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sábado, 18 de mayo de 2013

Fitero | Presos

Les recomendamos este sarcástico texto publicado en Gara:


Raimundo Fitero

Sin ánimo de ofender, yo creo que Miguel Blesa, es un preso político. Esto para empezar. No sé si esta afirmación conlleva riesgos judiciales, pero está claro que un prócer de esta categoría, que estaba preparando su boda, que llegó a Caja Madrid por amistad y afinidad política con José María Aznar, por lo tanto su cargo fue político y como derivada de sus actividades que llevaron a la ruina a la entidad, son también políticas sus consecuencias. O sea, tenemos, por lo menos, un preso político. Y no me hagan hurgar más porque a lo mejor a eso hay que añadir otro componente en la adscripción ideológica del juez que ha firmado su entrada en prisión, porque se puede argumentar que lo ha hecho por venganza política, que si hubiera sido puesto por los de la otra banda no hubiera tomado la misma decisión, con lo que se pudiera considerarse doblemente preso político.

Despertarse con esta noticia confunde. Un día de estos van a abolir no a los presos políticos, sino a los políticos. Solamente los elegidos por el tercio familiar. Ya saben la familia, el sindicato y el ayuntamiento, todos en democracia orgánica. Probablemente para mejorar las estadísticas se podría entrar en el negacionismo de los propios presos. Así, en general y en abstracto. No hay presos. Ni políticos, ni sociales. Ninguno. Buscamos sinónimos para engañarnos. Lo de la abstención activa de los chicos de Iñigo Urkullu es un síntoma de su avergonzante inoperancia. Ellos son presos políticos del PP. Cuidado que eso no se dice.

Por lo tanto lo de Miguel Blesa, no existe. Es una manipulación. Ha entrado en el talego para hacer las cuentas en el economato. Destino que tuvieron otros próceres importantes. Cachuli, famoso tonadillero metido a alcalde que hizo fortuna transportada en bolsas de basura y Mario Conde, el otro banquero que pasó un rato en la trena por estafa hace unos años. El propio Conde, escribió libros contra El Sistema, y aseguró con gomina rebosante que era un preso político. Como su otro antecesor, Ruiz Mateos, que además de vinatero, yogurtero y bombonero, era banquero. Y por eso lo sacaron de la circulación. Se ha considerado siempre un perseguido político.






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