Iñaki Egaña trae a nosotros este texto en el que nos habla de unos vasquitos muy particulares, unos con una fulgurante carrera como etxufategis.
El suelo ético pues.
Lean:
Iñaki EgañaCuando lees que un pastelero ha sido nombrado responsable de la Guardia Municipal y de los Bomberos sientes una cierta satisfacción. La vida no es tan dramática como a veces parece. De las películas realizadas en Hollywood nos hemos cansado de asistir a esas ascensiones fulgurantes de descamisados que llegaron a lo más alto de la cima económica. De pobres de solemnidad a banqueros, granjeros con miles de reses a su cargo, o avispados corredores de bolsa con intuición millonaria. Han estudiado fuera de horas, han trabajado duro. Han sudado por la mejora. Bien por ellos, si aquello fuera verdad.Cuando observas que ese mismo jefe de Bomberos ha sido extraído de la capital guipuzcoana, para convertirse en viceconsejero de transporte e infraestructuras de la Comunidad Autónoma, te surgen algunas dudas. Era ya especialista en la teoría del fuego, en los agentes y equipos de extinción, en hidráulica, en principios de electricidad y en decenas de temas complicados. Un gran esfuerzo anexo. Pero hay gente capaz de asimilar en poco tiempo lo que otros necesitan en una carrera académica o incluso en un master.Las dudas se fueron expandiendo cuando desde su posición, el dicho viceconsejero nombró a un colega de su entorno más cercano para el cargo de director de Euskalmet, la Agencia Vasca de Meteorología. La razón de la perplejidad residía en que el nuevo flamante director, Iñigo Alonso, era el marido del citado viceconsejero y antiguo pastelero, Ernesto Gasco. Un chófer de autobús urbano que había conseguido labrar, al igual que su consorte, una carrera completa en solo un clic. El de la firma del nombramiento.Las dudas sobrepasaron ya cualquier límite y se convirtieron en certidumbres cuando el antiguo viceconsejero, candidato a la alcaldía donostiarra, se hizo con la cartera de Hostelería y Turismo. Puso la ciudad en manos de grupos organizados y entregó las llaves a la especulación. Se convirtió, de la noche a la mañana, en experto directivo de excursionistas de alta alcurnia. Una certidumbre habitual, los que dicen saber de todo, como los tertulianos, y no saben de nada.Así que a Gasco lo teníamos calado. Como una marioneta movida por los hilos de la ambición, su aspiración no era hacer bien las cosas que conocía, sino subirse a la carreta del poder, ya fuera con mayúsculas, ya con minúsculas. Cualquier puesto era adecuado para su apetito. Y ahora a Madrid. Nada más y nada menos que Alto Comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil.¿Qué se puede esperar de un político que ha sido la voz de empresarios locales y foráneos, que ha transformado la vida cotidiana de Donostia en beneficio del dinero rápido, dejando a las generaciones más jóvenes el éxodo como supervivencia? Poco en lo relativo a la lucha contra la pobreza infantil. Porque para atajarla tendría que cambiar ese sistema que tan bien ha defendido en los últimos tiempos, en sus años mozos y en los adultos.No quiero cargar las tintas contra Ernesto. Simplemente añadir que su formación no da para ser responsable de tantos cargos especializados como los que ha dirigido. Por tanto, es un bluf. Un montaje escénico para vivir de lo público, en nombre del título que sea.Hace unas semanas, uno de sus compañeros en la corporación donostiarra, Borja Semper, cambiaba también de aires. Esta vez era algo distinto. De lo público a lo privado, un trasvase que ha conocido oleadas de políticos que han sido recompensados con lo que siempre se ha llamado “tráfico de influencias” y últimamente es conocido con el nombre de “puertas giratorias”.Servicios prestados, como los de Mikel Cabieces, delegado del Gobierno en la CAV (antiguo virrey o gobernador, como quieran llamarlo) recolocado en Iberdrola y Kutxabank donde no sabían ni que cobraba mensualmente porque ni siquiera su sombra había aparecido por su sede de la Gran Vía bilbaína. O Martín Villa, en búsqueda y captura por sus crímenes cuando era ministro del Interior (o de Gobernación si prefieren), luego experto, al margen de ser la cara visible del estado profundo (torturas, ejecuciones extrajudiciales y guerra sucia en especial), en energía (Endesa), en telecomunicaciones (Sogecable), o recientemente y con 84 años nombrado Consejero Externo de una multinacional de infraestructuras petroleras (Técnicas Reunidas).Borja Sémper dejó su puesto de concejal en Donostia, olvidando aquellos años que dirigió la cartera de Urbanismo en Irun, su localidad natal, para regentar la sección de Relaciones Institucionales de la firma multinacional Ernst & Young. ¿Se acuerdan de la entidad? Ernst & Young fue aquella auditora que, según la fiscalía de Nueva York, falsificó los libros contables de Lehman Brothers cuando la quiebra financiera de 2008. También apareció el nombre de la empresa en los Luxembourg Leaks, como una firma especializada en la evasión fiscal. Ernst & Young es uno de los poderes fácticos mundiales.¿Está preparado Sémper para semejante aventura empresarial? Desde la lejanía, un muchacho que desde los 19 años hasta los 44 actuales ha vivido de la política no ha tenido excesivo tiempo para aumentar su formación. Pero ya saben que las empresas no siempre eligen a los mejores para sus puestos directivos, sino a los fieles. Identidad de clase.Joseba Andoni Aurrekoetxea, uno de los hombres fuertes del PNV, en la sombra habitualmente, es el presidente y consejero delegado a la vez de la empresa que gestiona los batzokis de su partido. Pero, por lo visto, es también un experto en energía, fue consejero de Enagas, y en algo tan diverso como la farmacia, los laboratorios y la reducción de las enfermedades (fue consejero de Zeltia).Hay gente que ha nacido con una sabiduría que desconcierta. A pesar de su escasa formación en algunos casos, a pesar de que otros estudiaron leyes y constituciones y ahí se quedaron, en la actualidad copan todo el escenario empresarial, público y privado. ¿Su valor? Tener detrás unas siglas que les perpetúan en el negocio. El negocio organizado.
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