Sin mayores preámbulos, les presentamos esta misiva publicada en la página de la editorial Txalaparta:
¡La cárcel ni para mis enemigos!
Lucio Urtubia
Seamos cervantinos, seamos como era Cervantes, algo de lo necesario, algo humanos; qué poco coraje el nuestro, qué cobardía la nuestra y qué poco amor por los otros, los que más necesitan, si no conseguimos que el grito de “¡cárceles no!” inunde los corazones de la gente. Escuelas es lo que debemos construir, las cárceles vehiculan el odio, el crimen y la maldad.
Las cárceles son las escuelas del crimen y del embrutecimiento, los hay que cometen crímenes horribles. ¿Quién puede estar de acuerdo con dichos horrores? Descartémoslas y destruyámoslas, hagamos esfuerzos para encontrar otros remedios y soluciones, las de hoy todos sabemos que nos son buenas y mientras las tengamos no buscaremos otras de más justicia.
Comprensión y amor, ¡qué fácil es hoy día encerrar a la gente! Qué egoísmo y falta de humanidad, cuando todos tenemos parcelas humanas, instintos que no controlamos, las cárceles encierran a los herederos de los culpables, los cuales heredaron no la pobreza humana, heredaron la miseria, la maldad de todos los males. Para curarlos debemos construir otros lugares distintos a las prisiones, que además, hoy en muchos lugares son un negocio malsano, ¡pero negocio a fin de cuentas! Nada que ver con curar a los enfermos que son.
En una ocasión, antes de ser juzgado, pasé delante del psiquiatra, el cual, sin esperar, me dijo: “No hagamos nada, usted no está enfermo, ustedes llevan parcelas que no son necesarias y encerrarles es privarlos de algo que necesitamos”. Así, pienso en cantidad de mis amigos, no solo anarquistas, de todo el mundo, también en mis amigos vascos, hombres y mujeres, Lorentxa Beyrie, Arnaldo Otegi, Pablo Ibar (en el corredor de la muerte en EEUU) y miles de otros… Recuerdo también a mi padre, conocedor de la cárcel. Recuerdo que me decía: “Para todos los encarcelados la cárcel es el rincón del rencor”. Hagamos el bien. Los santos no existen, por eso mismo deberíamos pensar que la cárcel no los va a hacer. Para la gente malvada, como los intocables ministros y príncipes, la cárcel ¡no! Pero sí expropiarles de todo lo que nunca fue suyo. Hagamos el bien, no la cárcel.
Salud y un saludo libertario, como dice mi amigo Arnaldo.
París, agosto de 2015
Lucio Urtubia
Congruencia libertaria señorxs, congruencia.
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