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domingo, 20 de noviembre de 2016

Juan Gracia Colás

Siguiendo con el tema del 80 Aniversario de la creación de lo que podría denominarse el primer gobierno vasco, les presentamos este reportaje publicado en Deia:


Juan Gracia Colás (1891-1941) fue el encargado de atender a los refugiados vascos tanto en Euskadi como en Francia

Jon Penche

Hace pocas fechas celebrábamos el 80º aniversario del primer Gobierno vasco. Sin embargo, ocurre que cuando evocamos a aquel ejecutivo nos viene a la cabeza inmediatamente la figura del lehendakari Aguirre, la cual opaca frecuentemente a otras personalidades que tomaron parte de aquel primer gabinete de la Euskadi autónoma. Una de esas figuras, que han pasado totalmente desapercibidas para el gran público, y que no ha sido reivindicada hasta hace bien poco, es la de Juan Gracia Colás, el primer consejero de Asistencia Social del Gobierno vasco, del que este año se han cumplido 75 años de su fallecimiento.

Juan Gracia era lo que podíamos denominar un socialista prototípico. Hijo de unos jornaleros zaragozanos que se habían instalado en Bilbao hacia 1882, nació el 30 de marzo de 1891 en la calle Hernani de la capital vizcaina. Se adscribió a las Juventudes Socialistas en 1904 y, en cuanto cumplió los 16 años, ingresó en el PSOE. Su aparición pública data del año 1913, momento a partir del cual participó en docenas de mítines de propaganda socialista, societaria y cooperativista. En 1917 fue detenido, junto a su esposa Áurea Pérez Echevarria, por su participación en la huelga revolucionaria de agosto de aquel año en la provincia de Bizkaia. Fue concejal del Ayuntamiento de Bilbao entre 1920 y 1923. Durante el primer bienio, y bajo la alcaldía de su compañero de partido Rufino Laiseca, Gracia ostentó la primera tenencia de alcaldía, caracterizando su actuación la mediación en los conflictos laborales, la contención del precio de las subsistencias, la educación y la reducción del impuesto de consumos.

Durante la II República, Juan Gracia participó muy activamente en todas las campañas electorales, singularmente en la del Frente Popular, tomando la palabra en numerosos actos desarrollados en Bilbao, la margen izquierda y la zona minera. Además, durante este período, ingresó en el cuerpo de empleados municipales del Ayuntamiento de Bilbao, como investigador de las contribuciones territorial, industrial y de comercio. Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, Gracia participó en la Junta de Defensa de Vizcaya dentro del Departamento de Asistencia Social, que dirigió el anarquista Pablo Valle, en el que desempeñó el puesto de asesor jurídico. Desde aquel cargo, como él mismo afirmó más tarde, pudo ver la magnitud de la obra que tenía por delante su Departamento, con la llegada de miles de refugiados guipuzcoanos a los que atender.

Padrón de refugiados

El 7 de octubre de 1936, tras aprobarse el Estatuto de Autonomía, nuestro personaje fue nombrado consejero de Asistencia Social, siendo uno de los tres consejeros socialistas de aquel ejecutivo. Su departamento, en aquel momento, tuvo dos tareas fundamentales, la atención a los refugiados procedentes de Gipuzkoa y la atención de las necesidades de los habitantes de la Euskadi republicana. Para paliar aquella situación, Juan Gracia tomó varias medidas, como la creación de un padrón de refugiados, el acondicionamiento de alojamientos, la habilitación de comedores o la distribución de ropa y calzado. Aparte de ello, estableció varias instituciones de carácter benéfico, como la Casa de Huérfanos de Milicianos, las Permanencias Infantiles, la Casa de Salud Infantil, el Servicio de Asistencia Maternal, la Casa de Convalecientes, la Casa de Reposo, el Hogar del Anciano, el Hogar del Ciego y los Comedores de Fábrica.

Por otra parte, el Departamento de Asistencia Social se encargó de la organización de las evacuaciones infantiles, por las que un total de 20.854 niñas y niños fueron trasladados a Francia, Bélgica, Gran Bretaña y la Unión Soviética. El objetivo de estas expediciones eran, en palabras de Gracia, alejar a los niños “no sólo de los horrores de la guerra, sino también de la barbarie fascista, que con sus bombardeos a las poblaciones abiertas causa tantas y tantas víctimas inocentes”.

En mayo de 1937, Gracia partió a París con el encargo del Gobierno vasco de coordinar desde allí las labores de evacuación e incrementar la búsqueda de refugios, barcos y apoyos para los refugiados vascos, desplegando una intensa actividad política y diplomática. En la capital gala se enteró de la caída de Bilbao, mas aunque se intentó reunir con sus compañeros en Santander, el lehendakari Aguirre le ordenó que se quedara en París, puesto que su trabajo era fundamental para la acogida de los refugiados. Debido a ello, le nombró, el 16 de julio de 1937, presidente de la Delegación Vasca en París. La posterior llegada de Aguirre a Francia mediatizó el papel de Gracia como delegado, dedicándose a las tareas propias de su Departamento.

En Francia, en otoño de 1937 había alrededor de 120.000 refugiados vascos; 63.000 de ellos fueron repatriados a España por el Gobierno francés, mientras que unos 32.000 pasaron a Catalunya; por tanto, quedaron unos 19.000 vascos sostenidos por el Gobierno vasco a comienzos de 1938, cifra que aumentaría hasta los entre 25.000 y 31.000 tras la caída de Catalunya. Para atender a esa ingente masa de refugiados, el Departamento de Asistencia Social creó una estructura en Francia, siendo Juan Gracia su máximo responsable. La consejería tenía abiertas tres oficinas, la central, en París, y otras dos en Burdeos y Baiona. Desde la de París se ocupaban de las solicitudes de auxilio, la búsqueda y mantenimiento de refugios, del registro general de refugiados y de la contabilidad, mientras que la de Burdeos se encargaba del Sur de Francia, desde Hendaia hasta La Rochelle y por el interior hasta Marsella, y la de Baiona de una atención más cercana en Iparralde.

Subsidios y atención médica

Entre las medidas que tomó el Departamento de Asistencia Social en Francia se encontraron: crear un Registro General de refugiados vascos, abrir una oficina de información a familiares, ayudar a las colonias infantiles, establecer un servicio de investigación para averiguar la situación refugios y refugiados, abrir y mantener refugios y Repúblicas para aquellos refugiados sin recursos, sostener a los refugiados a través del régimen de subsidios, instaurar un servicio de asistencia médica en los refugios o abrir una oficina de ayuda al refugiado en París para ayudarle en el proceso de legalización de su situación.

Como decimos, una de las medidas que tomó el consejero Gracia fue el establecimiento de refugios sostenidos por el Departamento de Asistencia Social en Francia. Como dato, cabe decir que a comienzos de 1939 se mantenían trece refugios con una capacidad máxima de 4.000 personas: Saint Christau y Guéthary, en los Pirineos Atlánticos; Dax, en Las Landas; Enghien les Bains, Compans y Chatenay Malabry, en las cercanías de París; Chateau du Loir, en la región del Loira; Noyon, en la de Picardía; Narbonne, Pezenas, Sete y Perpignan, en el Languedoc-Rosellón, y Marchin les Hu,y en Bélgica. Por otra parte, se mantenían cuatro repúblicas situadas en Iparralde, con una capacidad de 200 personas en total: la de Arraute-Charritte, las denominadas Antchuberroa y Ongi Etori, sitas ambas en Cambo-les-Bains, y la titulada Baskutenea, emplazada en Bidarte. Por último, hacia 1939 se sostenían las colonias infantiles de Orthez, en Pirineos Atlánticos, y Amphion les Bains, en la frontera de Francia con Suiza.

Sin embargo, en 1939 comenzaron los problemas para la estructura creada por Gracia, a causa de la caída de Catalunya, el fin de la Guerra Civil, y la ausencia de recursos económicos. El Gobierno vasco se vio obligado a reducir el número de personas a su cargo, aconsejando la vuelta a Euskadi de aquellas que no tuvieran responsabilidades políticas y elaborando una lista de personas a las que les alcanzaría la protección del Gobierno, un total de 4.957 personas con diferentes grados de responsabilidad política y 5.792 familiares. Los refugios vascos tuvieron que ir cerrando sus puertas poco a poco; de un lado, por la estrecha economía vasca y, de otro, por el comienzo de la ofensiva alemana sobre Francia, ya que el Gobierno galo los necesitaba para fines militares.

El 26 de mayo de 1940, ante la amenaza nazi, el Gobierno vasco se trasladó a Burdeos, quedando sólo en París Leizaola, Nardiz y Gracia. Ante la llegada de los nazis a París, Gracia, aquejado de hidropesía, tuvo que salir hacia el sur caminando junto a su esposa el 11 de junio, recorriendo 200 kilómetros. Tras ser superados por los nazis, volvieron sobre sus pasos hasta la capital francesa. Buscado por la Gestapo y la Dirección General de Seguridad franquista, y muy enfermo, siguió en su puesto ayudando a todo el que pudo. Falleció en París el 1 de abril de 1941, siendo enterrado en el cementerio de Bagneux, donde aún hoy reposan sus restos mortales.

En 1956, en el seno del Congreso Mundial Vasco, José Antonio Aguirre recordó a su compañero Juan Gracia: “Murió Gracia. ¿Qué dejó? Su pobre viuda, también a nuestro auxilio, cobrando mísera pensión de nuestro Gobierno. ¿Queréis que Gracia dé un recibo de actuación? Para mí este es el recibo, exactamente como Torre, como Espinosa, más grande que puede darse. Ante él también me inclino”.

Sirva, pues, este artículo, para reivindicar la figura de Juan Gracia y su enorme labor al frente de la consejería de Asistencia Social.






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