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Los nacionalistas escoceses ponen la independencia en la agenda
La posible victoria del SNP en las elecciones de hoy en Escocia ha devuelto la cuestión de la independencia al debate político con su promesa de un referéndum de autodeterminación. Los comicios pueden traer la debacle laborista.
SOLEDAD GALIANA | EDIMBURGO
Si hay un actor que se identifica mejor con la figura del agente de inteligencia británica James Bond este sería Sean Connery. Sin embargo, ahí acaban todas las coincidencias entre el imaginario agente al servicio de la corona británica y el actor escocés. Durante años Connery ha cedido su imagen y parte de su fortuna al Partido Nacional Escocés (SNP) y a la idea de una Escocia independiente. Recientemente afirmó que no abandonará su exilio en las Bahamas hasta que Escocia sea libre, una posibilidad no tan remota si se confirman los resultados de las encuestas de cara a la elecciones de hoy que apuntan a que el SNP será el principal socio en una coalición de gobierno.
No es esta la primera vez que las encuestas apuntan a una victoria del SNP. En los comicios de 2003, todo apuntaba a un incremento en el voto de los nacionalistas escoceses, expectativa que quedó en una gran desilusión para los defensores del derecho de autodeterminación. Ya entonces, como ahora, todo giraba en torno a la llamada cuestión constitucional, esto es: el derecho de los escoceses a decidir su futuro político fuera de Gran Bretaña, una posibilidad que el SNP ha introducido en su programa electoral con el compromiso ha organizar un referéndum sobre la independencia de Escocia para 2010.
Una vez más, el laborismo, al que las encuestas predicen unos resultados desastrosos, ha optado por la táctica del miedo para intentar evitar o al menos «aguar» la victoria nacionalista. A esta estrategia se han unido algunos sectores financieros y mediáticos. Ciento cincuenta banqueros, empresarios y periodistas emitieron una declaración conjunta asegurando que un proyecto independentista sería dañino para Escocia. Claro está que la cercanía de los firmantes con el Partido Laborista es evidente y que la declaración pretende contrarrestar los apoyos que desde el mundo empresarial ha recibido el SNP, como el del coordinador del Banco de Escocia, la quinta entidad bancaria más grande del mundo, George Mathewson.
En una encuesta de opinión publicada ayer por "The Guardian'' se vislumbra un incremento en el voto laborista tras un mes en el que el mensaje del partido de Gobierno en Londres y Edimburgo se ha dedicado exclusivamente a atemorizar al electorado con una posible hecatombe económica si se deciden a apoyar el proyecto independentista escocés, que el primer ministro británico, Tony Blair, describió como «desastroso en sus consecuencias y reaccionario en su alma».
Los resultados de la encuesta muestran que el apoyo al Partido Laborista se ha incrementado en cinco puntos desde la última encuesta de este tipo, a principios de abril, para alcanzar un 32%. Mientras tanto, el SNP se mantiene a la cabeza, con una intención de voto de un 34%. El problema es que la modalidad de voto en Escocia, que permite en estas elecciones regionales la transferencia de voto, puede volver a robarle el gobierno al SNP. Por supuesto, también hay que tener en cuenta la participación del electorado, y el SNP confía en que el incremento en el número de votos le beneficiará, ya que la principal dificultad del laborismo es motivar a sus seguidores. Encuestas de opinión y tácticas extremas aparte, lo que la estrategia laborista descubre es que el periodo de control laborista de la realidad política escocesa ha llegado a su fin. A pesar de la presencia de escoceses en posiciones ejecutivas en el gobierno británico -Gordon Brown en Finanzas y posiblemente para el próximo mes primer ministro británico, y John Reid, ministro del Interior- los laboristas no han conseguido convencer al electorado escocés de que los poderes de los que disfruta su Ejecutivo autonómico son suficientes. Los escoceses parece que ya han tenido bastante de promesas y olvidos. Este va a ser un voto de castigo, pero también de advertencia.
Muchas son las causas de la esperada debacle laborista y, en cierta manera, el sentimiento en Escocia no deja de reproducir el del resto del electorado de Gran Bretaña: el paternalismo y la arrogancia laborista, junto con la crisis persistente en la sanidad y educación, marcan la pérdida de voto del partido de Blair. Y, una vez más, la guerra de Irak vuelve a la palestra. En esta última cuestión todos están de acuerdo. Tanto es así que durante un programa de la BBC en el que los líderes de los cuatro partidos principales debatían esta cuestión, el actual líder laborista en Escocia, Jack McConnell, suplicaba al electorado que no dejarán que esta cuestión emborronara su elección y particularmente «nuestra perspectiva de la importancia económica de la Unión (con Inglaterra y Gales) en los últimos 300 años».
Donde el laborismo no quiere discutir la cuestión de Irak en el contexto de la soberanía escocesa, Alex Salmond, el líder del SNP cree que es esencial identificar ambas cuestiones, porque «tenemos una responsabilidad como escoceses, dijimos que no queríamos esta guerra. Ésa fue nuestra petición».
Si el SNP ganará, se espera que forme gobierno con los Demócratas-Liberales. Para los labo- ristas, el futuro no se vislumbra prometedor, ya que todo augura que además de la posibilidad de la derrota en Escocia podría sufrir la pérdida de hasta quinientas concejalías en las elecciones locales en Inglaterra, y la necesidad de establecer un pacto con los nacionalistas galeses de Plaid Cymru en el Parlamento autonómico de Cardiff.
Táctica del miedoEl laborismo, al que las encuestas otorgan unos resultados desastrosos, ha optado, una vez más, por la táctica del miedo para intentar evitar o «aguar» al menos la posible victoria nacionalista.
«Es hora de que Escocia haga uso de su derecho a ejercer una consulta directa»El pasado 1 de mayo se conmemoraban trescientos años de la unión entre Escocia e Inglaterra. Lo que Inglaterra no había conseguido por la fuerza, lo logró a consecuencia de una crisis económica que condenaba a Escocia a la pobreza. Sin embargo, las celebraciones por lo que en aquel entonces los escoceses consideraron un acuerdo favorable, fueron mínimas en momentos en los que la exigencia del reconocimiento del derecho de los escoceses a la autodeterminación se renueva de cara a las elecciones autonómicas y municipales que se celebrarán hoy y como resultado de la creación de foros de discusión y campañas de apoyo a la independencia.
Uno de estos foros, quizás el más conocido, es Independence First -Primero la Independencia-, que se constituyó, en principio, como un foro de discusión en internet en setiembre del 2004 y se consolidó como organización en febrero del 2005.
Independence First dio sus primeros pasos con una campaña exclusivamente dedicada a reclamar un referéndum sobre la independencia de Escocia y a recabar y promocionar la idea de «la salida de Escocia del Reino Unido».
«Creemos que después de los trescientos años de unión británica, es hora de que Escocia haga uso de su derecho a ejercer una consulta directa sobre su futuro constitucional», asegura Keri Coull en la página web de Independence First. Añade que el diseño político del Estado debe ser también decidido por los escoceses a través de un referéndum posterior a la declaración de independencia.
Independence First reúne a un amplio número de representantes políticos de distintos partidos escoceses. Desde el Scottish National Party (SNP), al Partido Socialista Escocés, los Verdes escoceses, y el Partido de Escocia Libre, junto con músicos, escritores, académicos y autores.
La vaticinada victoria del Scottish National Party dará un nuevo impulso a la campaña, con la propuesta de un referéndum de autodeterminación, que el líder nacionalista Alex Salmond ha aclarado que podría ser reversible si en un momento dado los escoceses deciden volver a la unión con Inglaterra, en un plazo de tres años.
Curiosamente, las ansias independentistas de los escoceses han encontrado respuesta en Londres, donde un grupo de manifestantes reclamó la creación de un Parlamento autonómico inglés. Recogieron 2.000 firmas y definieron la unión con Escocia de 1707 como el día en que murió «la identidad inglesa, la independencia y el Parlamento inglés». Hasta ahora, una protesta de este tipo era inédita en Inglaterra.
Claramente, la creación de parlamentos autonómicos en Escocia y Gales, y la Declaración de Downing Street en 1993, reconociendo el derecho de autodeterminación de los norirlandeses, ha cambiado la percepción no solamente de los escoceses y galeses, sino también de los ingleses, sobre la identidad británica.
La estrategia desarrollada por los laboristas de crear parlamentos autonómicos para acallar y debilitar las demandas nacionalistas ha servido para reavivar las demandas de ambas naciones y su deseo por la independencia política, y ha llevado a los ingleses a preguntarse porqué diputados escoceses pueden decidir sobre su día a día cuando ellos no tienen voz en el Parlamento escocés.
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