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lunes, 25 de diciembre de 2017

El Rey Licencioso de la Minoría Silenciosa

Con respecto al mensaje navideño del monarca borbónico franquista y su catalanofobia les compartimos esta crítica al mismo en donde la autora contrasta las licencias literarias usadas por Felipe en vísperas de la llegada del niño Jesús con lo espetado a menos de 48 horas de conocerse los resultados del referendum del 1° de octubre, misma que podemos encontrar en la página de Público:


Ana Pardo de Vera

Hay cierto candor en el discurso del rey de este año 2017, que probablemente venga motivado por las fechas navideñas y esa especie de vapor etílico que lo inunda todo para que estos días nos queramos mucho y bien hasta después del 6 de enero.

Hay, sin embargo, en el discurso del rey de este año un sutil asomo de frustración y unas ganas tremendas de congraciarse con todos/as hablando de corrupción, desigualdad y hasta de violencia machista; y es de agradecer, sin duda, pero llega tarde y con el daño ya (muy) hecho.

Felipe VI, en su discurso de Nochebuena, el más personal del año (el que Moncloa mira pero no toca), evita las aristas, los picos de intensidad que hicieron de su discurso del 3 de octubre (“Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada”) un contundente alegato de parte —de parte del Gobierno Rajoy— que hoy le pasa factura y le presenta en los televisores desdibujado, frío, alejado y prácticamente noqueado e inservible.

¿Qué puede decir hoy el rey a los dos millones de independentistas catalanes a quienes ignoró el 3 de octubre salvo para hacerlos culpables del Apocalipsis por querer votar siguiendo instrucciones de un Govern con un programa electoral que incluye la (legítima) independencia? ¿Y a los que apeló como la parte víctima de la división catalana dándoles una incomprensible esperanza de que el Estado estaba con ellos, y sólo con ellos, protegiéndolos en un presunto silencio mártir?

Recuerden:

“Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos”. Felipe VI, 3 de octubre.

Craso error. La mayoría silenciosa para la que reinó Felipe ese fatídico día no existe: el 21-D ha votado más del 80% de la población y seguimos igual salvo por la distribución partidista; seguimos con Catalunya partida en dos bloques, y moralmente reafirmada ahora en su área independentista, como es previsible, porque los/as catalanes le han dado la mayoría absoluta a sus fuerzas políticas. Pese al rey, al Gobierno Rajoy, a las porras, al 155, a la cárcel o a la amenaza económica.

Recomiendo la lectura del discurso navideño del rey y, a continuación, la relectura del texto del 3 de octubre; uno no puede entenderse sin el otro, pero no augura nada bueno para la Monarquía el desconcierto titubeante que hoy manifiesta el jefe del Estado ante el inesperado resultado electoral del jueves 21. ¿También se creyó el monarca que con unas elecciones convocadas por el Gobierno central en Catalunya se acababa el ‘problema’? Mal monarca tenemos, entonces, que carece de la intuición del observador neutral y se deja llevar por las pasiones electoralistas y cobardes del Gobierno de parte.

Felipe VI ha tenido su primera gran crisis institucional y ha perdido. Es posible que la cuestión catalana sea en este momento más compleja que el 23-F y que a él le hayan preparado (mucho, insisten en todas partes) para una coyuntura como la de su padre en 1981, al que una serie de circunstancias —y sobre todo el deseo de pasar la página franquista de nuestra Historia— se le dieron cita en Palacio para darle la forma de rey conciliador y empático; aglutinador y simpático.

Hoy, el rey Felipe ha intentado entrar en muchas casas asegurando que “hay que reconocer que no todo han sido aciertos; que persisten situaciones difíciles que hay que corregir, y que requieren de un compromiso de toda la sociedad para superarlas". ¿Qué "sociedad", se preguntarán muchos/as españoles? ¿La que Su Majestad protegía el 3 de octubre? ¿Esa mayoría silenciosa que resultó ser un engaño electoral? ¿La que eligió y reeligió la opción independentista en Catalunya? ¿La que contempló horrorizada, desde Lugo a Málaga, las cargas del 1-O y el encarcelamiento sin sentencia y sin consenso jurídico de líderes políticos con su bendición?

¿De qué sociedad nos habla el rey, que ni siquiera ha reconocido la grandeza y diversidad de la suya cuando servía para algo?






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