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viernes, 16 de marzo de 2007

Aznar Manipula el 11-M

Este texto ha sido publicado en inSurGente:

Aznar vuelve al lugar del crimen

Antonio Maira

(Dedicado a Pilar Manjón, que siempre supo la trampa y que fue la primera en enfrentarse a la avalancha: un ser humano grandioso, una mujer tan fuerte como la vida)

inSurGente.- “España por la Libertad” fue el lema, claramente bushiano, de la gran manifestación que tuvo lugar el sábado día 10 de marzo en Madrid. Dicho lema, en realidad, iba dirigido al presidente de los EEUU. Era la llamada de apoyo de un Aznar aterrorizado ante el inicio del juicio del 11-M y la inmediata evidencia de su responsabilidad en el magnicidio de los trenes. La manifestación, precedida por una enorme movilización fascista, utilizaba una absurda coartada: la excarcelación de un preso etarra en huelga de hambre, al borde de la muerte, y que hace años que había cumplido su condena. El ex presidente reproducía la realizada tres años atrás que había convocado como presidente del gobierno. El animador del genocidio de Iraq y primer responsable de la masacre de los trenes de Atocha, volvía al lugar del crimen. Al magnicidio añadía una manipulación de los hechos que hubiese asombrado al propio Goebbels porque colocaba a las “victimas” como garantes de su inocencia. Pocas veces, en la historia contemporánea, se ha podido ver un acto tan infame.

El segundo 11-M utilizaba el mismo instrumento -la movilización-, y perseguía el mismo objetivo: desviar la indignación popular –ahora mucho más peligrosa que hace dos años, porque Aznar no está protegido por ningún fuero especial- hacia ETA.

La historia es alucinante porque al delito aberrante de complicidad activa con una “guerra preventiva” –evidentemente un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad-; y al posterior de apoyar activamente la destrucción de un país y la realización de un genocidio de magnitud descomunal; el canalla que gobernó este país durante ocho años añadía un crimen de leso pueblo.

Aznar movilizó a una enorme masa de fanáticos para liquidar el proceso de paz en Euskadi, como maniobra de encubrimiento de su anterior crimen nefando.

Como en los crímenes en los que la verdad aparece con absolutamente evidencia, Aznar consiguió engañar a una parte importante de sus seguidores fanatizados, a pesar de que la “enorme manifestación para protestar contra la excarcelación de De la Juana” ocurría casi exactamente a la misma hora en la que, tres años atrás, 200 personas volaban en pedazos y casi 2.000 más quedaban afectados para toda la vida.

El cálculo que permite tamaña monstruosidad vuelve a ser digno de un discípulo aventajado de Goebbels.

Aznar sabe que el mayor absurdo puede convertirse en verdad si se repite un millón de veces. Él no podía hacer semejante despliegue propagandístico porque había perdido las elecciones generales. La mentira fue repetida cientos de veces por miles de fanáticos enloquecidos. Antes fue leída, día a día, ante miles de lectores embrutecidos por el periódico El Mundo y por varias cadenas de televisión en nombre de la sagrada libertad de prensa.

Aznar, criminal genocida, es ahora cómplice de la brutal represalia islamista -que él mismo provocó con su complicidad genocida y su petulancia ofensiva-, a la que le ha prestado una enorme coartada al señalar a ETA como autora del atentado.

El cálculo estratégico de Aznar no estaba basado en la mentira sino en la complicidad política, la cobardía y el encubrimiento. El ex presidente sabía que una respuesta de Zapatero, coherente con una réplica necesaria a la barbarie fascista que había movilizado el Partido Popular, pondría en crisis terminal y de manera inmediata a un sistema corrupto a todos los niveles y que hace agua por todas partes.

¿Qué mejor forma de negar la responsabilidad de Aznar en la masacre de los trenes que presentarse en el lugar del crimen?

¿Qué mejor forma de apartar la atención sobre el 11-M que hacer la víspera del segundo aniversario una enorme manifestación contra las negociaciones de paz en Euskadi?

¿Qué mejor forma de aplastar a las víctimas de la masacre que enterrarlas entre las miles de personas que arropan a la llamada “Asociación de Víctimas del Terrorismo”?

¿Qué mejor forma de vincular el 11-M a ETA que hacerlo al frente de 200 0 300 mil personas?

¿Quién hubiese sostenido a Zapatero si hubiese tenido la valentía de señalar que la manifestación de Aznar apuntaba al juicio del 11-M y a la liquidación –como trofeo de guerra- del proceso de Paz en Euskadi?

Nota: También le dedico este artículo a dos personas más:

Mi amigo y compañero, Iñaki Errazkin, que lleva años apostando, con todos los riesgos que derivan de esta actividad, por el buen término de ese proceso de paz.

Y a Ángeles Maestro, la mejor política del pueblo que tiene este país.


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