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jueves, 15 de julio de 2021

Lawfare y Tortura

En el portal de Luh Noticias se ha publicado este reportaje en el cual se aborda la conexión que existe entre el macrosumario 13/13 y la práctica sistemática e institucionalizada de la tortura por parte de Madrid en contra de los militantes del independentismo vasco.

Adelante con la lectura:


El Estado español sigue mirando hacia otro lado ante denuncias de graves torturas

“En cierta manera se reconoce que ha habido tortura pero no se reconoce que ha habido torturadores ni que esa tortura ha tenido un objetivo”, destaca Julen Arzuaga, autor del libro ‘Oso latza izan da. La tortura en Euskal Herria’.

Javier Lezaola

“Me empezaron a tocar –me tocaron mis pechos, todo el cuerpo…–, un guardiacivil que estaba atrás se pegó totalmente a mí –sus genitales, a mi parte trasera– y todo el rato haciendo comentarios de índole sexual, humillándome, insultándome…, y después de eso me pusieron otra banda de gomaespuma, que me iba desde debajo de los brazos y me tapaba todo el cuerpo, y me la precintaron y ahí me seguían echando agua fría por la cabeza y me empezaron a poner bolsas de plástico que me tapaban totalmente y no podía respirar porque se me metían en la boca e intentaba romperlo para respirar… Yo me acuerdo de que encima decían que tenían que cambiar de bolsas «porque las bolsas esas son una mierda» –es que me acuerdo de todos los comentarios que hacían–, pero que tenían muchas bolsas, que «tranquila». Yo sentía que me moría –que me ahogaba–, y no sé cuántas veces me pusieron la bolsa; intentaba escaparme pero no podía, estaba totalmente sujeta con la bolsa y no sé quién en qué momento o me tiraron o me caí o no lo sé muy bien, y estando ya sin bolsa y boca arriba me empezaron a echar un montón de agua a la cara y me entraba por la nariz y me ahogaba y todo el rato me preguntaban «¿vas a hablar? ¿Vas a hablar? ¿Vas a hablar?», y ya en ese momento en que estaba en el suelo les dije «sí, voy a hablar», y desde ese momento fue aprenderme de memoria todo lo que me preguntaban y si no contestaba como ellos querían me amenazaban todo el rato con que iba a volver a pasar lo mismo que había pasado. Cuando ya dije que iba a hablar, me levantaron, me pusieron como unas mallas granates súper sucias que estaban ahí y mi camiseta interior que tenía y me pusieron contra una pared y ahí empezaron a preguntarme cosas y a hacerme aprenderme lo que ellos querían que yo declarase en la declaración policial, y me acuerdo de que ahí también oía gritos de otro hombre en el cuarto o en la celda de al lado o no sé muy bien, gritos durante bastante tiempo”.

Es parte de la declaración efectuada este martes en la Audiencia Nacional por la joven vasca Naia Zuriarrain, detenida por la Guardia Civil en abril de 2010 en Bilbo e incomunicada durante cinco días en dependencias del instituto armado, la mayor parte del tiempo en el puesto madrileño de Tres Cantos. Zuriarrain, que está siendo juzgada en la Audiencia Nacional junto a otras siete personas –todas acusadas de integrar el “frente jurídico” de ETA y para cada una de las cuales la Fiscalía pide entre siete y 19 años de cárcel– por el “sumario 13/13”, ha relatado esas torturas primero ante el juez instructor del caso, Fernando Grande-Marlaska –actual ministro del Interior del Gobierno de coalición–, y ahora ante la presidenta del tribunal que la juzga, Ángela Murillo. Zuriarrain también llegó a presentar una denuncia por estos hechos, pero fue archivada.

“Uno se me acercó al oído y me preguntó que si quería ser madre, la pregunta me sorprendió pero le contesté que sí y me dijo «pues prepárate porque no lo vas a ser y prepárate porque empiezan los interrogatorios», y se fueron” (…) “Con una bolsa en la cabeza me pusieron contra la pared, ellos estaban enfrente mío, yo estaba contra la pared y me preguntaron «Saioa, ¿sabes por qué estás aquí?», y yo les dije «no», y me pegaron un golpe en la cabeza que me quedé fuera de juego. Me volvieron a preguntar lo mismo, yo contesté otra vez lo mismo y empezaron a pegarme otra vez. Empezaron a quitarme la ropa, me empezaron a soltar el vestido y a bajarme las medias, yo me resistí, y entonces ellos me cogieron de ambos brazos y otro empezó a bajarme las medias, yo me resistí y entonces empezaron a pegarme bofetadas en la cara y llegó un momento en que yo les dejé que me desnudaran y estuve desnuda durante casi todos los interrogatorios”.

Es parte de la declaración efectuada este martes en la Audiencia Nacional por la joven vasca Saioa Agirre, detenida por la Guardia Civil en abril de 2010 en Sopela (Bizkaia) e incomunicada durante cinco días en dependencias del instituto armado, la mayor parte del tiempo en el puesto de Tres Cantos. Como Zuriarrain, Agirre es otra de las personas que están siendo juzgadas la Audiencia Nacional por el “sumario 13/13”, y también ha relatado esas torturas primero ante Marlaska y ahora ante Murillo. Y, como Zuriarrain, Agirre también llegó a presentar una denuncia por estos hechos, pero también fue archivada.

“Me obligaban a hacer ejercicios físicos –sobre todo flexiones y muchas sentadillas–, yo estaba desnuda, mientras hacía las sentadillas ellos me pellizcaban los pezones, me tocaron la vagina dos veces, yo hacía flexiones y me metían el humo de su cigarrillo dentro de la bolsa y yo no podía respirar, y me tapaban con la mano mi boca y la nariz y yo no podía respirar, y en esos momentos me hacían preguntas, a ambos lados de los oídos, que a veces no les entendía. Y me hacían preguntas y preguntas y si no contestaba con cierta rapidez, me tiraban contra la pared o me pegaban o incluso a veces me tiraban al suelo y se tumbaban encima mío y yo no podía respirar. Me mareé en un par de ocasiones y la verdad es que lo único que quería era desmayarme, pero no… Y llegó un momento en que yo ya no podía más, yo me caí al suelo, empecé a llorar y yo ya estaba rota, estaba dolorida, estaba humillada y les dije «¿qué queréis de mí?», o sea«¿qué queréis?», y ellos me dijeron que si hacía una declaración policial con ellos, me dejarían tranquila, y eso es lo que yo quería, que me dejasen… Quería terminar con aquello y para mí no había alternativa”, continuó la declaración de Agirre en la Audiencia Nacional.
“Me la tuve que aprender de memoria”

Zuriarrain y Agirre han insistido en que sus declaraciones policiales fueron obtenidas tras las graves torturas que han denunciado haber sufrido en el puesto de la Guardia Civil de Tres Cantos. “La declaración policial la escribió la Guardia Civil, la escribieron ellos, yo me la tuve que aprender de memoria, hicimos varios ensayos para aprenderlo y para decirlo de forma adecuada. No me acuerdo de lo que dije en la declaración policial porque es que no es cierto; toda mi declaración policial fue mentira, lo escribieron ellos”. Así se lo ha trasladado Agirre primero a Marlaska y ahora a Murillo. Como Zuriarrain.

Las preguntas se agolpan. ¿Por qué los tribunales de justicia archivaron las denuncias de Zuriarrain y Agirre? ¿Por qué ni Marlaska ni Murillo han deducido testimonio de sus relatos y han seguido actuando como si tal cosa? ¿Por qué ninguno de los guardiaciviles que las interrogaron ha tomado medidas o ha salido al paso de sus declaraciones en sede judicial? ¿Por qué los grandes medios de comunicación pasan de puntillas ante hechos como estos, y eso si es que les reservan algún espacio? ¿Por qué, diez años después del cese definitivo de la actividad armada de ETA y tres años después de la disolución de la organización, el Estado sigue mirando hacia otro lado ante denuncias de torturas tan graves?

“En cierta manera se reconoce que ha habido tortura pero no se reconoce que ha habido torturadores ni que esa tortura ha tenido un objetivo, que era arrancar declaraciones como las que ahora se están usando en un juicio para acusar y para sostener condenas que son durísimas”, ha destacado este miércoles, consultado por LUH, el abogado Julen Arzuaga, autor del libro ‘Oso latza izan da. La tortura en Euskal Herria’ (Euskal Memoria Fundazioa, 2012) y parlamentario autonómico de EH Bildu en la CAV. “No se asumen responsabilidades ni se persigue a los torturadores”, insiste Arzuaga, que destaca que “los testimonios de esta semana interpelan a quienes impulsaron y toleraron la tortura, que ha tenido un papel relevantísimo a la hora de imponer condenas”.

En cualquier caso, para el abogado lo “llamativo” es que, con ETA desactivada desde hace diez años y disuelta desde hace tres, aún haya gente “que pueda estar sometida a un juicio donde la sospecha de torturas es tan evidente”, y “que esté diciendo «me estáis acusando con una declaración que la Guardia Civil me ha obligado a aprenderme de memoria y que la he soltado delante del juez, precisamente Marlaska, para salvar el culo porque me estaban practicando la bolsa y no sé qué ejercicios extenuantes»”. Y Arzuaga tira aquí de la doctrina del “fruto del árbol envenenado”, esa que advierte de la imposibilidad de sostener “sobre pruebas corruptas” un proceso judicial “justo, legítimo y con todas las garantías”. El abogado se pregunta asimismo “por qué nadie está saliendo a decirles a esas chicas «mira, esas declaraciones son mentira y obedecen a estrategias terroristas»” e insiste: “O lo que dicen es mentira, las dos son unas mentirosas compulsivas y habría que salir a denunciarlas o es que sus denuncias, de unos hechos que además tienen un componente sexual, se asumen y no se puede refutar lo que están diciendo, pero yo creo que desapercibido el tema no puede pasar”. Aunque sí lo está haciendo, una vez más.

 

 

 

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