La putrefacción del estado español queda totalmente al descubierto en la forma en la que se ensaña con los presos políticos vascos y sus familias. La crueldad alcanza las cotas más altas cuando se trata de presos con enfermedades graves o como en el caso de Ibon Iparragirre, ya en etapa terminal. La legislación europea y la propia legislación del estado español contemplan la excarcelación de presos en esta situación, pero el estado de excepción aplicado en contra del colectivo de presos vascos lleva a que no se cumpla.
Desde Etxerat han sonado la alarma y dan a conocer este comunicaco, mismo que ha sido publicado en La Haine:
Tras analizar el estado actual de salud de Ibon Iparragirrere y los diferentes informes médicos relativos al mismo, hemos llegado a las siguientes conclusiones médicas: Ibon Iparragirre padece la enfermedad del SIDA, de estadio 3 C. Por tanto, nos encontramos ante una fase avanzada de esta enfermedad grave e incurable. Pero el problema y la gravedad no se limita únicamente a la enfermedad en sí: esta enfermedad le afecta gravemente tanto a nivel neurológico como, a consecuencia de ello, a nivel cognitivo.
Efectivamente, las consecuencias neurológicas se traducen en una leucopatía con consecuencias tales como crisis convulsivas y un cuadro de Demencia SIDA. La Demencia SIDA le provoca un trastorno de conducta de rango psicótico, que va a imposibilitar una normal relación con su entorno, con gran riesgo de conflicto ante interpretaciones y fabulaciones paranoides de las normas y órdenes.
Existe un riesgo real de empeoramiento de los síntomas y, por ende de la enfermedad. Y existe el riesgo de no interpretar correctamente el origen y la razón de este tipo de conductas conflictivas, con consecuencias devastadoras para el paciente: sanciones del tipo de aislamiento en celda, por poner un ejemplo. En consecuencia, hemos de recalcar que tan grave es la afección inmunológica como la neurológica. Gravedad y riesgo que aumentan de seguir en el mismo entorno y en las mismas condiciones de vida. A pesar de la situación anteriormente expuesta, la realidad actual es que Ibon se encuentra aislado en el departamento de enfermería de la prisión. A nuestro entender, esta situación no le favorece en nada en lo relativo a su salud integral.
Efectivamente, el trastorno de rango psicótico que padece afecta directamente a su relación con el entorno en su vertiente paranoica, lo que puede originar situaciones graves tanto para su persona como para los que comparten su mismo espacio, sin que su entorno afectivo más cercano pueda intervenir. Teniendo en cuenta el tipo de relaciones conflictivas con su entorno que ha desarrollado, la situación de aislamiento no hace más que agravar su situación. Hay que mencionar, además.
El hecho de que Ibon padece de problemas de visión, consecuencia también de la enfermedad base. Por el conocimiento que tenemos hasta ahora, Ibon no recibe ningún tipo de tratamiento para este tipo de afección ni puede ejercitar las técnicas rehabiltadoras precisas para paliar dicha situación. Por último, señalar que este tipo de enfermedad precisa para paliar su gravedad de un entorno afectivo y familiar cercano. Esta consideración fue tenida en cuenta con anterioridad, con ocasión de su anterior excarcelación, y entendemos que en la actualidad persisten tanto la enfermedad como las circunstancias de la misma.
Por tanto, y resumiendo, a nuestro entender Ibon Iparragirre es un paciente con riesgo real de muerte. En este momento, teniendo en cuenta la gravedad de su enfermedad, el lugar donde se encuentra recluído y el trastorno conductual que ha desarrollado como consecuencia de la enfermedad, una manera fundamental de paliar las graves consecuencias de su enfermedad reside en su inclusión dentro del entorno familiar y afectivo más cercano.
Desde la diáspora, exigimos que los organismos internacionales en defensa de los derechos humanos se involucren en la liberación inmediata de Ibon para que pueda pasar sus últimas horas rodeado de su familia.
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