Les compartimos esta entrevista publicada por Naiz en la que se habla de los obstáculos que enfrentaron los militantes del ERI para llevar adelante su proceso de DDR con Londres, así como de los pararelismos con el régimen español y el DDR de ETA:
«El conflicto armado no se reinició en Irlanda gracias al trabajo de los exprisioneros»
Michael Culbert | Exmiembro del IRA y director de la asociación de exprisioneros Coiste | Nacido en Belfast en 1949, vio su casa familiar quemada en los progromos unionistas de 1969. Encarcelado en 1978, pasó por los Bloques H de Maze y Long Kesh. Dirige la asociación de expresos Coiste na nIarchimí, clave en el fortalecimiento del proceso de paz y del republicanismo irlandés.
Mikel ZubimendiInvitado por Sare para participar en su segunda Conferencia Internacional celebrada hace dos semanas, este veterano republicano las ha visto de todos los colores. Víctima de los progromes y las turbas unionistas contra su familia, voluntario del IRA, conoció las cárceles, las trágicas huelgas de hambre, las protestas de la manta... Dirige la asociación de exprisioneros, responsabilidad clave desde la que aporta «siempre en positivo».
Dirige Coiste na nIarchimí, asociación que agrupa a 25.000 presos republicanos. ¿Puede presentárnosla?
Empezamos en 1998, pero desde mucho antes ha habido organizaciones para apoyar a los prisioneros políticos, en la cárcel y cuando salían libres. En 1998, la Unión Europea inició un programa de financiación, conocido coloquialmente como el «dinero para la paz» o «fondo para la paz», y esas organizaciones se formalizaron para solicitar esos fondos a Bruselas y así poner en pie estructuras de apoyo para los prisioneros en toda Irlanda, con recursos, equipamiento y personal especializado.
Habla de «dinero para la paz» de Bruselas. ¿Fue importante?
Fue esencial para articular la ayuda a los exprisioneros, para poner en marcha servicios de asesoramiento y de apoyo familiar, que fueron prioritarios para ayudar a los prisioneros que salían.
25.000 exprisioneros. Impresiona el dato
Equivale al total que ha estado preso, pero cuando pusimos en marcha esta estructura sabíamos que se iban a abrir las puertas de las cárceles de par en par, y los números que debíamos gestionar no eran de miles, sino de cientos de prisioneros que iban a salir casi de golpe. La mayoría a Belfast, otros a Derry, también a las zonas rurales, pero nos preparamos bien y pudimos hacer frente a la situación.
El conflicto armado terminó, ¿el Gobierno británico aún está en lucha contra los exprisioneros republicanos?
Absolutamente. La guerra ha terminado pero el Gobierno británico aún mantiene la legislación de los tiempos del conflicto armado. Los republicanos que hemos pasado años en la cárcel aún llevamos sobre nuestras espaldas lo que los británicos llaman «antecedentes penales criminales», que otros sencillamente llaman «pasado terrorista».
Esa legislación que mantienen más de dos décadas después del acuerdo de paz se manifiesta, por ejemplo, si estás buscando un empleo, o un seguro para tu vehículo, o para tu casa, o si viajas al extranjero... La ley exige que debes declarar tu pasado carcelario y eso funciona como un bloqueo de la libertad de viajar, de la libertad de acceso a ciertos servicios, etc…
Legalmente hablando, en Irlanda la comunidad de exprisioneros es el único grupo que puede ser discriminado. Yo puedo tener todas las cualificaciones para conseguir ciertos empleos, pero como mis antecendentes penales deben ser obligatoriamente declarados, lo hacen imposible. En el fondo subyace un desafío: la igualdad de ciudadanía.
Eso no es justicia ordinaria basada en principios universales. Parece más bien una «justicia de las victimas», que es muy cercana a la «justicia de los vencedores».
Entiendo lo que dice. Igual no es fácil probarla pero claro que sentimos esa justicia, o esa injusticia. Para mí el problema es que las víctimas dicten la política. Hay que evitar la victimización de la política, si no es muy difícil avanzar.
Pero apostaron por trabajar el tema de las víctimas. De hecho, propusieron un mecanismo mediante el cual todas serían atendidas y, en la medida de lo posible, acompañadas en su búsqueda de respuestas a las preguntas que pudieran estar atormentándolas.
Hacemos eso diariamente. La próxima semana tengo una conversación con un hombre a cuya mujer mató una bomba del IRA. Es bastante famoso, Alan McBride, miembro de la comunidad unionista, su mujer y un voluntario del IRA murieron cuando una bomba estalló accidentalmente en una tienda. Es un buen amigo mio, con los años hemos conseguido interactuar juntos, nos conocemos muy bien, vamos juntos a diferentes comunidades a hablar sobre la vida, sobre el contexto y las secuelas del conflicto. Estas dinámicas son interesantes y muy necesarias, rompen estereotipos negativos.
Un exlíder paramilitar unionista dijo: «Que uno tenga un pasado no supone que no pueda tener un futuro»
Algo parecido dijo Bill Clinton en Belfast. Una de sus famosas citas dice así: «Todo el mundo tiene un pasado y todo el mundo debería tener un futuro». Hace falta contexto, entenderlo, las marchas por los derechos civiles siendo apaleadas en las calles, los progromos de 1969, turbas unionistas apoyadas por los B Specials (la Policía de entonces) incendiando edificios en Conway Street o en Bombay Street, en Belfast. Teníamos un Estado gobernado por el sectarismo, la discriminación, la violencia y respondimos. Que un presidente de EEUU dijera eso significa que tenía comprensión del contexto, y sobre todo que reivindicaba el derecho de todos a tener un futuro. Y si todos tienen ese derecho, debe ser un futuro abierto, no de partida negativo.
Hay enemigos de la paz interesados en seguir el conflicto por otros medios. Cuando se toma una estrategia, siempre aparece la contraestrategia de los que nunca olvidan y nunca perdonan...
Lo que dice es absolutamente correcto. En Irlanda utilizamos el término dog-whistle tactics (‘táctica del silbato para perros’), tocar el silbato consciente de que el perro responderá. Usan un lenguaje maniqueo: ‘Los republicanos son los malos y nosotros los buenos y tenemos más estatura moral’. Buscan un objetivo claro: que seamos reactivos y no pensemos estratégicamente.
No está de acuerdo con la idea de reinserción y tiene el convencimiento de que hicieron lo correcto, porque el conflicto en Irlanda no empezó en 1969 porque «cuatro locos» se pusieron a pegar tiros...
Lo digo con respeto, no aceptamos el concepto de ‘reinserción’ porque nunca hemos reconocido que no estábamos integrados en nuestras comunidades. Un colectivo de 25.000 exprisioneros no está aislado, no es gente marginal. No es casualidad que una vez terminado el conflicto y asentado el escenario político, seamos el partido más fuerte en Irlanda. Preferimos la terminología de ‘ciudadanos iguales’, que incluye los mismos conceptos, pero no el lenguaje de la criminología.
Mire, suelo hablar con mucha gente que visita Belfast, con muchos estadounidenses, y siempre les digo medio en broma pero muy en serio: ‘¿Qué vais a hacer cuando los paracaidistas rusos lleguen a Oregon?’ Es una pregunta preparada, pero ¿qué dijo el primer ministro Churchill en 1940 si el Ejército nazi invadía Gran Bretaña? ‘Lucharemos en las playas, en las pistas de aterrizaje, en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!’ ¿Y por qué no está bien hacerlo en Irlanda? ¿Acaso no nos está permitido resistir?
14 años después del cese definitivo de la actividad armada ETA, aún quedan 126 presos en la cárcel. ¿Cómo gestionar la frustración?
En Irlanda, a nivel general, mucha gente cree que todo está arreglado. Y no lo está. Hay dificultades, claro, pero hemos esquivado muchas más. Creo que una de las prioridades sigue siendo el diálogo. Nosotros hemos conseguido hablar con mucha gente con la que nunca hubiéramos pensado que pudiéramos interactuar, a veces tienes que tocar puertas que nunca creíste que se abrirían, y a veces se abren de par en par.
Mira nuestro pasado y ves cómo esas puertas se abrieron y cómo hubo una coincidencia de gente que quería hacer cosas. Y también algo de azar. Tuvimos un nuevo primer ministro británico, John Mayor; un nuevo presidente americano que buscaba el voto irlandés, Bill Clinton; y un nuevo primer ministro en Irlanda, Albert Reynolds, que quería mover las cosas.
Pero ahí está la llamada ‘batalla del relato’, y es quizás por ello por lo que las viejas generación de voluntarios, allí y aquí, tiene el deber de contar lo que vivieron, las razones por las que hicieron lo que hicieron.
Claro que existe esa batalla. Y los exprisioneros nos la tomamos muy en serio. Tenemos a gente que recorre las escuelas, los centros comunitarios, lo que haga falta para hablar con la gente. Vamos a veces con exmiembros del Ejército británico o con unionistas. Y le puedo decir que la gente joven es muy inteligente, capta fácilmente el contexto histórico. Nuestro feed back es que entienden lo que hicimos, no les parece descabellado, y nos agradecen un montón que nos acerquemos a hablar con ellos.
Y luego, otro tema. Cuando el IRA cesó su actividad, no todo el mundo republicano se puso contento, claro que no. Hubo gente que intentó reiniciar el conflicto, pero le diré una cosa: creo que si no empezó de nuevo fue gracias al trabajo que hicieron los exprisioneros en la comunidad.
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