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lunes, 25 de diciembre de 2017

Catalanofobia Navideña del Monarca Bananero

El monarca borbónico-franquista ha dado su habitual mensaje navideño y en esta ocasión ha elegido temas guay, de esos que agradan a la gente progre, para disfrazar las instrucciones giradas por la rancia oligarquía española a la que él sirve.

Además, ha aprovechado para pitorrearse del pueblo catalán, mostrando claramente que lo del 21-D lo cocinó él y que mientras ocupe el trono todos los españoles y mucho españoles pueden estar seguros que Madrid continuará siendo fiel a los principios que fundaron al movimiento del 36.

Aquí tienen el análisis que Público ha hecho del discurso:


En su mensaje de Navidad, el rey ha rectificado el tono con respecto a los dirigentes soberanistas de Catalunya, pero les ha instado a descartar la vía unilateral y tomar un camino que "no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o la exclusión". Al mismo tiempo, se ha desmarcado del Gobierno al recordarle que debe afrontar "la creación de puestos de trabajo estables, la desigualdad y las diferencias sociales" y "la corrupción", así como "la lacra inadmisible de la violencia de género".

Felipe VI ha entrado directamente al trapo del proceso independentista catalán en su mensaje de Navidad, al constatar en su tercera frase: "2017 ha sido en España, sin duda, un año difícil para nuestra vida en común; un año marcado, sobre todo, por la situación en Cataluña, a la que luego me referiré".

Desde el Salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela, con un serio traje gris, el rey ha subrayado poco después que la Generalitat que surja de las elecciones autonómicas del 21-D debe cambiar de rumbo, apartándose de la vía unilateral a la independencia. Pero a continuación ha hecho un repaso de las carencias y desafíos que afronta España y ha instado al Gobierno –sin mencionarlo directamente, igual que no se ha referido al Govern disuelto por el Artículo 155– a hacerles frente.

En la primera parte de su discurso –de unos 10 minutos de duración–, Felipe VI ha tratado de presentar una imagen optimista de España, "porque lo largo de los últimos 40 años, hemos conseguido hacer realidad un país nuevo y moderno, un país entre los más avanzados del mundo":

"Hemos asentado definitivamente la democracia, incluso superando hace décadas un intento de involución de nuestras libertades y derechos", en referencia al golpe de Estado del 23-F de 1981.

"Somos una parte esencial de una Unión Europea con la que compartimos objetivos y una misma visión del mundo".

El monarca se ha felicitado de que se ha "llevado a cabo la transformación más profunda de nuestra historia en muchos ámbitos de nuestra vida: en educación y en cultura, en sanidad y en servicios sociales, en infraestructuras y en comunicaciones, o en defensa y seguridad ciudadana". Gracias –ha dicho– "a una España abierta y solidaria, no encerrada en sí misma; una España que reconoce y respeta nuestras diferencias, nuestra pluralidad y nuestra diversidad".

Pero enseguida ha matizado que "no todo han sido aciertos; que persisten situaciones difíciles y complejas que hay que corregir, y que requieren de un compromiso de toda la sociedad para superarlas".

Para ello, ha resaltado "los principios democráticos y los valores cívicos de respeto y de diálogo que fundamentan nuestra convivencia". Y ha subrayado que "España es hoy una democracia madura, donde cualquier ciudadano puede pensar, defender y contrastar, libre y democráticamente, sus opiniones y sus ideas; pero no imponer las ideas propias frente a los derechos de los demás".

Y aquí ha entrado de lleno en el tema de Catalunya:

"Respetar y preservar los principios y valores de nuestro Estado social y democrático de Derecho es imprescindible para garantizar una convivencia que asegure “la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político”, tal y como señala nuestra Constitución. Porque cuando estos principios básicos se quiebran, la convivencia primero se deteriora y luego se hace inviable".

"Hace unos días, los ciudadanos de Cataluña han votado para elegir a sus representantes en el Parlament, que ahora deben afrontar los problemas que afectan a todos los catalanes, respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos", ha proseguido el mensaje del rey.

"El camino no puede llevar de nuevo al enfrentamiento o a la exclusión, que –como sabemos ya– solo generan discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y –por supuesto– económico de toda una sociedad".

En consecuencia, ha abogado por "un camino que, en cambio, sí debe conducir a que la convivencia en el seno de la sociedad catalana –tan diversa y plural como es– recupere la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo; de manera que las ideas no distancien ni separen a las familias y a los amigos. Un camino que debe conducir también a que renazca la confianza, el prestigio y la mejor imagen de Cataluña".

No obstante, Felipe VI también ha advertido, inmediatamente después, de que "superar los problemas de convivencia que ha generado esta situación no nos puede hacer olvidar, por supuesto, otras serias preocupaciones y desafíos de la sociedad española, que también condicionan nuestro futuro y a los que me voy a referir muy brevemente".

El rey ha hecho hincapié en que, pese a la "mejora sustancial de la economía y el empleo", "la creación de puestos de trabajo estables tiene que ser siempre un objetivo esencial y prioritario". Igual que ha llamado a no olvidar "la obligación y la responsabilidad de afrontar la desigualdad y las diferencias sociales, sobre todo tras las consecuencias generadas por la reciente crisis económica, que tanto daño ha hecho a no pocas familias, y ha afectado tanto al futuro de muchos jóvenes".

Y, tras referirse a que el "terrorismo yihadista sigue siendo una amenaza mundial y este año nosotros lo hemos sufrido directamente en Barcelona y Cambrils", ha puesto de relieve que "la corrupción se mantiene también como una de las principales preocupaciones de la sociedad, que demanda que sigan tomándose las medidas necesarias para su completa erradicación", un cometido que sin ninguna duda compete directamente al Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Asimismo, ha subrayado que "Europa se encuentra en estos momentos en una encrucijada histórica" y "España debe recuperar su protagonismo en un proyecto europeo". Igual que ha advertido de que "la defensa del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático no son problemas menores ni secundarios" por lo que "España debe mantenerse firme en sus compromisos ante un problema que afecta a todo el planeta y que requiere soluciones no sólo globales, sino verdaderamente urgentes".

Finalmente –pero dándole cierta prioridad, al cerrar su discurso refiriéndose a ello–, Felipe VI ha proclamado:

"Esta noche no quiero olvidarme de las mujeres que, en un silencio tantas veces impuesto por el miedo, sufren la violencia de género. Una lacra inadmisible que nos hiere en nuestros sentimientos más profundos y nos avergüenza e indigna. Mantengamos la firmeza y el apoyo político para ayudar y defender a las víctimas y concienciemos a toda la sociedad contra esa violencia, criminal y cobarde, que degrada nuestra convivencia".

Para concluir abogando por "una España (...) dispuesta a evolucionar y a adaptarse a los nuevos tiempos".
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