Les compartimos esta entrevista que por motivo de su más reciente novela Kirmen Uribe a concedido a la página catalana El Nacional:
Gustau Nerín | Foto: Sergi AlcàzarKirmen Uribe es uno de los autores en lengua vasca más leídos y más traducidos. Con su primera novela Bilbao-New York-Bilbao, consiguió el Premio Nacional de Narrativa, el Premio de la Crítica de Euskadi y el Premio de los Libreros de Euskadi. Ahora publica La hora de despertarnos juntos (Edicions 62, en catalán, con traducción de Pau Joan Hernàndez, y Seix Barral en castellano, en traducción de José María Isasi). Con motivo de la salida de este libro, ha visitado Barcelona, una ciudad que es el escenario de algunos episodios de la obra.¿Cómo resumiría La hora de despertarnos juntos?Es la historia de una enfermera vasca en los años 30, una mujer independiente que se tiene que exiliar a París, donde conoce a otro exiliado, un músico de jazz vasco. Huyen juntos a Venezuela escapando de los nazis. Y cuando están allí tienen que volver a Euskadi para trabajar en los servicios secretos vascos en la resistencia antifranquista.El protagonista de su libro, Txomin Letamendi, es un héroe, pero no es un ganador... ¿Vale la pena escribir sobre un perdedor?Las mejores historias son las de los perdedores. Las historias de los ganadores aparecen en los libros de negocios y de economía. Además, yo no diría realmente que mis protagonistas son unos perdedores, porque la causa por la que ellos lucharon, la libertad del pueblo vasco, la democracia y el antifranquismo acabaron ganando… Estamos aquí gracias a que ellos lucharon. Como tanta gente de la que no sabemos nada. A mí siempre me ha interesado la historia de la gente anónima, por eso no he querido novelar la historia del lehendakari Aguirre, sino la de estos héroes desconocidos.En un punto de su libro uno de los personajes afirma que “una retirada a tiempo no es una victoria”. ¿Está de acuerdo con esa frase?Sí, porque Aguirre no se retiró nunca. Aguirre siguió luchando hasta su muerte. El gobierno de Aguirre legalmente duró unos meses, pero la memoria de este gobierno dura hasta hoy en día. ¿Qué hizo Aguirre? Mantener la ilusión de los vascos, convencerlos de que tenían un gobierno en el exilio. Y los vascos se identificaban más con este gobierno que con el gobierno franquista. Todas las conquistas que se han ganado más tarde han sido en parte gracias a él y gracias a la gente de su generación. Me fascinó mucho esta generación cuando empecé a estudiarla.Muchas veces la prensa madrileña habla del nacionalismo vasco como un universo cerrado, rural, tradicionalista, pero su libro nos habla de un nacionalismo vasco muy abierto, con conexiones con Francia, con Estados Unidos, con Latinoamérica… ¿Es falsa esta visión del nacionalismo cerrado de caserío?Yo creo que sí. La novela empieza con una fiesta real, que se celebró en la residencia de Ramón de la Sota, uno de los fundadores del PNV. Él vivía en una mansión en Bilbao, era un industrial, su hijo había estado en Cambridge y se carteaba con Ezra Pound, con Rabindranath Tagore… Y esto no tiene nada que ver con el caserío. La generación de Aguirre es una generación que cree realmente en la democracia. No mira hacia el pasado, sino hacia el futuro. Tenían un pensamiento muy moderno.Nos pinta con simpatía a algunos vascos muy al margen de la ortodoxia católica imperante, como Jon Mirande, que publicó una especie de Lolita en vasco, o el pintor Antonio Gezala, que pintó de forma muy moderna impresionantes fiestas. ¿Existieron esos personajes?Son personajes que existieron y que hicieron un gran trabajo. En Euskadi, antes de la guerra, había un nacionalismo de izquierdas, como el del pintor Gezala, que refleja el Bilbao de los años 20 y 30… Pinta choques de tranvías, los barcos que atracaban en Bilbao... Luego todo esto ha caído en el olvido, como la historia de personajes tan fascinantes como Manu Sota, que tenía relación con Hemingway y con Thomas Mann. Con la clandestinidad derivada del franquismo el nacionalismo se cerró y se perdieron estos referentes tan modernos. Con este libro he querido rescatarlos, a ellos y a la visión tan abierta tenían.Nos describe con inmensa admiración a José Antonio Aguirre, el lehendakari. ¿Cree que fue un hombre tan íntegro?Yo creo que sí, tuvo sus fallos y sus errores, pero fue una persona íntegra y creyó hasta el último minuto en lo que hacía. Nunca dejó de lado a los que le seguían. Fue una persona fiel. Podíamos decir que fue una persona ingenua, por creer que las potencias le ayudarían a terminar con la dictadura de Franco, pero si no fuera por la guerra fría, tal vez las cosas podrían haber ido en otra dirección. De todas formas, en La hora de despertarnos juntos, Aguirre no es tanto una figura heroica, como una figura humana: alguien que no sabe inglés y que se siente nervioso por temor a meter la pata cuando le hacen profesor en Columbia... Es un Aguirre fumador, bebedor, un hombre con dudas...La hora de despertarnos juntos combina ficción y realidad. ¿Qué tiene de ficción y de realidad?Los acontecimientos vitales e históricos que se narran son verídicos. Y tenía que ser así. No tenía otra salida. Si no, la novela no hubiera sido verosímil. La ficción está en la manera de organizar la novela. Esto no es ni una biografía ni un libro de historia. Organizo la obra siguiendo procedimientos novelescos; aquí la narración es lo importante, no la vida de los personajes. La estructura narrativa es novelesca, y también las escenas y los diálogos.Su libro está muy documentado. ¿Cómo ha tenido acceso a todos los hechos que describe? ¿Ha consultado muchos archivos y bibliografía?He leído muchísimos libros de historia. He entrevistados a muchos historiadores y a muchos familiares de los protagonistas, y he visitado muchos archivos. He trabajado mucho, pero ha sido una labor muy bonita. Porque yo conocía los hechos, pero no conocía la verdad. Ha sido un proceso muy bonito, irse acercando a la verdad, paso a paso. Cuando descubres la prueba evidente de la relación de Txomin Letamendi con los servicios secretos norteamericanos, esto te llena de satisfacción.La hora de despertarnos juntos nos menciona también la resistencia antifranquista catalana y nos remite a personajes como el activista e historiador Josep Benet. ¿Ha trabajado sobre los archivos de este período?Estuve en el Arxiu Nacional de Catalunya, en Sant Cugat, viendo el archivo personal de Benet, porque él había estudiado la resistencia antifranquista vasca en Catalunya. Pero Benet falleció antes de terminar sus memorias y por eso en ellas no habla de esto. Pero conseguí consultar sus papeles y gracias a ellos pude documentarme mucho. Para mí fue increíble ver la conexión que tenía Benet con los servicios secretos vascos y comprobar la admiración que él tenía por los vascos. Pero Benet era muy agudo y escribió una de las grandes claves de la historia española de esos años: “Franco no cayó porque no había una alternativa clara y creíble”.¿Para qué escribir esta novela?Josep Benet guardaba la última carta de Txiki, el etarra que fue fusilado en Cerdanyola en 1975, en que anunciaba que le iban a matar y escribía: “Vosotros vais a juzgar a los que me van a matar”. Pero esto nunca ha ocurrido. Y por esto, esta novela quiere ser un juicio a estos verdugos del franquismo. Lo que los tribunales no han podido hacer, lo puede hacer un historiador o un novelista. Un historiador o un novelista pueden sacar las historias del olvido y denunciarlas. Tenemos este poder. Y debemos utilizarlo.En un punto de su novela, cuando ya se refiere a la historia reciente de Euskadi, el narrador se pregunta: “¿Por qué no reaccionamos ante la espiral de violencia y de muerte? ¿Por qué no detuvimos a tiempo aquella inercia sin sentido?”. ¿Cuál es la respuesta?No hay respuesta. Lo que hay es un reconocimiento de los hechos. Lo que hay, por mi parte, es una autocrítica. Una autocrítica que es necesaria, teniendo en cuenta lo que ha pasado en los últimos años. La autocrítica es la puerta abierta a un nuevo tiempo. Y el título se refiere a esto, a un momento nuevo para el país.La hora de despertarnos juntos habla de los vascos que tuvieron que marchar y construir su vida en otros lados. Esto sucedió en los años treinta, pero ahora vuelve a haber mucha gente que tiene que marchar de sus casas sin saber si podrán volver. ¿Esto le ha influido para escribir este libro?Me ha influido mucho. Lo que pasaron los vascos y los catalanes después de la guerra civil es lo que están pasando ahora los sirios y la gente de otros países en guerra, que tienen que salir de su tierra dejándolo todo. Y deberíamos tener en cuenta que nosotros fuimos acogidos en otros países, y nosotros también deberíamos acoger a esa gente que huye del espanto, que huye del terror.
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