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lunes, 20 de febrero de 2017

Conversando con Joxe Elorrieta

Les compartimos este artículo-entrevista publicado por Gara:


Loiuztarra residente en Algorta, ya apartado de la escena pública, este líder sindical de gran inteligencia intuitiva comparte en su primer libro una mirada crítica y una visión de país. Con látigo, franqueza rústica, poniendo pulmón y diafragma en el decir.

Mikel Zubimendi

Hablar con Joxe Elorrieta es hacerlo con un abertzale que ha vivido apasionadamente el sindicalismo, que lleva metido en la sangre el «veneno» de la política. Secretario general de ELA durante dos décadas, doctorado en Ciencias Políticas tras su jubilación, reaparece en la escena pública con su libro “Una mirada sindical contracorriente”. Una propuesta inusual e interesante. Un libro con el que no hará amigos. «Ya me lo dijo, ya, un viejo amigo de fatigas de nuestra ejecutiva histórica al que se lo pasé», reconoce en tono alto, con cierto humor socarrón.

Tiene ganas ya de terminar todas las entrevistas y presentaciones que ha tenido que atender y de volver a su normalidad, a cultivar una vida fluida y cómoda. «Disfrutar de una vida en pareja, de una buena cuadrilla, de mis nietos que me hacen recordar las ausencias que tuve con mis hijas». Consume lectura y cultura. No es muy de viajar: «la idea que tengo del viaje como responsable del sindicato es muy de hoteles, muchas veces solo y perdido». Tampoco es de huerta: «de eso nada, y mira que viví en el baserri hasta que me casé». Dejó su cargo en ELA a los 57 años: «teníamos preparada y pactada nuestra salida, permitía escalonar y renovar», y siempre lo ha tenido claro: «salir por esa puerta y el que se marcha, se marcha, ¡ni puertas giratorias ni consejos de sabios!».

Cinco días después de dejarlo ya empezó su curso de doctorado: «aquí en Leioa, entre chavales, con un director de tesis maravilloso, a cuatro pasos de casa». Eso le ocupó y le hizo sentirse en forma. Leyó con placer a nuevos autores, especialmente a David Harvey, un marxista heterodoxo del que destaca su visión del territorio. «A los abertzales siempre nos han atacado por ahí, que si el nuestro es un caso pequeño, que no da de sí, que los intereses de la clase obrera obligan a cambiar de escala, pero no, el único territorio que vale para la lucha es el que se ocupa, el que se agarra, y los cambios de escala hacia territorios más amplios hay que hacerlos con mucha prudencia y cuidando el territorio de partida».

Elorrieta analiza en su libro los elementos constitutivos del neoliberalismo como modo salvaje de capitalismo. Critica con dureza su esquema de avaricia enfermiza y subraya el hecho de que no puede cambiar por dentro, que no es reformable. Ahí sitúa el fracaso de la socialdemocracia, de la que critica su deriva proempresarial. «Ya lo dijo Thatcher cuando le preguntaron cuál había sido su mayor éxito: ‘conseguir que la socialdemocracia piense como nosotros’».

ETA se retira, el PNV se desliza

En su libro aborda el caso vasco con tres ideas clave: mayoría sindical fuerte desde la autonomía; soberanismo de izquierdas con liderazgo, y dialéctica entre espacios institucional, político y sindical. Le preguntamos si no tiene la sensación de que esto ya lo hemos oído antes, que estamos en una rotonda sin marcar el intermitente y encontrar la vía de salida para hacer camino con un horizonte compartido.

«Hay cosas que no pasaron en los 90. Una, ETA se retira, un dato políticamente sustancial, despeja camino a una corriente muy potente en este país; dos, el PNV –y hay que agradecerle su sinceridad– entierra Lizarra-Garazi. Lo descataloga expresamente por frentista. Abraza una lógica neoestatutista, quiere vertebrar y estabilizar el Estado, sus aliados son el PP y el PSOE. Y luego está su deslizamiento neoliberal, teorizado hacia una posición proempresarial extrema. Urkullu dice: ‘los únicos que estamos en la realidad somos Confebask y nosotros’, en su concepción solo hay Administración, empresas y ciudadanos. ¡Eso es Margaret Thatcher! Y Confebask dice que hay que ilegalizar a ELA y LAB porque se meten en cosas que no son de sindicatos (fiscalidad, TAV...)».

Elorrieta referencia a menudo y pone en valor Lizarra-Garazi, que fue una alianza con el PNV. Pero a la vez, en su libro se pone la esquela a la idea monzoniana de Malzaga. Le preguntamos al respecto: «A ver, a ver, las esquelas se ponen a los muertos y yo no soy el asesino de Malzaga. Yo no, es la realidad. Malzaga fue una hipótesis de trabajo que tuvo un gran potencial e imaginó una ambición con la que cualquiera que se sienta abertzale está de acuerdo. Eso lo inventó Monzón, no yo. Tienes razón, el último intento de llegar a Malzaga fue Lizarra-Garazi, pero no es un horizonte ya. El PNV lo ha dicho y lo está haciendo. Hay que recaracterizarlo todo y asumir que en una primera fase hay que hacer sin el PNV».

Innovar sin complejos

Profundizando esa cuestión planteamos a este loiuztarra que, si no se puede hacer con el PNV, quizá habría que hacerlo contra el PNV, pasarles por encima, mandarlos a la oposición, a la esquina como castigo para que recapaciten y cambien. ¿Ve a ELA en esta idea?

«No, no, a ver, a ver, no me gusta caer en la cosa de contra. Construyamos una alternativa, desde un diagnóstico común, recogiendo experiencias, recorridos, capacidades, hagamos el camino, sin vértigo. Aquí, en Euskal Herria, hay fuerzas organizadas, experiencia política y social suficiente para asumir el reto de recaracterizar, sin ningún complejo, el soberanismo vasco desde una perspectiva de izquierda. Hay que ir a una innovación estratégica y organizativa. Esa es la lectura».

A la izquierda abertzale le da bien, y no precisamente jabón, en su libro. Utiliza el término «MLNV», que suena a muy de los 80 y recuerda a guerrillas político-militares. También señala que no ve novedad organizativa, que sigue anclada en una concepción vanguardista y escorada hacia lo institucional, además de calificar la propuesta de Anoeta o el intento de Loiola como «error estratégico» por priorizar transversalidades con fuerzas estatales. Le preguntamos por el término y si la izquierda abertzale lo ha hecho tan mal.

«Lo del MLNV ya me lo han hecho llegar. No era mi intención. Pero ¿cómo quieres que le llame?, ¿izquierda abertzale? Eso es un genérico, me resisto a utilizar ese nombre. Ahí hay tres fuerzas, Sortu, LAB y Ernai, ¿cómo tienes que llamarlo si no les quieres otorgar ese genérico? Pero reconozco que es un término inadecuado. Y lo otro, no, no. No voy a eso, y no parece justo fustigar. Pero tienen documentos en los que dicen que Sortu es su principal organización y referente, y que dinamiza el conjunto de la estrategia. Y que LAB y Ernai solo tienen capacidad propositiva y dinamizan sus tareas propias. Y ese formato, en este contexto de oportunidades, pues no. Yo critico eso».

¿Modelo del «Labour»?

De su respuesta se intuye preocupación por sindicatos que son correa de transmisión. Pero, ¿y si ELA pudiera tener la idea inversa, la del modelo Labour británico: el sindicato ocupa la política y se ocupa de partidos, periódicos...? En esa innovación a la que invita, si todos debemos cambiar para que todo cambie, ¿en qué tiene que hacerlo ELA?

«Bueno... Mira la historia de ELA. Nacemos de la mano del PNV. En los 60, en el interior, se empieza a pensar en una política alternativa al PNV. En los años 74-76 entienden que solo tienen que hacer sindicalismo y abandonan la política. Para mí, fue una decisión muy acertada: preservó la unidad del sindicato, nuestra situación como organización exigía dedicación exclusiva. Con nuestra generación, ELA se posicionó contra el Pacto de Ajuria-Enea, se hizo la Declaración de Gernika... pero fíjate qué dicen los de ahora: ’estamos en condiciones de abrir un espacio alternativo de suma sindical, social y política’. ¡Eso nunca lo dijimos nosotros! ¡Y ELA está ahí! Es realmente remarcable».

«La lucha es un proceso largo, las derrotas están ahí y hay que saber gestionarlas»

Planteamos una paradoja a Joxe Elorrieta y le pedimos una reflexión. A saber, si el sindicalismo abertzale compactado en torno a ELA y LAB, que sin duda crece y tiene más representación y más delegados, podría en paralelo, en términos de punch, de impacto, quizá pintar menos o tener una menor relevancia. «Te entiendo. Pero, no. Ten en cuenta que la hegemonía neoliberal es mucha, mucha hegemonía. Y que en el mejor de los escenarios, con una estrategia común engrasada y a velocidad crucero, esas dos organizaciones seguirían a la defensiva, optimizarían recursos, obtendrían más victorias… Harían pedagogía, a veces ganarían y a veces perderían, pero por sí solas no le darían la vuelta a la tortilla. Y es que la lucha es proceso largo, las derrotas están ahí y hay que gestionarlas, entre otras cosas, manteniendo la moral de lucha».

Durante la conversación sale varias veces el nombre de Rafa Díez, ex secretario general de LAB preso en la prisión de El Dueso. Tras tantas reuniones, unas mejores y otras peores, tras tantas discusiones y conspiraciones conjuntas, no perdemos la ocasión de preguntar si podremos verles a ambos nuevamente en alguna trama compartida. «A Joxe Elorrieta, ¡no! Tengo ganas tremendas de verlo en la calle y seguro que encontraremos el momento de charlar en profundidad, desde la amistad. Rafa era más líder que yo, más allá de LAB, su capital y su peso era muy grande. A mí me eligieron porque el que estaba previsto que tomara el cargo dijo que no. El coraje y el valor del equipo de Rafa fue enorme, fueron muy grandes. Cada uno en su cuerda floja, ¡tanto andamos, tantas veces, en la cuerda floja! Rafa seguirá siendo un capital activo, clave en el futuro de la nueva izquierda abertzale. ¡Yo no! Yo salí por esa puerta y para mí tiene que ser así: el que se marcha, se marcha».






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