Les presentamos el manifiesto de Sare con respecto a la convocatoria de las marchas solidarias del sábado 9 de enero en Bilbo y Baiona:
Un día más, una semana más, un mes más, un año más, y otro, y otro… hasta sumar miles de días de viaje, de comunicaciones vigiladas, de preocupación por la salud, de enormes esfuerzos económicos, de sufrimientos acumulados dentro y fuera de las prisiones como consecuencia de una política penitenciaria carente de escrúpulos y de respeto a los derechos de las personas afectadas, tanto las que están presas como sus allegados en libertad.
Una enorme y pesada piedra que desde hace 27 años aplasta numerosos derechos de esas personas y, de rebote, de la sociedad vasca de la que forman parte. Porque una sociedad que se dice democrática difícilmente puede mirar hacia otro lado cuando tantos derechos son vulnerados.
Una política de dispersión que, en esta larga etapa, ha ocasionado 16 muertos y numerosos heridos producidos en esos largos recorridos desde casa hasta las cárceles, donde están sus allegados.
La inmensa mayoría de esta sociedad está en contra de la aplicación de una política penitenciaria cruel y basada en la venganza. Una política aplicada por un Gobierno que ni cumple la legislación interna ni la de la UE, a lo que, como Estado miembro, está obligado.
Esta sociedad demuestra su posición año tras año en innumerables acciones de todo tipo: populares, masivas, institucionales, personales, solidarias… que van sumando a personas diferentes, de diversas ideologías y trayectorias vitales, pero reunidas por la defensa de los derechos humanos de las personas presas.
Con esa filosofía surgió Sare, para reclamar el fin de la dispersión como paso fundamental para poner fin a una política penitenciaria inhumana, soportada sobre una legislación excepcional, que choca frontalmente contra directrices europeas y que debe ser derogada ya.
Esa es la enorme piedra sobre la que permanecen sentados e inamovibles los gobiernos español y francés, encerrados en el pasado, prolongando un escenario oscuro de violación de derechos humanos y generación de sufrimiento que bloquea el camino hacia la solución y la paz, deseo prácticamente unánime en la sociedad vasca. Pero esos gobernantes cierran ojos y oídos a una realidad que ha cambiado radicalmente con el cese definitivo de la violencia de ETA, hace ya cinco años.
Y presas y presos vascos, con sus posicionamientos públicos, han contribuido sustancialmente al afianzamiento de ese nuevo panorama.
Esa piedra es la tiene que empezar a mover la sociedad vasca. Por eso, cada persona comprometida con los derechos humanos, deseosa de un proceso global de resolución de todas las consecuencias del conflicto, tiene su lugar en la manifestación del próximo sábado 9 de enero, en Bilbo o en Baiona. Y no sólo ese día; ir quitando piedras del camino es tarea larga, de semanas, meses, trabajo cotidiano...
Junto a esa realidad que se prolonga sin que muchas veces nos demos cuenta, se agrava la situación de las 12 presas y presos que padecen enfermedades muy graves y siguen en prisión por decisiones políticas que pasan por alto el derecho de toda persona a una atención sanitaria adecuada y digna.
En la sociedad vasca la reivindicación del fin de la dispersión sigue vigente, aunque en ocasiones disminuya su intensidad. No debemos permitir que esa llama se convierta en brasas. Esa es la tarea de Sare, ir tejiendo redes ciudadanas que activen la respuesta social e impulsen la acción política. Trabajamos con el convencimiento de que es posible, y de que, cuantas más voces y más diversas seamos, antes removeremos los obstáculos.
En este inicio de 2016 es especialmente importante hacer visible esa cantidad de voluntades diversas que reclaman algo tan elemental como que se ponga fin a la violación sistemática de derechos humanos de presos y presas vascas.
Y decimos que este año es especialmente importante porque desde hace meses se oye el rumor de vientos nuevos que remueven la hojarasca de la política española, y también en el paisaje vasco. Esto se constató el 20-D; las cosas no serán ya exactamente igual que antes.
Por eso, porque estamos hablando de derechos básicos, es por lo que tenemos que poner sobre la mesa de los nuevos escenarios y actores esta enorme piedra de sufrimiento e injusticia cotidianamente infligidos, que la vean, que sientan cuánto pesa, y que sepan que aquí, en Euskal Herria, existe una enorme masa de personas que está tirando ya de las cuerdas, empujando, moviéndose, para retirarla definitivamente del camino.
Por eso hay que estar en Bilbo y en Baiona el próximo sábado día 9. Hay que unir esfuerzos para arrastrar las piedras, con un anhelo en el corazón: Euskal Presoak, Euskal Herrira.
Acude. Suma tu presencia a un objetivo compartido, aunque puedas tener diferencias con quien camine a tu lado. Quedarán para otro lugar, otro momento. El 9 tenéis, tenemos, un propósito común: empezar a mover las piedras. Hacer que las piedras se muevan. Lograr que los derechos humanos sean respetados.
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