y Aragón, que se habían opuesto a la llegada al poder del primer Borbón, el francés Felipe V.

El centralismo borbónico fue decisivo también en el retroceso del euskara. El francés Felipe V creó la Biblioteca Nacional Española (1712), la Real Academia Española (RAE, 1713), necesaria para lograr un castellano unificado, normas reguladoras de Ortografía (1741), la gramática (1771) y el léxico (Diccionario) . El euskara deberá esperar al siglo XX, a pesar del intento de Leizarraga, Axular y demás, para poder hacer lo mismo que no tuvo continuidad al no tener un Estado que lo respaldara económica y políticamente.

En el Diccionario de autoridades de comienzos del siglo XVIII del rey español Felipe V, se define el "vascuence" como "lo que está tan confuso y oscuro que no puede entenderse".

Son importantes las leyes y políticas tomadas contra el euskara desde el inicio, pero la Real Célula del 23 de junio de 1768 y la de 10 de marzo de 1770 promulgadas por el Borbón Carlos III de España se llevan la palma: toda la enseñanza escolar se hará "únicamente en lengua castellana" en todos los territorios del Imperio español de la península y Ultramar; todos los idiomas que no fueran el castellano fueron perseguidos en el Imperio.

Las escuelas nacieron en el siglo XVI y XVII de forma residual, pero se impulsaron a partir precisamente del siglo XVIII, para difundir el idioma del Imperio. La legislación escolar no estaba recogida en los Fueros pues apenas existían escuelas al escribirse éstos, resquicio que sirvió a España para introducir el castellano y arrinconar como idioma de iletrados al euskara.

En tierras vascas se enseñaba desde la creación de las escuelas únicamente castellano, pero, al salir del colegio, los escolares volvían a su idioma natural, el euskara. Pueblos totalmente vascoparlantes como Hondarribia tenían en el siglo XVII profesores foráneos, incluso militares.

Hasta la caída de los Fueros el profesor les podía hablar en euskara para tomarles la lección en algunas zonas (como excepción), pues existen testimonios de euskaltzales (vascófilos) en tal sentido.

Tras la supresión de los Fueros no, el euskara es perseguido, tratado de enemigo de la unidad de España y los escolares que lo hablan castigados.

Sirva como ejemplo el caso de un pueblo tan euskaldun como Beasain y más en 1730, año del texto siguiente: "que no se les permita hablar en vascuence sino en castellano, poniendo anillo y castigándoles como se merecen". Es un acuerdo entre el municipio y el maestro, a los vascos nos habían convencidos para entonces que nuestro idioma no servía como medio de transmisión de conocimientos. El que quiera leer cientos de ejemplos los tiene en "El Libro negro del euskara" de Juan Mari Torrealdai.

En 1830 las Juntas Generales de Gipuzkoa constata una preocupación por la revitalización de la lengua, en el memorial sobre el euskara encargado a Iturriaga asevera que "las pérdidas territoriales que ha experimentado" son fruto "de las escuelas de primeras letras".

Los Fueros son el Derecho Pirenaico, creado en su esencia dentro del Estado navarro y que España no conseguirá suprimir hasta las carlistadas y Francia hasta la Revolución Francesa gracias a la resistencia de pueblo vasco. En ambos casos los imperialistas tuvieron que recurrir a cruentas guerras y posteriores brutales represiones.

A esta represión escolar se unió la Iglesia Católica, salvo cuando tuvo que combatir el protestantismo, entonces sí predicó en euskara. La Iglesia católica contribuyó de forma clara y definitiva a la ocupación militar del reino de Navarra, por tanto y desde el principio, siempre se posicionó a favor del idioma del ocupante (del que tenía el poder) y contra del idioma natural del reino.

La Iglesia Católica zonificó Alta Navarra o Alaba según el porcentaje de castellano hablantes (daba igual que fueran bilingües), barriendo para los romanzados, despreciando el euskara y predicando en castellano (como en la actualidad sigue haciendo España en Alta Navarra, siguiendo con el exterminio lingüístico), tratando al idioma ancestral de los vascos como un idioma de incultos, primitivo, de ignorantes y retrasado.

La influencia de la Iglesia católica en aquella sociedad es mayor de lo que la gente puede percibir hoy en día. Koldo Zuazo en su libro "euskalkiak, herriaren lekukoak", relata como el valle del alto Deba (de Arrasate a Gatzaga), el obispado de Vitoria del que dependía toda Gipuzkoa incluido este valle anteriormente bizkaino, mandaba en el siglo XIX curas nativos, pero sin respetar el euskara bizkaino que se habla en la zona. La consecuencia fue que los naturales de ese valle se acostumbraron al euskara gipuzkoano y se convirtió en el euskara de relación entre las clases altas y el euskara de escritura y lectura habituales, considerando a aquellos que sólo hablaban bizkaino como gente iletrada.

También fueron nefastas para el euskara todas las guerras de los siglos XVIII y XIX (la Revolución Francesa, Guerra de la Confederación, Napoleónicas, Carlistadas. ..) que supusieron un gran trajín de tropas extranjeras en suelo vasco, guerras provocadas y causadas por los ocupantes y sus ejércitos, de las que salimos mal parados los vascos y que buscaban la uniformización, en todos los ámbitos, del Imperio español y francés. Guerras que fueron el arranque para la creación de la nación española y francesa, así como para la imposición definitiva del idioma castellano y francés, continuando la labor inacabada que comenzó con la conquista en nombre de la "libertad, fraternidad e igualdad", francesa eso sí, y de la "unidad de destino universal", española claro está; proceso que no ha terminado pues seguimos vivos al igual que euskara, pero sí se ha conseguido la imposición del castellano y francés en todo su Imperio, para lo que hizo falta más guerras y dictaduras, quedando sin completar la eliminación de todos los demás idiomas, otro de los objetivos de partida y que continúa en vigor.

La derrota en las carlistadas, creó en muchos valles vascos un sentimiento de pérdida total, no sólo de la guerra sino de todos los símbolos de nuestra cultura y en una especie de suicidio colectivo de nuestra idiosincrasia por la que se creían luchar, se aceptó la victoria española y la imposición de sus señas de identidad renunciando a las propias, tal y como refleja Arturo Kanpion en una de sus novelas, "El tamborilero de Erraondo".

El periódico madrileño "el Imparcial" lo decía claramente en aquellos días: "Quitarles los Fueros no es suficiente, tenemos que quitarles ahora la lengua".

Desde mediados del siglo XIX con capital inglés principalmente, y mano de obra vasca, se dio una fuerte industrialización de las poblaciones vascas de la margen izquierda del Nervión y en Bilbao. Pero tras la pérdida de la apuesta Foral en las carlistadas a finales del siglo XIX por los vascos peninsulares, la situación es aprovechada por los vencedores que se hacen con el control de la industria y el control total del país.

España usó a las provincias navarras costeras y Catalunya para librarse de una masa de gente que no sabía dónde meter, gente que sobraba a los grandes latifundistas y desastrosas desamortizaciones, que no repartieron la propiedad de la tierra sino que la cambiaron de manos; así mataban dos pájaros de un tiro: el excedente de gente del campo español a las provincias traidoras, traía a éstas una población "no carlista" y de sentimiento español, pudiendo alimentar a toda la población sin provocar revueltas contra los terratenientes y manteniendo éstos sus propiedades. Desde entonces y por primera vez, los vascos no luchamos contra un enemigo exterior, éste participa muchas veces de nuestra cultura y vive en nuestro mismo territorio. Las traiciones siempre fueron de elites pero el pueblo siempre estuvo del mismo lado.

Esta situación supone por primera vez la llegada masiva de gentes españolas que desconocen el idioma nativo y tampoco hacen esfuerzo por aprenderlo, lo que lleva a un fuerte retroceso del euskara.

Incluso muchas veces no se daba contacto alguno con vasco-hablantes debido a las grandes masas de gentes que llegaban se adocenaban juntas y además no haber lugares donde aprender euskera. La industrialización supuso el desplazamiento del euskara de las grandes urbes vascas, totalmente desnaturalizadas de su ser vasco.

El último gran mazazo se lo dio el franquismo, que no se conformó con prohibir su enseñanza, sino que incluso prohibió hablarlo, acuñando frases como: "español, habla la lengua del Imperio". El nacionalismo español siempre ha concebido su España como monolingüe, lo mismo que el francés. Con el franquismo desaparecieron los euskaldunes monolingües.

Tras el modelo económico marcado por Gobierno español en el Plan de Estabilización de 1959 y el Plan de Desarrollo de 1960, al morir Franco, el 53% de la población de las tres provincias de la Navarra occidental no había nacido en las mismas, eran en su mayoría colonos españoles que no hacían nada por respetar la cultura del pueblo que los acogía, colonos que desconocían el idioma vasco, prohibida su enseñanza y el poder hablarlo incluso para los naturales; la llegada de inmigrantes españoles al País Vasco, lejos de ser fruto de una tendencia natural de la economía vasca históricamente más potente que la española, es fruto de una dictadura que buscaba la eliminación de un poder que le resulta difícil de controlar: el del pueblo vasco.

El paro en 1960 era prácticamente cero y del 3% en 1975, a pesar de la crisis mundial del petróleo de 1973. Convirtiendo a las provincias calificadas de "traidoras y separatistas" de Bizkaia y Gipuzkoa en las más ricas y, curiosamente también, las más densamente pobladas.

España tenía en el 2005 el máximo porcentaje de inmigrantes sobre población española de su historia: un 10%. Francia, con un porcentaje un poco superior (sobre un 15%), tiene en ese año 2005 fuertes conflictos sociales con quemas de coches, locales, destrozos públicos etc., motivados por los hijos de inmigrantes de sus colonias a los que la sociedad francesa discrimina por su procedencia. Nabarra, País Baskón, tiene 5 veces más inmigrantes que los Estados imperialistas que lo ocupan militarmente, muchos de ellos meros colonos sin intención de respetar (aprender) la cultura del país que los acoge, incluido el idioma.

Políticas llevadas a cabo por Francia contra el euskara:

La fuerte conflictividad bélica entre Francia-Inglaterra durante toda la Baja Edad Media hasta 1446-1453, guerra conocida como "la de los Cien" años y que terminó de configurar Francia entorno a su rey frente a los pequeños Estados feudales anteriores, hizo que el euskara se perdiera de tres cuartas partes de su territorio de habla natural de la Baskonia continental.

En Baja Navarra-Beárn-Foix, la parte del reino de Navarra que continuó libre hasta 1620 ya conquistada y ocupada militarmente, y tras la Revolución francesa, se aplica la propuesta del abate Henri Grégoire a la Convención (gobierno francés) de 1794 sobre la unidad lingüística de Francia bajo el título de "informe sobre la necesidad y los medios de aniquilar las lenguas rurales (les patois en francés) y de universalizar el empleo de la lengua francesa": el euskara (y todo lo que no sea francés) será perseguido, miles de libros quemados, así como manuscritos de obras aún no publicadas, la escolarización será sólo en lengua francesa y castigado el uso de las demás. Entre los libros quemados estaban los 90 libros escritos hasta ese momento en euskara en Iparralde, de muchos de los cuales no se guardan copias.

Según el propio Grégoire, 6 millones de franceses cometían el delito de no saber francés y se expresaba en 30 variedades lingüísticas.

En opinión de su coetáneo Barère, las lenguas que no eran el francés eran un obstáculo para la difusión de las ideas revolucionarias, en «Rapport du Comité de Salut Public sur les idiomes» escribe: "Le féderalisme et la superstition parlent bas-breton; l´émigration et la haine de la République parlent allemand; la contre-révolution parle l´italien, et le fanatisme parle basque. Cassons ces instruments de dommage et d´erreur".

Para imponer el francés, la mejor arma era la educación, y así, Barére propone nombrar un instructor de la lengua francesa para cada pueblo que enseñase las leyes, los decretos y los mandatos de la Convención. Además considera que era necesaria la creación de las sociedades patrióticas y el control absoluto de la prensa escrita en exclusiva en el idioma del Imperio.

En Iparralde la persecución sistemática del idioma lleva a deportaciones masivas tras la Revolución francesa de vascos a zonas pantanosas de las Landas por no saber francés y después por no querer luchar contra otros vascos en la Guerra de la Convención, sobre 4.000 vascos murieron en cada genocidio.

La desidia en su enseñanza mostrada desde siempre por la administración gala y una meditada ruralización de la zona, obligando a emigrar por razones económicas a los vascos a Francia o a sus colonias, hizo que la escasa población sí conservara el euskara en su entorno familiar, pero nada más (ni en la escuela, ni en la administración…), dejando al pueblo sin fuerza para poder defenderse.

El escritor vasco Etienne Salaberri (Baja Navarra 1903-1981), escolarizado y educado como francés, acude a la Segunda Guerra Mundial y es hecho prisionero por los alemanes y comenta: "Gerla aintzinean ez nekien euskalduna nintzala. Alemania zolan ohartu naiz odolez eta mintzairez euskaldun nintzala, Euskal Herriari zorretan nere izaitearen itxura bereziaz" (Antes de la guerra no sabía que era vasco. En tierra alemana me he dado cuenta de que de sangre e idioma era vasco, deudor al País Vasco de mi forma de ser diferente).

El gobierno de un Estado ocupado se exilia, pasa a la clandestinidad o desaparece: en esta última circunstancia la liberación del pueblo ocupado es más difícil. En un Estado sólo cabe un gobierno: el del ocupante, aunque éste use a títeres entre los ocupados en su propio interés para gobernar mientras concluye el exterminio del pueblo conquistado.

"Cuando los Estados que se conquistan, como hemos dicho, están acostumbrados a vivir en libertad y a tener sus propias leyes, hay tres formas de conservarlos: la primera es destruirlos, la segunda ir a vivir allí personalmente y la tercera dejar que sigan viviendo con sus leyes cobrándoles un tributo y creando en su interior gobiernos oligárquicos que los mantengan fieles a ti. Porque dichos gobiernos saben que, al haber sido creados por el príncipe, no pueden subsistir sin su poder y su amistad (…)" lo escribió Nicolás Maquiavelo en "El príncipe".

Dentro de un Estado sólo hay un gobierno y sus delegaciones, en España existirá un gobierno español y en Francia un gobierno francés, un gobierno vasco o es clandestino o está en el exilio o no es tal, sino un simple agente colaborador que los imperialistas han puesto ahí con ese falso nombre para calmar al pueblo ocupado militarmente (pensemos en el actual gobierno títere iraquí para entenderlo perfectamente, pero con el añadido de una ocupación que dura siglos).

Hay quien en el colmo del cinismo llama a este genocidio cultural e imposición armada "democracia" , en nombre de una supuesta igualdad entre "ciudadanos" que deciden por mayorías, cuando la solución de los conflictos por mayorías ha de partir de un acuerdo previo en tal sentido aceptada por todas las partes, si no, es mera imposición.

Confunden la uniformidad o desaparición de otros pueblos que no sea el suyo con democracia. La democracia sin derecho de autodeterminación no existe, es condición anterior y sine qua non. La eliminación de los diferentes pueblos sobre los que los gobernantes del Estado ejercen su poder y sus instituciones propias, cultura, lengua etc, (como los Fueros o el euskara), los llamados Estado-nación, sólo buscan una menor oposición a los objetivos del gobernante: incrementar su poder sin resistencia.

En el siglo XX el turismo y la llegada de jubilados franceses a las costas de Lapurdi, supusieron el último retroceso del euskara en Iparralde. En la zona Biarritz-Baiona- Angelu (Anglet en latín, "hondarreta" , arenal), donde se concentra la mayor parte de la población de Iparralde, el 64% de sus habitantes no ha nacido allí, proviene de otras partes del Imperio francés, sobre todo de la zona de París.

En Francia, en pleno siglo XXI, el linguicidio continúa, en el país de las "libertades" no cabe más que hablar el francés; es más, todas las demás pluralidades (étnicas, religiosas, sexuales etc.) sí se respetan y salvaguardan sus derechos, en el caso del idioma no (qué vamos a decir de que pueda existir una Francia plurinacional o de "nacionalidades" a la española).

Situación actual: siglo XXI

El siguiente paso fue la diglosia, es decir, la imposición de un idioma sobre otro que hace imposible en la práctica el bilingüismo; mientras que el castellano o el francés son de obligado cumplimiento (así lo dice la Constitución española de 1978 por ejemplo), el euskara es cooficial pero voluntario en las provincias vascas ocupadas por España y cooficial sólo en parte en el caso de la CFN (donde continúa el exterminio de cualquier vestigio del euskara en el sur) y ni tan siquiera eso en la parte ocupada por Francia.

Las cadenas gratuitas de televisión en castellano son 5 para toda España, incontables las locales, lo mismo que las radios, prensa, cine etc. de las cuales es imposible escapar, frente a las escasas en euskara, lo cual no se trata de modificar desde la administración ni se prevé hacerlo, provocando la marginalidad del euskara incluso en la CAV, qué decir en el resto de las administraciones españolas y francesas en las que se divide a los vascos para su mejor asimilación por el imperialismo.

Este panorama tan negro ha sido aliviado en parte por la creación de las ikastolas, Gau-eskolas (escuelas nocturnas para adultos), euskaltegis (centros de enseñanza del euskara), AEK y otros movimientos a favor del euskara, semiclandestinos primero y oficiales después (españoles por tanto), que han supuesto la recuperación del euskara en muchas partes donde corría riesgo de desaparecer y la introducción en zonas donde ya no existían euskaldunes.

Este esfuerzo, ímprobo, es combatido ("las ikastolas son nidos de futuros terroristas"), pasando por un intento de ser controlado al 100% (de cooperativas de padres a la red pública a cambio de dinero) o tolerado desde el poder central en España (jamás ha sido potenciado el uso del euskara desde Madrid) e ignorado desde Francia (las ayudas son mínimas o nulas, la oficialidad negada).

Sin embargo se echa de menos una reflexión por parte de la sociedad vasca, es increíble que aún hoy nos tengamos que reunir en diferentes provincias para recaudar fondos para sacar adelante las ikastolas cuando en cualquier sociedad normalizada es un trabajo siempre de la administració n, un detalle más donde se ve la ocupación de nuestro Estado, el cual garantizaría el derecho de los vascos a formarnos y a hablar en nuestro idioma, el vasco, euskara o nabarro, Estado sin el cual nuestro idioma no tiene futuro: no tiene sentido una reivindicació n a favor del euskara que no incluya la exigencia inmediata de la restitución del Estado vasco.

Gandiaga dejó escrito:

"Hemen
Euskaraz ez dakienak
Berak jakingo du
Zergatik ez dakien.

Baina hemen
Euskaraz ez dakienak
Ez digu uzten
Euskaraz egiten.

Baina eta hemen
Euskaraz jakin harren
Euskaraz mintzatzen
Ez denak ere
Ez digu uzten
Euskaraz egiten.

Erabiltzen ez bada
Hil egiten da euskara,
Ez da ezergatik, baina
Aipatzen dizut
Badaezpada."

Conclusiones sobre la desaparición del euskara y su futuro:

El euskara se hablaba en un extenso territorio que los diferentes invasores fueron mermando: el euskara y el bretón (celta) fueron los únicos sobrevivientes al Imperio Romano en la Europa Occidental. Para explicar este hecho sin igual en Europa, habría que inclinarse a pensar que los vascos formaban un pueblo fuerte, culturalmente muy acentuado y cohesionado, densamente poblado en su núcleo central, el Ager vasconum, con los Pirineos como defensa estratégica y muralla natural para los ataques por el Norte y Sur. Los Pirineos siempre fueron un punto de unión entre vascos y no la frontera militar para el mismo pueblo impuesta por nuestros conquistadores que es en la actualidad. Los romanos dominaron a los vascos, pero no lograron romanizar el Saltus Vasconum y tampoco a la gente de campo que vivía fuera de las ciudades en el Ager Vasconum.

Al contrario de lo que se pueda pensar desde una mentalidad actual, las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa no son las más pobladas hasta los siglos XIX-XX, ni la supervivencia del euskara se puede basar en ellas, sino más bien en las regiones de Alta Navarra, Alaba y las grandes comarcas de la Baskonia continental (el Ager), donde se concentraba la mayor parte de los vascos y todo su poder económico y, sobre todo, militar.

La latinización fue escasa fuera de las ciudades, lo que hizo que perviviera el idioma. Tras la caída del Imperio Romano, se dio una fuerte lucha contra los visigodos y sobre todo contra los francos: de esa lucha nació primero Baskonia y su hija Navarra.

El euskara sobrevivió porque era el idioma nacional de un pueblo con un Estado propio para defenderlo.

Las conquistas fueron lo que mermaron al euskara y sólo la recuperación de un Estado independiente vasco y la voluntad de sus ciudadanos para hablarlo, garantizarían la sobrevivencia de la lengua más antigua hablada en Europa. Ningún pueblo libre ha dejado de hablar su idioma de forma voluntaria en la historia de la humanidad, los que han perdido su idioma han sido siempre pueblos conquistados.

El caso del latín es paradigmático de la imposibilidad de un idioma para sobrevivir sin ser idioma de Estado. El latín fue el idioma oficial y lengua franca de comunicación durante siglos en tres continentes. Según cayó el Imperio Romano, el Estado que lo sostenía, fue retrocediendo su uso pasando a ser básicamente mero idioma litúrgico de la Iglesia Católica, hasta sólo hablarse en la actualidad en…¡el Vaticano!, es decir, allá donde es idioma de Estado, ni tan siguiera la Iglesia ha podido mantener su uso fuera de las columnas vaticanas.

Por último, es una obviedad histórica que los Estados español y francés seguirán poniendo todos los medios posibles para la desaparición de cualquier idioma que no sean los obligatorios: el francés y el español-castellano.

Conviene recordar lo que decía J. Garrido Medina: "El castellano efectivamente, no es el romance del pueblo koinético (…), sino la variedad románica que se impone principalmente por conquista: recuérdese el Cid castellano enfrentado a su rey leonés. (…) No se trata, entonces, de una lengua del pueblo elevada a lengua de Estado, sino de un Estado que impone su lengua. En ese sentido transcurre la historia: primero se diferencia el castellano como variedad románica, luego se difunde hasta llegar a ser el idioma general de la nación.".

"Una lengua se convierte en internacional por una razón fundamental: el poder político de su gente, especialmente el militar". D. Crystal.


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