Les compartimos la segunda parte del texto con el que Marcos Roitman aborda el actual recrudecimiento del conflicto vasco, escenario en el que Madrid, al más puro estilo franquista, busca limitar las libertades y los derechos políticos del pueblo vasco utilizando para ello como pretexto un supuesto nexo entre el partido independentista Batasua y la organización antifascista armada ETA.
Adelante con la lectura:
Los orígenes del laberinto vasco
Marcos Roitman Rosenman / II y últim
El conflicto vasco es una cuestión que no se ha podido solucionar en la transición a la democracia tras la caída del franquismo.
En esta línea, un ex parlamentario vasco, Martín Auzmendi, señala: aunque parezca obvio, a estas alturas hay que subrayar que ya no es posible ningún acuerdo sobre la base de abrir un nuevo proceso constituyente en Euskadi. Sin embargo, lo que sí parece posible y necesario es un nuevo acuerdo para cerrar la transición y culminar el proceso constituyente en Euskadi.
Los orígenes del problema son políticos. Desconocerlos no puede traer la solución. En este caso concreto, tras el terrorismo se esconde un problema político grave.
Lo penoso, parafraseando al académico Lázaro Carreter -aunque se refiere a una pelea idiomática- es que se libre en el terreno del terrorismo el combate que debiera ventilarse en el político. No querer asumir esta verdad supone efectivamente no solucionar nunca el problema.
En el último debate sobre el estado de la nación, la portavoz de Eusko Alkartasuna le dijo directamente al presidente del gobierno español, José María Aznar, que cuando más contrariado lo había visto había sido cuando las conversaciones y el diálogo en Euskadi generaron una tregua y la apertura de diálogo con ETA.
Aznar sólo pudo contestar que tal afirmación le parecía miserable. Para Aznar y el PSOE el problema es policial, jurídico y de orden público. Con estos argumentos se entiende que nunca será posible abrir una vía de solución. Quienes votaron en contra o se abstuvieron ante la propuesta de ilegalización de Batasuna no están en contra de la democracia. Tampoco son traidores a la Constitución ni promueven la disolución de España. Sólo señalan que el problema es político y su solución también.
En los hechos, la propia vía judicial está siendo fuertemente criticada por destacados catedráticos de derecho constitucional. Sirva como muestra el comentario de Javier Pérez Royo: En un proceso en el que no se puede llegar en ningún caso a la conclusión de que Batasuna es ETA, porque la conducta delictiva de los ciudadanos que se está investigando no puede comprometer nunca al partido en su conjunto, se acaba alcanzando dicha conclusión, para proceder a la suspensión del partido y abrir la vía a la posible imputación penal de sus dirigentes y, eventualmente, de todos sus miembros.
En la persecución de Batasuna se está cancelando el sistema de división de poderes de la Constitución. Contra Batasuna está empezando a valer todo, desde medidas legislativas de constitucionalidad más que dudosa, hasta autos judiciales que más que decisiones de un poder independiente del Estado parecen escritos de un funcionario del Ministerio del Interior. Contra Batasuna, el fin sí justifica los medios.
En conclusión: presentar la lucha contra el terrorismo en una cruzada de toda España frente a Batasuna es al menos una visión distorsionada y con poco fundamento. Las discrepancias son múltiples. Cabe señalar que en el Parlamento, de las 12 formaciones políticas que tienen representación, ocho de ellas, es decir dos tercios de los partidos y coaliciones presentes, se abstuvieron o votaron en contra de la ilegalización. No es un problema cuantitativo si se refiere al número de diputados de dichos partidos. Expresa un problema de fondo.
Enfocar el problema vasco como una cuestión de terrorismo no representa el sentir mayoritario, primero de la sociedad vasca y en segundo lugar de una parte importante de su elite política.
°
No hay comentarios.:
Publicar un comentario