Exaspera leer en diferentes publicaciones acerca de la Ley de Partidos Políticos en el estado español que busca ilegalizar a Batasuna. Esto añade un capítulo más al círculo de violencia generado por la actitud colonialista y chauvinista del gobierno de Madrid.
El principal problema es que la gente, ya sea por ignorancia o por conveniencia, tiende a confundir la causa con el efecto. Veamos, había una vez en la península ibérica una república, o podríamos decir que había tres, cuando de África llegaron las huestes de un tal Francisco Franco apoyado por las dictaduras fascistas de Adolph Hitler en Alemania y Benito Mussolini en Italia.
Los ataques iniciales fueron en las dos repúblicas nacientes de Euskadi y Catalunya, al derrotarlas, se cortó efectivamente a España del resto de Europa, al otro lado, un aliado más, el por entonces fascista gobierno de Portugal. Esto señores, se llama violencia, y la violencia fue generada por aquellos que deseaban reinstaurar España a su "antigua gloria". Una vez derrotado el gobierno republicano en España, Francisco Franco y sus esbirros instauraron su propia dictadura, apoyados por Hitler, quien por otro lado nunca les permitió entrar de lleno en la guerra y prefirió tenerlos de aliados de segunda, principalmente por la torpeza e ineficacia del aparato militar español, puesto tan en evidencia durante el largo conflicto.
Años de violencia y abusos generaron un grupo que al principio no consideraba llevar a cabo acciones violentas entre sus objetivos, que incluso contó con el apoyo de la comunidad internacional, llamado ETA, que se vio forzado a defenderse y de manera obligada se respondía a la violencia con violencia.
Pero es aquí cuando cabe resaltar, que las acciones de ETA son un efecto, y no la causa, la causa siendo la férrea y asesina dictadura Franquista.
En España la violencia la comenzó Franco, la respuesta en Euskal Herria después de décadas de negociaciones infructuosas fue ETA. Pero la cosa no quedo ahí, después de la muerte del caudillito, vientos pseudodemocráticos soplaron en el estado español, y curiosamente, uno de estos gobiernos tan laureados en el resto del mundo como democráticos creó a las GAL, grupo terrorista bendecido por el gobierno centralista de Madrid. Se añadía pues, otro capítulo de violencia, generado una vez más, por aquellos que desean mantener el aura imperial de España.
Tal vez estos señores del PSOE estaban en contra de Franco, pero a la hora de lidiar con el tema de la independencia de Euskal Herria, sus parámetros fueron los mismos, partiendo del paradigma de que la unión española debe ser preservada a cualquier costo, al extremo de tener a un gobierno dizque democrático formando su propio grupo terrorista.
Así que a las acciones de ETA generadas por la violencia de Madrid, se le respondía con más violencia, y mientras tanto, la prensa se encargaba de hacer creer al público español y a la comunidad internacional que el franquismo después de todo había sido bueno, que la violencia de ETA no tenía justificación y que había que combatirla, y que el fin justificaba los medios, y todo le funcionaba de maravilla al gobierno español. La Guardia Civil generaba violencia que era respondida por ETA que a su vez era atacada con violencia de las GAL, todo perfecto pues, hasta que se les atravesó Segundo Marey.
Hoy Aznar nos dice, como digno heredero de las políticas de su mentor Francisco Franco, que hay que acabar con ETA, sin hacer claro mención a la violencia franquista y a los efectos de la misma. Para esto dice él, hay que exprimir al entorno de ETA, y si para eso se tiene que recurrir a algo tan antidemocrático como la creación de una ley de partidos que le permite a un gobierno borrar de un plumazo a partidos de oposición, pues que así sea. La primera víctima de esta ley siendo Batasuna. ¿Pero será Batasuna el único partido a desaparecer? Conociendo de política española, lo dudamos.
Batasuna es el primero, pero no el único, ni el último. Y aún cuando alguien se oponga a Batasuna, se debe estar en el entendido que la medida tomada por el gobierno de Aznar es ilegal, y hasta criminal. A la violencia generada por la violencia del franquismo se le responde una vez más, con violencia.
Lo más sorprendente es que la gente en Europa se asusta y se moviliza en contra de individuos como Milosevic, Heyder, Le Pen o Fortuyn, pero sistemáticamente avierte la mirada de lo que ocurre en el estado español.
La comunidad europea es pues hipócrita, y por no poner presión política en contra de Aznar, se convierten en aliados de la violencia de Madrid.
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