Sin mayores preámbulos les compartimos este artículo publicado en Gara:
Morir en la calle en una ciudad con 14.000 casa vacías
Yoli era de Irun, tenía 50 años y pernoctaba últimamente en un cajero automático del Boulevard. Y allí falleció, en una noche de fiesta pero también de frío. Quizás fuera una de las 89 personas detectadas durmiendo en la calle de una ciudad con 14.000 casas vacías.
Ramón Sola
Atrapado entre la resaca del día grande de la tamborrada y la inauguración mañana de la Capitalidad Cultural Europea, el tema de las muertes de indigentes en Donostia era ayer sarcásticamente inoportuno, cruda pero molesta realidad. Fuentes municipales solo salieron a la palestra para desmentir que la persona que se desplomó muerta al mediodía del miércoles en el Boulevard fuera un «sin techo»: se trataba de un vecino de Donostia que falleció atragantado con un bocadillo. Pero sí era indigente Yoli, irundarra de 50 años. Murió de madrugada cuando pernoctaba con su compañero, otro sin hogar, en un cajero automático del Boulevard. Y también lo era un hombre fallecido en Donostia el 2 de enero tras una caída, según reveló una ONG ayer, al hilo del revuelo mediático que siguió a lo ocurrido anteayer.
Los únicos datos sobre Yoli los aportó su compañero Stan, un hombre llegado a Euskal Herria desde la República Checa, en ‘‘Diario de Noticias de Gipuzkoa’’. Explicó que «ella siempre tenía frío y yo la tapaba con una manta». La noche del martes al miércoles era de calor festivo para miles de donostiarras y visitantes, pero de muy bajas temperaturas para quienes duermen al raso o en un cajero, con mínimas de 2º C.
No hay margen para simplificaciones en este tema: Yoli pudo morir de frío, pero también estaba enferma y tenía problemas con el alcohol. Su caso ha recordado mucho en la ciudad al de Francisco Barrena, un conocido indigente muerto en Amara en 2006, lo que desató un debate político y jurídico sobre si estas personas deben o no ser atendidas contra su voluntad cuando haya riesgo para su propia vida. Problemas sicológicos se cruzan a menudo, o se superponen, en el de la exclusión. Es el caso de un joven, inmigrante de un país del este europeo, que falleció hace un par de años ahogado en la Zurriola tras vagar por Gros pegando gritos durante algunos meses (aparentemente se trató de un suicidio). Y tampoco hay margen para demagogias: hay quien duerme en la calle por necesidad extrema, pero también quien lo decide por voluntad propia descartando opciones de asistencia social.
Lo que sí resulta incuestionable son los datos, especialmente elocuentes en Donostia. El II Estudio sobre la situación de las personas en situación de exclusión residencial grave en la CAV incluyó un gran trabajo de campo: en la noche del 29 al 30 de octubre de 2014, voluntarios contaron minuciosamente cuántas personas pernoctaban en la calle en diez de las principales localidades vascas. Detectaron exactamente 323, aunque consideran que podría superar las 500. Y de ellas 89 en Donostia, lo que constituye casi un tercio del total pese a tratarse de una ciudad cuya población no llega al 10% del total de la CAV.
Contra lo que se pudiera pensar por su atracción para prácticas como la mendicidad, únicamente 20 dormían en la Parte Vieja y el centro. Se encontraron más en Amara Berri-Loiola-Martutene (35) o en la zona de Altza-Bidebieta-Intxaurrondo (22).
Esta realidad asoma como la cara oculta de la ciudad más turística y cara de Euskal Herria. Una ciudad en la que se estima que existen unas 14.000 viviendas vacías, bien por tener uso exclusivamente turístico o por otras cuestiones. El Ayuntamiento de Bildu comenzó a abordar esta cuestión la pasada legislatura, pero el relevo por el PNV ha detenido el planteamiento de trabajo.
Impuestos, alquiler e ingresos
El primer paso dado por el Consistorio de Juan Karlos Izagirre fue imponer un recargo del 50% en el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) a las viviendas vacías. Tras un cálculo muy cuidadoso para detectar las casas realmente inutilizadas sin penalizar otros supuestos, se aplicó esta tasa extra a 4.980 viviendas. Además de las críticas políticas, el asunto fue llevado a los tribunales por algunos particulares, pero el Juzgado avaló la potestad del Ayuntamiento para tomar esta medida. Tras los vuelcos de las elecciones de mayo, este recargo impulsado por Bildu ha sido revocado en localidades como Arrasate o reducido (caso de Zarautz).
El objetivo final del anterior equipo de gobierno de Donostia, según explicó el propio Izagirre antes de las elecciones de mayo, era impulsar la salida a alquiler social de estas viviendas, a través de una política en la que «cada cual pague en base a su capacidad y quien menos tenga disponga de un alquiler más bajo».
Esta posible solución se cruza con el factor de las ayudas sociales, que deja de nuevo algunos datos para la reflexión. Por ejemplo, el citado estudio detectó que el 25% de las personas sin hogar en la CAV desconoce qué es la Renta de Garantía de Ingresos, ayuda que solo recibía una de cada cinco de ellas.
La media de ingresos de estas personas se sitúa en 307 euros al mes, siempre según esta fuente. En estas situaciones de precariedad extrema, sus fuentes económicas principales son la mencionada RGI, las ayudas familiares, el auxilio de las ONG y el recurso de la mendicidad.
Pese al silencio mantenido ayer en torno al tema, el Ayuntamiento de Donostia tendrá que informar de lo ocurrido. El grupo municipal de Irabazi adelantó una petición de explicaciones a la concejala de Acción Social, Aitziber San Román.
A 1.200 metros del Boulevard, la vivienda más cara del Estado español
Exactamente 1.200 metros de distancia separan el cajero automático del Boulevard en que falleció Yoli y el Paseo de Miraconcha, considerado hace años como la calle más cara del Estado español, con un precio por metro cuadrado de 9.453 euros según datos de 2014. Supera incluso a la llamada «milla de oro» madrileña. Un estudio del Ministerio de Fomento el pasado año determinó que Donostia está a la cabeza en carestía de la vivienda, con una media de 2.995,8 euros por metro cuadrado, seguida de Getxo, Pozuelo de Alarcón (Madrid), Calviá (Mallorca), San Cugat del Vallés (Barcelona), Madrid y Barcelona.
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