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lunes, 26 de diciembre de 2016

Piero Gleijeses y Fidel

Como ustedes amables lectores se podrán imaginar, la muerte del Comandante Fidel Castro se va a prestar para que los enemigos de la Revolución Cubana derramen ríos de tinta envenenada.

Por ser el nuestro un blog de izquierda, internacionalista y solidario con las luchas por la autodeterminación de los pueblos, les queremos compartir esta entrevista publicada en la página de Investig'Action:

En su lucha contra el apartheid, Cuba defendió «la causa más bonita de la humanidad»

Alex Anfruns / Ricardo Vaz | Traducido por Rocio Anguiano Pérez y Julie Quenon

El fallecimiento de Fidel Castro a los 90 años ha sido aprovechado por los adversarios de la revolución para retomar el mantra ideológico en favor de una democracia abstracta, al tiempo que evitaban hablar de sus logros sociales y de desarrollo humano. Sin embargo, la política exterior de Cuba ha sido de una coherencia asombrosa y su impacto ha sido reconocido por numerosas personalidades, incluso entre sus enemigos. ¿Cuáles son los principios revolucionarios que, desde 1959, movieron a Fidel Castro y que siguen siendo objeto de un feroz ensañamiento mediático? Le hemos hecho esta pregunta y muchas otras a Piero Gleijeses, un reconocido experto en la política exterior cubana.

Piero Gleijeses, en «The Cuban Drumbeat», usted destaca que la política exterior de Cuba bajo el gobierno de Fidel Castro no tiene parangón. ¿Por qué?

Por su generosidad. Por ejemplo, Cuba y Fidel Castro desempeñaron un papel crucial en el cambio histórico de Sudáfrica, en la lucha contra el apartheid. Salvaron a Angola del ataque de Sudáfrica bajo el régimen del apartheid, apoyaron a las guerrillas namibias, ayudaron a los sudafricanos sin pedir nada a cambio. Y cuando digo nada, quiero decir nada en absoluto. Pero además Cuba pagó un alto precio por su ayuda a los africanos, porque esta intensificó la hostilidad de Estados Unidos. Se habían mantenido negociaciones secretas para normalizar las relaciones entre Cuba y la administración Ford. Evidentemente, el envío de tropas para defender a Angola frente a una agresión sudafricana, que en realidad había sido alentada por Estados Unidos, rompió esas negociaciones. Al su vez, Fidel Castro también desafiaba a la Unión Soviética, ya que el Secretario General Brézhnev se opuso, en 1975, al envío de tropas cubanas a Angola. Estaba obsesionado con la distensión de las relaciones con Estados Unidos, mucho más que la administración Ford, y no quería hacer nada que pudiera perjudicarla. Por otra parte, las relaciones de la URSS con el gobierno MPLA de la República Popular de Angola eran tensas, no muy buenas. Pasó lo mismo entre 1987y 1988, cuando Fidel Castro envió importantes refuerzos al sur de Angola para expulsar a los sudafricanos de una vez por todas y obligarlos a aceptar la independencia de Namibia. Y quisiera añadir a este respecto que la contribución militar de Cuba fue totalmente decisiva. Pero hay otro factor importante, la asistencia humanitaria, de la que hablaremos más tarde.

Frente a lo que acaba de contarnos, en la prensa occidental se dice que Fidel y Cuba no eran nada más que simples marionetas de los soviéticos. ¿Cómo describiría la relación entre Cuba y la URSS?

En primer lugar, la CIA admitió en 1981 que el envío de 25 000 soldados cubanos a Angola en 1975 había sido una decisión unilateral de Cuba tomada a toda prisa… Hasta la CIA ha reconocido que se trataba de una decisión cubana. Y si leen las memorias de Kissinger que entonces era Secretario de Estado y gritaba a los cuatro vientos que Cuba era un lacayo de la Unión Soviética, en el último tomo Kissinger entona uno de esos raros mea culpa y de hecho reconoce que se equivocó, que fue exactamente al contrario. Fue Cuba quien se enfrentó a la Unión Soviética presentándole un hecho consumado. A continuación se pregunta por qué actuó Fidel de ese modo. Y la respuesta que da Kissinger, y cito, es que «Fidel Castro era sin lugar a dudas el líder revolucionario más auténtico entonces en el poder». De modo que si la CIA dice que fue una decisión cubana que no tuvo nada que ver con la Unión Soviética, si Kissinger dice que fue una decisión que puso a la URSS ante un hecho consumado, está claro que solo los idiotas pueden seguir manteniendo que Cuba actuaba como un lacayo de la Unión Soviética.

Analicemos en detalle esas campañas en África. ¿Cuál era la motivación de Cuba para llevarlas a cabo? ¿Cuál era la visión del mundo de Castro en ese sentido?

Debemos remontarnos al principio, a los años sesenta. En esa época, Cuba apoyaba a las guerrillas en América Latina y había llevado a cabo ya algunas operaciones en África: en Argelia, en el Congo-Brazzaville, en el antiguo Congo Belga, en Guinea Bisáu. Para entender las motivaciones de Cuba, de Fidel Castro, tuve en cuenta los informes y análisis del servicio de información de la CIA y del Departamento de Estado. Hay muchos informes. Ni una sola vez los analistas de la CIA y de la Oficina de Inteligencia e Investigación (INR) del Departamento de Estado dicen que Cuba estuviera a las ordenes de la Unión Soviética. Afirman que había dos motivos esenciales. Uno era la autodefensa, lo que es completamente cierto. Estados Unidos rechazó en 1961, 1963 y 1964 las diversas ofertas de conversaciones para alcanzar un modus vivendi. De modo que los cubanos llegaron a la conclusión de que, si Estados Unidos se negaba a negociar y a buscar un modus vivendi, la mejor defensa sería un ataque —apoyar movimientos revolucionarios en África, en América Latina, hacer amigos para debilitar al imperialismo americano.

Pero hay una segunda cuestión esencial, que se señala claramente en todos los informes de la CIA, que fue la primera en admitirlo. Es lo que denominan el idealismo revolucionario. El hecho de que el dirigente cubano, Fidel Castro, sentía que su deber era ayudar a otros pueblos a liberarse de la opresión que les hacía sufrir. Y estas dos motivaciones, la autodefensa y el idealismo revolucionario, siguieron caminos paralelos, porque Estados Unidos se negaba a negociar con Cuba, por lo que no resultaban contradictorias. Las cosas cambiaron con el despliegue de contingentes cubanos en Angola en 1975.

Era un momento muy importante. ¿Podría explicar el contexto de la época?

Claro. Como telón de fondo tenemos que en 1974 Estados Unidos había entablado conversaciones secretas con Cuba para establecer relaciones diplomáticas y conseguir la completa normalización. Estas conversaciones se mantenían a finales de 1975 y era evidente que si Cuba enviaba tropas a Angola, eso torpedearía las negociaciones. Al mismo tiempo, Fidel Castro envió tropas sabiendo que los soviéticos se oponían a ello, por las razones antes mencionadas. Prueba de ello es que durante dos largos meses atroces, de noviembre de 1975 a mediados de enero de 1976, los soviéticos no proporcionaron ninguna asistencia logística ni de ningún otro tipo a los contingentes cubanos enviados a Angola, lo que supuso una autentica pesadilla logística para los cubanos.

Además, hay que tener en cuenta el hecho de que, por primera vez, los países occidentales europeos estaban dispuestos a mantener relaciones amistosas con Cuba. Cuando el vice primer ministro Carlos Rafael Rodríguez viajó a Europa en 1975, el gobierno francés y el británico le abrieron importantes líneas de crédito y la RFA aprobó conceder un préstamo de 15 millones de dolares para el desarrollo. Así, en términos de beneficios a corto plazo, en términos de realpolitik, el envío de tropas cubanas iba en contra de los intereses cubanos. La razón por la que Fidel Castro decidió enviar las tropas fue realmente el idealismo revolucionario. Sabía que una victoria en Angola del eje del mal Washington-Pretoria habría intensificado la presión del apartheid sobre el pueblo sudafricano. Y la lucha contra el apartheid era realmente importante para Fidel Castro y el pueblo cubano. Fidel Castro llamaba a la lucha contra el apartheid «la causa más bonita de la humanidad». Esa era la principal razón: salvar a Sudáfrica del apartheid. Cuba no sacaba ningún beneficio, pero la victoria cubana tuvo un gran impacto.

Al principio, las tropas cubanas consiguieron rechazar a Sudáfrica y a los movimientos FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) y UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), pero la guerra no se acabó ahí. ¿Qué sucedió?

A partir de 1976, el contingente cubano permaneció en Angola para proteger al gobierno angoleño frente a Sudáfrica que quería derrocar al gobierno del MPLA en Luanda y sustituirlo por la UNITA y Jonás Savimbi, un líder guerrillero que se había aliado con Pretoria. Incluso la CIA reconocía, en un informe secreto, que la presencia de las tropas cubanas era indispensable para proteger la soberanía de Angola. Sin embargo, el ejército del aire cubano en Angola no era tan fuerte como la aviación sudafricana. Los sudafricanos tenían aeropuertos militares modernos en el norte de Namibia, cerca de la frontera, mientras que el aeropuerto angoleño más cercano se encontraba a 300 km al norte de esa frontera. Como los cubanos no disponían de un buen armamento antiaéreo, replegaron sus tropas a una línea defensiva, a unos 250-300 km al norte de la frontera que delimitaba la mitad occidental de Angola, cubriendo esencialmente el acceso al centro del país y la ruta directa hacia Luanda. El este era de más difícil acceso para las tropas sudafricanas.

Entonces, ¿ no se daban las condiciones para hacer una ofensiva? ¿Cuál era el principal motivo?

Si los cubanos permanecieron en esa posición defensiva fue porque la llegada al poder de Reagan les hizo temer un ataque estadounidense. Y de hecho sabemos, gracias a los documentos, que la administración Reagan consideró seriamente los ataques militares contra Cuba entre 1981 y 1982. Por eso los cubanos mantuvieron sus mejores aviones, sistemas antiaéreos, tanques, etc. en La Habana y se mantuvieron en la línea defensiva en Angola. Al sur de esa línea, los sudafricanos campaban a sus anchas y en el este de Angola, en la provincia meridional de Cuando Cubango, Savimbi actuaba bajo la protección de las fuerzas sudafricanas. Esta situación de estancamiento se prolongó hasta los años ochenta.

A principios de 1985, los cubanos empezaron a pedir a los soviéticos que les proporcionaran armas sofisticadas para las tropas de Angola con el fin de relanzar una ofensiva en el sudoeste contra los sudafricanos y echarles de una vez por todas de Angola. Los cubanos estaban muy motivados. En el verano de 1984 se produjo un auge de la lucha revolucionaria en Sudáfrica, con una ola de manifestaciones que impresionaron mucho a los cubanos, al igual que a tantos otros. Así que los cubanos deseaban desesperadamente hacer algo para ayudar al pueblo sudafricano. Cada vez que una delegación de alto nivel de la ANC visitaba Cuba, los cubanos preguntaban qué podían hacer, intensificaban el entrenamiento de la guerrilla, etc. Pero llegaron a la conclusión de que la verdadera ayuda que podían proporcionar al pueblo sudafricano era expulsar a los sudafricanos de Angola. Los cubanos utilizaban a menudo la expresión «cortarles las garras a los sudafricanos en el sur de Angola». Pidieron armas a los soviéticos, y los soviéticos se las denegaron, porque temían que si con esas armas los cubanos expulsaban a los sudafricanos de Angola, no se pararían en la frontera angoleña. Penetrarían en Namibia para liberar a Namibia de Sudáfrica. Y en realidad, es lo que les habría gustado hacer a los cubanos. Pero eso habría interferido en la distensión de la que Gorvachov quería ser el protagonista.

¿Cómo derivó la situación hacia la batalla de Cuito Cuanavale, momento que Nelson Mandela ha calificado como «el vuelco decisivo para la liberación de nuestro continente y de mi pueblo»?

Esto es lo que pasó en 1987 y que produjo una escalada hasta Cuito Cuanavale: presionado por los consejeros soviéticos, el gobierno del MPLA lanzó una ofensiva para alcanzar la frontera con Namibia en el sudeste de Angola, territorio de Savimbi, con su mítica capital, Jamba, y la ciudad más grande que este controlaba, Mavinga. Eso sucedía en la mitad meridional de la provincia de Cuando Cubango. Los cubanos se habían opuesto a ello, sin dejar de repetir que, en caso de éxito, las fuerzas aéreas sudafricanas intervendrían y golpearían duramente al ejército de Angola, pero además la verdadera batalla estaba en el sudoeste, contra los sudafricanos y no contra Savimbi. El problema eran los sudafricanos, Pero el MPLA decidió hacer caso a los soviéticos y, en julio de 1987, se lanzó la ofensiva.

He seguido esta ofensiva en los documentos sudafricanos. Los sudafricanos se quedaron impresionados de la calidad de las tropas del MPLA, que combatían mejor que Savimbi y consiguieron avanzar hasta 20 km al norte de Mavinga. Y entonces pasó exactamente lo que Fidel Castro había predicho: los sudafricanos atacaron. Primero con la aviación, después con las tropas terrestres rechazaron a las fuerzas del MPLA en la provincia de Cuito Cuanavale, la base más meridional del MPLA, en el sudeste de Angola. Los sudafricanos acorralaron a las mejores unidades del ejército angoleño en Cuito Cuanavale a finales de noviembre de 1987 y todo el mundo estaba convencido de que Cuito Cuanavale caería, y más teniendo en cuenta que se encontraba aislada. Los refuerzos aéreos eran imposibles debido a la supremacía de la aviación sudafricana. Los refuerzos por vía terrestre eran difíciles porque la única comunicación era una carretera de 180 km que iba de Cuito Cuanavale a la ciudad de Menongue en el Oeste. El problema era que la aviación sudafricana atacaría los convoyes angoleños con refuerzos y municiones.

Entonces Cuito Cuanavale parecía condenada…

Sí. Y la ciudad habría caído junto con las mejores brigadas del ejército de Angola si Fidel Castro no hubiera decidido intervenir. El 15 de noviembre de 1987, se produjo en La Habana una reunión decisiva entre Fidel, Raúl Castro, varios generales y Jorge Risquet, el representante de Fidel en Angola. La reunión se inició a las 5h25 y finalizó diez horas más tarde. Se tomaron dos decisiones: una no controvertida puesto que era lo que los angoleños y los soviéticos pedían a Cuba que hiciera, es decir, salvar Cuito Cuanavale; y otra realmente controvertida: los cubanos decidieron enviar importantes refuerzos así como su mejor armamento a Angola con el fin de lanzar una ofensiva en el sudoeste para echar a los sudafricanos del país de una vez por todas. Lo que les llevó a tomar esta decisión fue la escalada sudafricana en el sudeste de Angola, en la provincia de Cuito Cuanavale. Esta escalada refleja el deseo de Cuba de ir al sur de la línea defensiva y alcanzar la frontera de Namibia. Pero esta escalada se benefició del escandalo del Irangate que sacudió Estados Unidos a finales de 1986. Reagan salió debilitado y se vio obligado a separarse de los miembros más agresivos de la maquinaria de la seguridad nacional. Los cubanos dedujeron que Reagan estaba acabado y que, por primera vez, desde el principio de la era Reagan, no tenían que temer un ataque americano contra Cuba. Así que vieron que podían permitirse enviar su mejor armamento a Angola. En reunión con sus colaboradores más próximos, Fidel Castro no dejaba de decir (he visto las transcripciones de esas reuniones): «Debemos enviarlo todo, la guerra está allá en Angola, no aquí». Al igual que en 1975, Cuba desafiaba a la Unión Soviética. Como me dijo Jorge Risquet, Gorvachov estaba concentrado en la próxima cumbre con Reagan en Washington, en la que firmarían el Tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance (INF).

Era un paso importante hacia la distensión…

En efecto. Y lo que los cubanos iban a hacer iba contra esa distensión: expulsar definitivamente a los sudafricanos del sur de Angola. Esta es la razón por la que los cubanos informaron a los soviéticos una vez que habían partido las tropas, es decir, unos diez días después de los hechos. El viceministro de defensa cubano, el general Ulises Rosado del Toro, llegó a Moscú diez días después de que se tomara la decisión, el 25 de noviembre de 1987. Tuvo una reunión con el mariscal Ajroméyev, comandante en jefe de las fuerzas armadas soviéticas y le leyó un largo memorándum en dos partes. La primera parte informaba a los soviéticos de la decisión cubana, cosa que a los soviéticos no les gustó nada. La segunda era una lista de armamento y de material que los cubanos querían para sus tropas en Angola y para reequipar su defensa en Cuba. La respuesta de Ajroméyev fue grosso modo: «Ya les contestaremos, ahora no puedo decirles nada». Y hubo un intercambio de cartas muy duro entre Gorbachov y Fidel. Gorvachov escribió —parafraseo: «No entiendo cómo han podido tomar esa decisión sin consultarnos» y Fidel Castro respondió: «La situación en Angola es dramática, es dramática por culpa de los consejeros militares soviéticos que han empujado a esta ofensiva insensata en el sudeste. Quiero que sepa que haremos todo lo necesario para salvar Angola». Siguió un silencio soviético que duró 59 días, hasta enero de 1988, cuando los soviéticos decidieron enviar la mayor parte del armamento solicitado. Pero en ese tiempo, Cuba ya había enviado diecisiete mil soldados más, sus mejores aviones, tanques, equipamientos, etc. Cuba dijo claramente a los soviéticos que iba a hacer todo lo necesario. Hay una conversación en La Habana entre Raúl Castro y el general que dirigió la misión soviética en la que Castro le dice: «Vamos a enviar todo a Angola, incluso los calzoncillos, pero expulsaremos a los sudafricanos».


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