Le pediríamos a los del PNV que fueran honestos y valientes con respecto al enorme gasto, injusto si así quieren catalogarlo, así como el coste social y medioambiental que ha traido a Euskal Herria la faraónica extravagancia neoliberal conocida como TAV.
"Inocentada" ha denominado Urkullu a la más reciente revelación por parte de Madrid con respecto a la utilidad que se le dará al tramo ferroviario que unirá a la capital de la CAV con el reino.
Así que por el momento, les dejamos con esta esitorial de Naiz:
El ministro español de Fomento, Iñigo de la Serna, estuvo ayer de gira en Iruñea y Gasteiz con las conexiones del TAV como tema estrella. La visita no fue más que una escenificación de decisiones tomadas de antemano, pero tuvo la virtud –al margen de consideraciones de fondo sobre la faraónica obra ferroviaria– de poner de manifiesto algunas de las dinámicas que acompañan a su imposición en tierras vascas.La principal es que quien toma las decisiones nucleares al respecto es el Estado. Se trata de un proyecto español y el PNV ha fracasado a la hora de hacer valer sus preferencias, tanto en cuanto a la conexión entre Gasteiz y Burgos (en el camino hacia Madrid) como entre Nafarroa y la CAV. Esta última se hará salvo giro inesperado por Gasteiz, siguiendo el actual trazado y no por la opción, mucho más cara, de agujerear Aralar y llegar a Ezkio. Pero es la primera cuestión la que supone todo un torpedo a la línea argumental de Lakua, que siempre ha ensalzado la utilidad del TAV para la industria vasca, en contra de las evidencias que señalaban que la alta velocidad poco tiene que ver con el transporte de mercancías. De la Serna confirmó ayer que la conexión con la capital del Estado solo será para pasajeros, lo que se une a la decisión de París de dejar en vía muerta la conexión de alta velocidad vía Hendaia.El TAV es un capricho carísimo que, en contra de lo que defendió ayer Arantxa Tapia a la desesperada, nada tiene que ver con la construcción nacional. Un proyecto que no responde a los intereses ni de la ciudadanía ni de la economía de Euskal Herria. Un proyecto en el cual Madrid decide y el PNV gestiona, adelantando el dinero y adjudicando los jugosos contratos. Quizá algún día conozcamos los motivos de fondo para defenderlo con tanto ahínco. Mientras tanto, en la hemeroteca resuenan todavía las palabras de la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, en setiembre de 2016: «A Urkullu lo que le preocupa es a quién se adjudican las obras del TAV».
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