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sábado, 1 de diciembre de 2007

De Iñaki a Hebe

Esta misiva de Iñaki Errazkin a Hebe de Bonafini ha sido publicada en inSurGente:

Carta abierta a Hebe Pastor, viuda de Bonafini, madre de todos los represaliados del planeta

Iñaki Errazkin | ierrazkin@hotmail.com


Estimada, estimadísima Hebe:

Soy Iñaki Errazkin, tu compañero de viaje siempre que visitas Andalucía. Sabes –y si no, te lo digo ahora- que te quiero y te respeto profundamente. Te quiero como mujer, como madre y como amiga, y te respeto más allá de lo imaginable como la infatigable luchadora que siempre fuiste.

Hace tiempo que no nos vemos, aunque hemos hablado algunas veces por teléfono. En primavera se cumplieron cinco años desde que te entrevisté en una televisión comarcal (entrevista que, por cierto, llevó al carpetovetónico empresario a no renovar mi contrato, otro más para mi currículum). Recuerdo que, de regreso a tu hotel, insististe en visitar a Chuchi, mi compa, en la habitación del hospital en la que se hallaba convaleciente de una difícil intervención quirúrgica. Subiste conmigo y le transmitiste el ánimo que rebosabas. Fue todo un detalle que los dos te agradeceremos siempre. ¡La cara que puso el personal al reconocerte!

Tu pañuelo blanco, lejos de significar rendición, se convirtió sobre tu pelo en símbolo de lucha y de dignidad, justo la que le falta a cierto alcalde gaditano al que pediste ayuda económica para hacer realidad un proyecto comunitario en Buenos Aires, ayuda que te prometió y que, como buen político profesional, nunca llegó a enviarte. Ahí sigue el impostor, agarrado al machito.

Como es lógico en una internacionalista convencida, ya que habías cruzado el charco, aprovechaste el viaje para tus relaciones políticas en otros puntos del reino borbónico, entre ellos la Euskal Herria peninsular. Nunca olvidaré cómo se cebó contigo Falsimedia por tus declaraciones de apoyo a las familias de los presos políticos vascos y a sus ideas.

Tu legendaria valentía, demostrada nuevamente ante los juntaletras hostiles que te acosaron en las ruedas de prensa que convocaste, nos insufló energías a muchos hombres y mujeres que éramos conscientes de la importancia de tu contagiosa actitud, honesta y firme, en aquellos momentos de noche y niebla en que presidía el Gobierno de España el genocida Aznar.

Desde entonces, ciertamente, han cambiado las cosas a ambos lados de la mar océano. Allá, el jefe del Estado se apellida ahora Kirchner. Aquí, como ese cargo es hereditario, se apellidará Borbón hasta que una buena república coloque a cada cual en el lugar que le corresponde, pero, eso sí, hemos cambiado de jefe de Gobierno. De la noche y niebla hemos pasado a la niebla y noche. Todo un periplo que no merecía tamañas alforjas.

Kirchner y Zapatero, Zapatero y Kirchner: dos cabecillas de la social-democracia con la misión histórica de endulzar el amargor inherente al capitalismo de allá y de aquí, de aquí y de allá. Por eso te escribo, Hebe, para preguntarte abiertamente qué me he perdido. Porque amigos comunes me alertan sobre supuestos cambios estratégicos en tu activismo que te han llevado a abandonar principios grabados en tu piel a sangre y fuego. Me hablan de coqueteos con el encantador de serpientes que habita de prestado en la Casa Rosada y, lo que más me dolería como vasco y como socialista si verdad fuese, de haber negado apoyo intelectual a la lucha por la liberación nacional y social de mi país, única esperanza de regeneración de un Estado corrupto hasta las cachas como es el español.

Yo no les creo, amiga Hebe. Estoy convencido de que todo es un error de interpretación de nuestros camaradas. Por eso te escribo, decía, porque no encuentro mejor ocasión para deshacer el entuerto que la actual, cuando los cuatro poderes de las Españas se han conjurado para encarcelar impunemente a más de veinte legítimos representantes de doscientas mil personas a las que se lleva castigando por sus ideas desde hace demasiado tiempo. Quizás no te llegó la noticia y de ahí tu estruendoso silencio. Como sé que lees inSurGente, te lo comunico desde aquí, con la absoluta seguridad de que en breve remitirás a quien corresponda el apoyo solidario que te caracteriza y que te dio la solvencia moral de que ahora gozas. Muchos somos los que lo esperamos con ansiedad.

Tuyo,

Iñaki Errazkin


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