Los vascos que conformamos el octavo herrialde, la diáspora vasca, también hemos sido invitados a participar de este proyecto, prueba de ello es que este año ya ha sido testigo de las primeras tramitaciones del EHNA en México y los Estados Unidos, esfuerzo que se suma al que se ha estado llevando a cabo en Argentina y Urugua desde hace un par de años.
Y de eso se trata este artículo aparecido en Gara:
MARIANA FERNáNDEZ, COORDINADORA DEL PROYECTO EHNA EN ARGENTINA Y URUGUAYNacida en Argentina y bisnieta de vascos, aprendió desde muy pequeña que ser vasca es algo «muy especial» y es por ello por lo que a día de hoy trabaja activamente en «el octavo territorio de Euskal Herria», la diáspora vasca. Mariana Fernández coordina el proyecto del EHNA en Argentina y Uruguay, una iniciativa que, a su entender, «ha llenado un vacío existente desde hacía décadas».
Oihana LLORENTE
Mariana Fernández es una argentina que vive en la comarca de Buenos Aires, pero hay algo que la une con Euskal Herria ya que es bisnieta de ciudadanos vascos. Su abuela materna trató de transmitirle desde pequeña que ser vasca significaba algo especial y que aquello debía continuar en la familia. Y lo consiguió. Lleva veintiséis intensos años dedicándose a la labor de la diáspora vasca. En un primer momento optó por estudiar euskara y hoy es la coordinadora del proyecto EHNA en Argentina y Uruguay.
Han sido numerosos los avances realizados en los últimos años dentro de la diáspora vasca. ¿Cuáles resaltaría desde su punto de vista?
En mi opinión, la diáspora vasca está viviendo ahora un despertar; aunque siempre ha estado cerca de Euskal Herria, estaba adormecida. Dentro de la diáspora vasca se han vivido diferentes etapas, etapas históricas diría yo. En un primer momento, los vascos que llegaban (a América) traían con ellos todas sus preocupaciones, sobre todo en el caso de los exiliados. Más tarde llegó otra etapa en la cual surgió el compromiso hacia Euskal Herria, pero ese compromiso pasó más que nada por mantener la cultura, intentando reproducir lo que eran las danzas, las comidas, las costumbres, las tradiciones... Ya en los últimos años, sin embargo, ha vuelto ese compromiso que implica no solamente ser receptores, sino generar también desde la diáspora la construcción nacional de Euskal Herria. Es decir, en estos momentos hemos llegado a implicarnos y somos partícipes en esa lucha.
Desde el año 2005 está en su mano la coordinación del proyecto EHNA en Argentina y en Uruguay. ¿Cómo comenzó la iniciativa?
En un primer momento, entre la gente que quería ser partícipe dentro de la diáspora vasca creamos un foro de discusión en internet, donde compartíamos todo tipo de cosas que tenían que ver con Euskal Herria. Dentro de los ciudadanos del foro, la inquietud hacia Euskal Herria se fue sumando y al final decidimos llevar adelante el proyecto del EHNA, y la verdad es que el proyecto ha tenido muy buena recepción desde todo tipo de sensibilidades políticas. En los dos años que llevamos trabajando, hemos conseguido más de 300 EHNA en Argentina y Uruguay; 300 personas que han tenido que presentar toda la documentación que acredite que tienen descendencia vasca, y eso no es tan fácil como aquí.
¿Qué ha supuesto esta iniciativa para las personas que integran la diáspora vasca?
En nuestra opinión, el EHNA vino a llenar un vacío que había desde hacía décadas; a la diáspora le faltaba la posibilidad de participar, de sentir que a nuestro modo estábamos aportando. El EHNA ha supuesto ser esa herramienta que ha hecho que la diáspora participe activamente en la construcción nacional de Euskal Herria.
¿Cómo se ve desde allí la situación que vive Euskal Herria?
La situación se ve con mucha ansiedad y preocupación, aunque nunca deja de haber esperanza. Pensamos que el camino es y será arduo, pero que vale la pena y, por ello, nosotros también queremos ayudar desde allí. Últimamente, debatimos y pensamos mucho en cómo podemos aportar; creemos que tenemos que empezar a participar de otra manera, dar un paso más allá de reclamar los derechos de Euskal Herria.
Durante los últimos años esa labor se ha centrado en activar las fuerzas dentro de la diáspora. ¿En qué dirección? ¿En qué sentido pueden aportar a Euskal Herria desde allí?
Es verdad que no podemos aportar de la misma manera de la que se puede hacer en Euskal Herria, pero nosotros desde la lejanía vemos la situación desde una perspectiva diferente, y desde esa visión creemos que podemos aportar cosas importantes. Nuestra labor se ha basado en buscar apoyos que insistan en la necesidad del diálogo y, de este modo, impulsen la resolución del conflicto de Euskal Herria; como se hizo en Idaho a través de la Cámara de diputados, o en la provincia de Buenos Aires o en la de Santa Fe. Nuestra labor es aunar fuerzas para hacer escuchar las revindicaciones de Euskal Herria. Buscar esos apoyos en Euskal Herria creemos que es complicado porque la situación está más crispada, pero fuera de ella no encontramos tantas limitaciones y es por ello por lo que intentamos divulgar nuestro mensaje.
¿Y, mirando hacia el futuro, qué iniciativas piensan llevar adelante?
Nuestra labor ahora creo que se tiene que centrar en reflexionar sobre cómo podemos aportar desde la diáspora y para ello el proyecto del Foro de Debate Nacional creo que es una iniciativa interesante, aunque todavía todo está por ver.
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