La NASA ha anunciado que se ha visto forzada a empujar la fecha del despegue del transbordador Atlantis hasta enero debido a la falla en un sensor, aún así es bueno leer el siguiente artículo, sobre todo ahora que el difamante artículo de Keith Johnson a sugerido que los vascos no estamos preparados para ejercer oficios que requieran un coeficiente intelectual mayor al de una cabra.
Aquí tienen pues esta nota acerca de Lèopold Eyharts, el astronauta vasco:
Aquí tienen pues esta nota acerca de Lèopold Eyharts, el astronauta vasco:
El astronauta vasco Lèopold Eyharts parte rumbo a la estación espacial
«La espera ha sido larga», declaraba hace unos días Lèopold Eyharts, astronauta de la Agencia Espacial Europea nacido en Biarritz, que, si se cumplen las previsiones, hoy formará parte de la tripulación que despegue en el trasbordador Atlantis rumbo a la Estación Espacial Internacional. Allí permanecerá durante dos meses. Será su segunda misión, después de que hace nueve años formara parte de uno de los vuelos a la estación rusa MIR, donde pasó veinte días.
Joseba Vivanco
Cuenta el chiste que había dos astronautas vascos en la vieja estación espacial rusa MIR. Le pregunta uno al otro si observa Europa. Y el otro asiente. Le pregunta si ve Euskal Herria; también. Y si ve el pueblo entre las montañas; claro. «¿Y ves allí el frontón?», vuelve a la carga. Y el otro responde: «Sí, veo el frontón». A lo que el primero le propone: «¿Y... a qué esperas para sacar?». Un chiste que quizá conozca Lèopold Eyharts, el único vasco que ha viajado al espacio. Lo hizo en 1998, cuando permaneció 20 días, 18 horas y 20 minutos a bordo de la mítica MIR. Desde allí tuvo la oportunidad de contemplar por un instante, a una velocidad orbital de 7 kilómetros por hora, la tierra donde nació. «Se ve un espléndido espectáculo abarcando el País Vasco de un único vistazo», respondía ese mismo año en una entrevista en la revista electrónica Euskonews. «Evidentemente, la emoción es todavía más exagerada cuando se piensa que sobrevuelas el país de tus ancestros», agregaba.
Eyharts, nacido en Biarritz hace 50 años, será uno de los próximos inquilinos de la Estación Espacial Internacional (ISS), el segundo europeo que tendrá el privilegio de trabajar allá arriba, a unos 320 kilómetros de la superficie terrestre. Hoy, previsiblemente, se sube a la nave Atlantis que despega desde Cabo Cañaveral para trasladar hasta la ISS el módulo-laboratorio europeo Columbus. «Esto hará historia», ha declarado el astronatuta vasco, quien será el encargado de dirigir los experimentos con los que Europa pasa a tener sitio en una estación espacial hasta ahora reservada a rusos y estadounidenses.
Tras tres aplazamientos -el último ayer-, la NASA tiene previsto que el trasbordador tome rumbo a la ISS, sorteando no sólo los imprevistos técnicos surgidos estos días, sino también el adverso tiempo reinante en la zona de despegue. En su último viaje, el Atlantis tardó trece días en recibir luz verde. Esta vez, la ventana abierta para la partida tenía como límite el 13 de diciembre, ya que más tarde la dirección de los rayos solares podría calentar demasiado la nave.
En el interior del Atlantis, junto a otro colega europeo, alemán, y otros cuatro astronautas estadounidenses, viajará este veterano coronel del Ejército francés, en el que será su segundo vuelo espacial y, debido a su edad, seguramente el último. Allí, en la ISS, permanecerá durante los dos próximos meses.
Apegado a sus raíces
Durante su etapa de estudiante, este aficionado a la lectura, la informática y deportes como el tenis o la bicicleta de montaña, cosechó un expediente plagado de sobresalientes. Primero fue piloto militar, hasta que en 1990 fue seleccionado como astronauta por el Centro Nacional francés de Estudios Espaciales (CNES). Su gran oportunidad llegó ocho años después, cuando formó parte de la misión científica «Pegaso» a la estación orbital MIR, a bordo de una de las míticas naves Soyuz. Allí realizó diferentes experimentos a lo largo de veinte días. Aquello le valió para ser asignado ese mismo año a la NASA.
Unos logros que le supusieron reconocimiento en el Estado francés, con la concesión de la Medalla de la Legión de Honor y la Orden Nacional al Mérito, además de otras condecoraciones, también en Rusia.
Natural de Biarritz, Leòpold Eyharts creció y vivió en la localidad de Arrangoitze, donde sus padres mantienen aún un comercio de alimentación. A buen seguro, hoy también estarán pendientes de él su esposa y su único hijo, de apenas nueve años. Precisamente, ése es el tiempo que lleva residiendo en Estados Unidos, «lo que no siempre resulta fácil», como reconocía en una entrevista publicada en la web del CNES, «sobre todo cuando estás tan ape- gado a tus raíces».
En su primera incursión espacial, en la MIR, ya llevó consigo algún recuerdo de su tierra. Esta vez, contestaba en una reciente entrevista al ``L´Ouest France'', «voy a llevar objetos del Ejército del Aire como placas, banderas, y también recuerdos de mi región de origen, el País Vasco».
Europa ya es parte de la ISS
Su participación en esta misión que parte rumbo a la ISS no será una más. La Agencia Espacial Europea se estrena en esta estación que vio cómo se ponía su primera pieza en 1998. «En la actualidad, Europa está haciendo cosas que nunca se hicieron antes. Éste es realmente el primer paso hacia las operaciones permanentes en el espacio», ha comentado en los días previos el astronauta biarrotarra.
Suya será la responsabilidad sobre el laboratorio Columbus. Se trata de un módulo que se adherirá a la estación espacial, y en cuya misión ha participado también una empresa vasca, la firma Lauak, de Aiherra.
El Columbus es un gran laboratorio espacial que dará la oportunidad a los científicos europeos de hacer experimentos en disciplinas como la Medicina, la Biotecnología o la Física de Fluidos. Con una vida esperada de diez años -aunque nadie sabe si el proyecto seguirá funcionando en 2017, pues el presupuesto estadounidense está programado hasta 2016-, unas trece toneladas de peso y una estructura cilíndrica de 8 metros de longitud por 4,5 metros de diámetro, permitirá realizar experimentos en condiciones de microgravedad en su interior hasta a tres astronautas.
Este paso de Europa en la investigación espacial le permitirá salir de la «situación de arrendamiento» en la que se encontraba hasta el momento, puesto que la ESA debía llegar hasta hoy a acuerdos con Rusia y Estados Unidos para utilizar la plataforma orbital.
El módulo Columbus viene a ser como una miniestación que, además de proporcionar la oportunidad de que gru- pos científicos propongan experimentos a bordo y que éstos se realicen, constituye también un habitáculo que podrá albergar a los inquilinos de la ISS en caso de que éstos necesitarán un refugio temporal. Columbus se agregará al laboratorio Destiny de la NASA, instalado en 2001, y precederá a uno japonés que viajará a la estación antes de que Eyharts abandone la estación.
Un paso más en la construcción de esta estación espacial, que, como apuntaba estos días el director del Planteario de Iruñea, Javier Armentia, «como casi todo lo relacionado con la ISS, se ha ido demorando tantos y tantos años, con tales recortes y modificaciones, que comprendo que haya críticos que vengan a decir `por favor, acaben de montar la ISS para acabar ya de una vez con el tema', porque casi lo único que queda del empuje de comienzos de los 80, cuando nació el proyecto de un laboratorio espacial permanente, es eso: a ver si lo acaban».
Armentia considera que la ISS se ha ido dejando llevar a lo largo del tiempo, perdiendo buena parte de su ambición científica inicial y que hoy la publicidad que emana de ella viene a resumirse en «estamos en ello, dénnos más dinero». Según sus cálculos, ya se llevan gastados en este proyecto en torno a los 100.000 millones de dólares.
Origen de la ISS
La actual Estación Espacial Internacional nació del programa espacial ``Freedom'', desarrollado por EEUU y anunciado en 1984 por el presidente Ronald Reagan. El 20 de noviembre de 1998 se lanzó el primer módulo ruso, de nombre Zarya.
Treinta y cinco años de la «canica azul» del Apollo 17
Este martes se cumplen 35 años de la última misión tripulada a la Luna, que nos dejó una fotografía histórica, la «canica azul», tomada el 7 de diciembre de 1972. Es una de las pocas que muestran la Tierra en toda su extensión e iluminada.
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