El año pasado tuvimos la oportunidad de visitar Cabo Matxitxako donde nos detuvimos un rato junto al estoico monumento a los héroes de la batalla naval que se librara en ese punto, por eso nos llena de emoción compartir este relato publicado en Deia:
Ojalá y Joseba Azkarraga fuera más congruente con sus palabras y se convirtiera él mismo en un digno gudari vasco para que el partido político al que pertenece tenga más hombres probos que se comprometan a la autodeterminación y eventual independencia de Euskal Herria.
Homenaje a los gudaris de Cabo Matxitxako
Joseba Azkarraga
Es un deber de justicia recordar el combate naval que tuvo lugar, un día como hoy del año 1937, frente al Cabo Matxitxako. El Gobierno vasco quiere así rendir homenaje a todos los gudaris que sirvieron en la Marina Auxiliar de Euzkadi del ejecutivo presidido por el Lendakari, José Antonio de Aguirre. Porque al mismo tiempo que nuestros gudaris peleaban por tierra con indómita bravura, nuestros marinos escribían en el mar páginas de heroísmo difíciles de igualar. Y es que frágiles embarcaciones dedicadas a la pesca fueron elevadas a la categoría de "barcos de guerra".
Los bous vascos habían recibido la misión de escoltar al mercante "Galdames", que llevaba más de dos meses en Bayona. El barco había recogido unos 200 pasajeros, 5 toneladas de monedas de níquel acuñadas en Bélgica para el Gobierno vasco y carga general. El 4 de marzo, con las primeras luces del día, zarparon de Portugalete los bous "Gipuzkoa", "Donostia", "Bizcaya" y el "Nabarra", comandados respectivamente por Manuel Galdos, Francisco Elortegui, Alejo Bilbao y Enrique Moreno.
Por otro lado, el moderno crucero "Canarias", sublevado a favor de Franco, se encontraba rastreando el Golfo de Bizkaia a la búsqueda del mercante republicano "Mar Cantábrico", que trasportaba armas para el Gobierno legítimo, así como el misterioso mercante de bandera estoniana "Yorkbrook", también cargado de armas.
Todo ocurrió durante unas seis horas, al norte de Cabo Matxitxako. La acción acabó centrándose en dos adversarios de desigual fuerza: El "Canarias" y el "Nabarra". Al culminar la tragedia, el "Nabarra" se hundió con la ikurriña en alto, llevándose consigo a 31 personas muertas y a dos con vida que no quisieron rendirse ni abandonar su barco: Enrique Moreno y Ambrosio Sarasola. Por encima de los años, estos dos oficiales enlazan en su muerte con la de otros vascos que jamás se rindieron ni cedieron su responsabilidad, para no sufrir humillación y muerte a manos del enemigo. Como resultado del combate se perdieron definitivamente además del "Galdames", los bous "Nabarra" y "Donostia" y provisionalmente el "Gipuzkoa", que permanecería en reparación cerca de dos meses. Cayeron 34 marinos vascos y 5 pasajeros del "Galdames", junto con otro marino más del "Canarias". Ésta fue la primera y única vez que los bous vascos no completaron con éxito un servicio de escolta.
Los 20 supervivientes del "Nabarra" hechos prisioneros por el "Canarias" fueron juzgados unos meses después y condenados a muerte. En la sentencia condenatoria se afirmaba, como agravante, la identificación ideológica, casi mística con los ideales de Euzkadi y del Gobierno vasco. Pero la intervención directa ante Franco, en un gesto que les honra, del comandante del "Canarias", el capitán de navío Salvador Moreno, y de su director de tiro, el capitán de corbeta Manuel Calderón, hizo que se les indultara y se les pusiese en libertad en reconocimiento de su valentía. A partir de entonces, Manuel Calderón se convirtió en una especie de protector de los marinos vascos, que evitó que se les molestara o discriminara por su condición de "rojo-separatistas" en los difíciles años de la posguerra. Vaya para ellos nuestro respeto y nuestra gratitud para siempre.
Hago mías las palabras de José María de Gamboa cuando aseguró que el combate de Cabo Matxitxako fue mucho más que un simple encuentro naval entre contendientes. Porque además de suponer un punto de inflexión para la Marina de Euzkadi, sirvió para crear en el subconsciente colectivo vasco de la época, y aún después, la impronta de una gesta heroica que reflejaba la decisión de los vascos de luchar hasta la muerte por su libertad. La derrota militar se convirtió en una victoria moral a los ojos de los ciudadanos. El combate naval de los humildes bous vascos contra el poderoso crucero "Canarias" se transformó en una gesta épica. Era la primera vez que unas fuerzas navales vascas daban batalla bajo su propia bandera, la ikurriña izada en proa y la bandera republicana en popa. Este hecho es fundamental. Porque siendo cierto que, a través de los siglos, los vascos han luchado en todos los mares y en toda las marinas, fue la primera vez en que cuatro barcos vascos armados, tripulados por hombres perfectamente conscientes de por qué ideales luchan, dan batalla en alta mar. Luchan por Euskadi.
El simbolismo del combate naval de Cabo Matxitxako es el mismo que el de los gudaris en tierra, pero por su concisión y dramatismo hace resaltar aún más las particularidades históricas y militares de nuestra guerra. Si los gudaris del mar y de tierra compartían la importante característica de ser las primeras fuerzas armadas del pueblo vasco con conciencia política, también compartieron la aventura de tener que luchar contra el enemigo con una gran desigualdad de medios.
La Historia nos enseña también que hay batallas que esconden su verdadera trascendencia, que no es la derrota o la victoria lo que importa, sino cómo se vence o cómo se pierde, y qué surge de sus cenizas o de sus arcos de triunfo. Esta es la verdadera importancia histórica de este combate, símbolo a su vez de la Guerra en Euskadi. A pesar de su dramatismo, la Guerra Civil es parte de nuestro patrimonio histórico colectivo. Debemos abordar su memoria y recordar a todas aquellas personas que lucharon y sufrieron en defensa de la libertad y de la democracia, sin ningún tipo de complejos.
Porque las víctimas de la Guerra Civil caídas en los montes de Euskadi, sepultadas a veces en el anonimato de fosas comunes o enterradas en el fondo del mar, como aquí en Matxitxako, tantas veces injustamente olvidadas, son nuestras víctimas, las de todo nuestro Pueblo.
El reconocimiento institucional pretende afirmar también la superioridad, desde un punto de vista ético y político, de los valores y principios que inspiraban la causa republicana en el ámbito vasco. La lucha por la libertad, el respeto a los Derechos Humanos, la justicia social y la pacífica convivencia entre ciudadanos que encarnó el Gobierno de Aguirre constituyen un patrimonio político y moral de todos los vascos. Las Instituciones vascas somos sus deudoras y estamos, por tanto, obligadas a preservarlo con lealtad y fidelidad. Por ello, como consejero de Justicia me he comprometido a que no se olvide jamás en nuestro Pueblo a todas y cada una de las personas que combatieron enroladas en la Marina Auxiliar de Euzkadi. Pero, sobre todo, me comprometo a que no caiga en el olvido la causa por la que lucharon y murieron, la causa de la libertad, de la democracia, de la justicia y de la humanidad. Es lo menos que podemos hacer.
El gran poeta inglés C. Day Lewis escribió un espléndido poema de inspiración épica en homenaje a los que lucharon en el combate de Cabo Matxitxako y que tituló con el nombre del bou "Nabarra". Sus versos dicen:
Hombres de la tierra vasca
Hijos del Mar Cantábrico
Hombres sencillos que a la vida no exigieron
míticos esplendores.
Y porque la amaron tanto
en su familiar pureza
Prefirieron, en sus rudos corazones
Perecer antes que entregarse.
En el eco de estos versos hay un mensaje. Tripulantes del "Nabarra", héroes del combate de Cabo Matxitxako, gudaris al servicio de la Marina Auxiliar de Euzkadi, no seréis olvidados. El Pueblo Vasco os guardará en su memoria para siempre.
Joseba Azkarraga Rodero, consejero de Justicia, Empleo y Seguridad Social del Gobierno vasco
Ojalá y Joseba Azkarraga fuera más congruente con sus palabras y se convirtiera él mismo en un digno gudari vasco para que el partido político al que pertenece tenga más hombres probos que se comprometan a la autodeterminación y eventual independencia de Euskal Herria.
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