¿Hogaño como antaño?
Koldo Azkue
La Gaceta del Norte del 22 de Diciembre de 1937 nos dio la noticia. Tras los primeros fusilamientos en Santoña y Larrinaga entre Octubre y Noviembre, Franco nos enviaba su macabro regalo de Navidad. Decenas de prisioneros vascos, 166, fueron fusilados y vilmente agarrotados entre el cementerio de Derio y el patíbulo de Larrinaga del 15 de Diciembre a finales de Enero, en torno a la Navidad cristiana. Otros 82 les seguirían entre Marzo y Julio de 1938.
Por si fuera poco, más de 500 prisioneros de guerra fueron trasladados en barcos y autobuses desde Santoña hasta Bilbao, para iniciar las infernales dispersiones por las cárceles franquistas de Burgos, Alcalá de Henares, Puerto de Santa María…
Han pasado 70 años. Ya no está Franco, en persona, con nosotros. La prisión de Larrinaga también dejó de existir. Pero decenas de combatientes de las ideas y la palabra, presuntos miembros del batallón 18/98, han sido encarcelados y trasladados a Madrid. He oído que las presas de entre ellos ya han iniciado las dispersiones, igualmente infernales, por las cárceles españolas de Algeciras, Almeria, Alicante, Valencia… y que ahora comienzan con los presos: Herrera, Salamanca…
La historia es machacona con los problemas sin resolver. ¿Habríamos evitado aquel primer sangriento regalo navideño si le hubiéramos ganado la guerra al invasor fascista? ¿Sería otra la situación personal del ya elevado número de ciudadanos vascos encarcelados, de familiares fallecidos por efecto directo de la dispersión, de un Presidente del Parlamento y hasta del mismo Lehendakari citados al banquillo de los acusados, si ganándoles la mano a los cosovares hubiésemos conseguido recrear el Estado Vasco, sin entretenernos en tanto equilibrio transversal que, me temo, no de más pobre fruto que sacar adelante los Presupuestos dinerarios?
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