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lunes, 15 de octubre de 2012

Carod-Rovira y Otegi

Desde Gara traemos a ustedes este texto que nos describe lo que Carod-Rovira tiene que decir acerca de los procesos de autodeterminación tanto catalán como vasco en general y de Arnaldo Otegi en particular.

Lean por favor:


Cuenta Josep-Lluis Carod-Rovira que hace unos años le dijo a un ministro de Defensa español que existe un arma poderosísima para conseguir la independencia, la democracia. El exlíder de ERC, hoy retirado de la primera línea política, conversa con GARA de Catalunya y de Euskal Herria.

Beñat Zaldua

Nos espera en su despacho de la Universitat Pompeu Fabra, donde sorprende, colgada de la pared, la portada de «El Punt Avui» del 21 de octubre del año pasado. Junto al comunicado de ETA, un artículo suyo titulado «De Perpinyà a Aiete». Así transcurre la conversación con este animal de la política catalana -ahora retirado de la primera línea de fuego-, con viajes de ida y vuelta de Euskal Herria a los Països Catalans y del 21 de octubre al 25 de noviembre. Unas fechas en las que asegura que se harán más patentes que nunca «las dos pequeñas Galias» que rompen la uniformidad política del Estado español. Sobre la relación entre ambas Galias, sin embargo, alguna reserva: «Después de la guerra civil, el interés de Euskal Herria sobre lo que pasaba en Catalunya ha sido relativo, por no decir inexistente en muchos casos». Es algo que repetirá a lo largo de la charla. Lo que no impide que se reconozca como uno «de aquellos catalanes que siempre ha seguido con interés lo que pasaba en Euskal Herria». «Siempre había pensado que una opción nacional vasca que se situase ideológicamente a la izquierda y se expresase políticamente, es decir, democráticamente, podría llegar a ser la primera opción del país», añade.

«De hecho, desde que hablé con Otegi por primera vez, hace unos 12 años, el contenido de nuestras conversaciones siempre era el mismo: la importancia de la vía política», explica Carod-Rovira, que insiste en la importancia del marco europeo en el proceso de emancipación nacional, «aun siendo crítico con muchos de los posicionamientos de la Unión Europea». «Se lo dije hace años a un ministro de Defensa español: tenemos un arma poderosísima para conseguir la independencia y se llama democracia, contra la que no podrán sacar los tanques, porque, ¿Contra qué apuntarían? ¿Contra el Parlament? ¿En plena Unión Europea?».

Por eso muestra su «satisfacción» ante el proceso llevado a cabo por la izquierda abertzale en los últimos años, así como por el anuncio del cese definitivo de las acciones armadas por parte de ETA: «más allá del rechazo ético que siempre he hecho de la violencia, no tenía ningún sentido una vía que había acabado convirtiéndose en obstáculo más que en ayuda».

La conversación nos lleva irremediablemente a un día de enero de 2004 en Perpinyà, cuando, recién investido como Conseller en Cap de la Generalitat, Carod-Rovira se entrevistó con representantes de ETA. No queda mucho que añadir sobre una reunión sobre la que han corrido ríos de tinta, al menos hasta que él mismo se decida a publicar los pormenores: «Tengo escritos y guardados todos los detalles». Pero deja dos apuntes. Por un lado, «la imposible justificación ideológica de la actividad de una organización armada en un territorio, Catalunya, que nunca se había posicionado en contra de los deseos de independencia de una parte importante de la sociedad vasca, más bien al contrario». Por otro lado, una reflexión: «En el fondo, la reacción a aquella reunión vino porque yo me atreví a hacer aquello que hasta aquel momento solo habían hecho los Estados; y era hablar con ETA. No les cabía en la cabeza que el vicepresidente de un gobierno autonómico hubiese ido a hablar de temas políticos con ETA sin pasar por Madrid».

El contexto español

Carod-Rovira parte de la premisa de que los de Catalunya y Euskal Herria «son dos universos absolutamente diferentes», pero resultan obvias algunas similitudes. La más destacada, el contexto compartido del Estado español. Por vías diferentes, asegura que mayorías importantes de los dos pueblos han llegado a la conclusión de que «el discurso del milagro español es imposible». «España es un proyecto nacional acabado y como proyecto acabado, no quiere ser modificado, porque está encantado de la vida de ser como es; y tal y como somos, los catalanes no cabemos y supongo que a los vascos os debe pasar algo similar», sentencia.

Esto se ha hecho más evidente que nunca en los últimos años. En Catalunya por «los ataques al autogobierno y el espolio fiscal que, por suerte para vosotros, no sabéis qué es». En Euskal Herria, según el político catalán, el inmovilismo ha quedado patente ante el proceso abierto en el seno de la sociedad vasca: «Siempre se había dicho desde la parte española que, sin violencia, todo se podía hablar. Eso es mentira». «Hoy parece incuestionable que la única ficha que se ha movido es la parte abertzale, no la española» añade, y sigue explicándose: «ETA ha acabado definitivamente su actividad armada y destacadísimos dirigentes del mundo abertzale han reconocido el dolor ocasionado por la violencia política». Como contraparte, dice que «lo único que hay por el lado español es venganza». Profundizando un poco más, reflexiona: «El hecho de que Otegi, que es un referente político de primer nivel, continúe en la cárcel es vergonzoso, pero en el fondo, es la expresión de un gesto de miedo. Otegi, como la izquierda abertzale, donde da miedo es en las urnas, donde no daba miedo es en la cárcel o actuando ETA».

Las diferencias

Sin entrar a fondo en un tema que da para varios libros, conversamos sobre las diferencias actuales de la situación en Euskal Herria y Catalunya. Para ello le traslado la reflexión de Paco Letamendia, publicada hace unos días en este periódico. El exdiputado de EE y HB señalaba que en Catalunya «han dejado de pensar en soluciones a medio camino» y CiU ha cogido la bandera soberanista, mientras que en Euskal Herria, el PNV insiste en el entendimiento con el Estado. Además, «no se está produciendo una aproximación entre las fuerzas nacionales», añadía Letamendia.

La primera reacción de Carod-Rovira es alegrarse por tener noticias del profesor de la UPV. Acto seguido, pasa a valorar la reflexión, admitiendo que sí, que le ha «sorprendido» el liderazgo mostrado por Artur Mas. No tanto la posición de su partido, «porque CiU son muchas cosas al mismo tiempo». Pero pese a ser consciente del momento «histórico y de no retorno» que vive Catalunya, no oculta su preocupación por el «absoluto desequilibrio del sistema de partidos catalán». «Catalunya tiene hoy muy bien cubierto el espacio político y electoral del centro hacia la derecha, pero el problema real es que este es un país sin una izquierda nacional que aspire a ser mayoría y a gobernar». Sobre Euskal Herria, «con todas las reservas de un ciudadanos que es de otro país», Carod-Rovira señala que los dos bloques nacionales sí que están bien definidos, pero que la «histórica hegemonía del PNV sobre el imaginario vasco» hace que miren «con cierto menosprecio hacia todo aquello que no forma parte de ellos mismos». Eso dificulta el acercamiento entre ambos bloques, sobre todo en un momento en el que «el único que puede disputar la hegemonía de la derecha nacional en Euskal Herria, es la izquierda nacional».

No deja de sorprenderse, de todos modos, de la insistencia del PNV en buscar nuevos encajes en el Estado español, ya que siempre se encontrarán «con aquel gran clásico español que decía `lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible'». Para el político catalán, insistir en la vía española no es más que «picar en ferro fred» -picar en hierro frío-, ya que «España es, por naturaleza, alérgica a la diversidad». «En estos momentos es antiracional insistir en una solución española tanto para Catalunya como para Euskal Herria», concluye.

Y de fondo, la crisis económica

Otro de los contextos compartidos es, sin duda alguna, la crisis económica. Sin embargo, con matices, ya que asegura que otro gallo cantaría en el Principat si no sufriesen el déficit fiscal que sufren desde hace años. Pero admite que, de rebote, este maltrato económico está multiplicando el sentimiento independentista en el Principat.

Sobre el eje de las campañas electorales, responde que «no tiene sentido separar la agenda nacional de la agenda social», en un momento en el que, tanto para Euskal Herria como para Catalunya, «la mejor salida de la crisis económica es la salida de España».

Ante las reticencias de algunos sectores económicos a todo lo que sea hablar de independencia, Carod-Rovira afirma que no hay que preocuparse demasiado por eso. Por un lado, porque «es imposible que los grandes grupos empresariales se sitúen al margen de la voluntad popular cuando es mayoritaria y se expresa democraticamente», pero además, «porque saben que el 98% del mercado mundial no es España». Como ejemplo, explica que las empresas catalanas «por segundo año consecutivo, venden más al resto del mundo que al resto del Estado». Y para acabar, una afirmación avalada por décadas de capitalismo neoliberal globalizado: «Si hay algo que las multinacionales hacen con facilidad es adecuarse al instante al contexto político de cada lugar».

Una hoja de ruta

Una vez repasado un escenario con el horizonte puesto en la independencia de las dos pequeñas Galias, resulta inevitable preguntarle cómo se imagina, en la práctica y paso a paso, el proceso independentista. En el caso catalán, aplicable con sus matices en Euskal Herria, afirma que lo tiene «tan claro» que hace cinco años escribió un libro hablando de ello.

Comienza su hoja de ruta asegurando que «un referéndum no es imprescindible, pero sí que es necesario». «Es decir, con una mayoría democrática y pluripartidista ya sería suficiente para proclamar la independencia desde el Parlament, pero yo creo que la comunidad internacional vería con muy buenos ojos que el nuevo Parlament convocase un referéndum, poniéndolo bajo tutela del derecho internacional», continúa. Si el resultado acaba con una amplia mayoría a favor de la secesión, no queda más que «declarar la independencia», ante lo cual se abren dos posibilidades: un acuerdo «amistoso» con España» y, si no, «la tutela internacional, como con Chequia y Eslovaquia o Noruega y Suecia, que acabe en una repartición de bienes y responsabilidades».

Sobre cuál de las opciones será más viable, Carod-Rovira repasa las luchas contra la colonización de Latinoamérica y recuerda que «la tradición española solo conoce las declaraciones unilaterales de independencia». Siguiendo el hilo de la historia y situándose en un presente que, desde luego, pasará también a la historia, aprovecha para recordar las palabras del «gran historiador catalán» Josep Benet, que decía que «había que aprovechar los momentos de debilidad de España».

Ya saliendo por la puerta, repite, por última vez, una frase que ha repetido como un mantra durante la conversación: «Es momento de in-inde-independencia, pero sobre todo, es momento de in-inte-inteligencia».






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