Se ha llevado a cabo la jornada electoral en la CAV -que no es lo mismo que en el País Vasco, si no es que ha quedado claro- y los habitantes de las tres provincias vascas que lo componen -de un total de siete provincias- han optado por lo que desde la izquierda independentista califica como 'nacionalismo de txapela'.
Lo positivo es que ni con todo el ruido que metieron los intelectuales, la conferencia episcopal española, las "garzonadas" de Garzón y los grupos de choque como Basta Ya hubo mejora en los resultados de los dos partidos que componen el bipartidismo borbónico franquista.
Aquí les dejamos con el reportaje publicado por La Jornada en su sección Mundo:
Triunfa el nacionalismo moderado vasco con 42.7 por ciento de votos
Revés para el derechista Partido Popular, obtiene 19 diputaciones aliado con Unidad Alavesa
Armando G. Tejeda | EnviadoEl nacionalismo moderado vasco se impuso hoy más fácilmente de lo previsto a los partidos de corte español y al nacionalismo radical en las elecciones para elegir al presidente y al Parlamento autónomos. La coalición formada por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Eusko Alkartasuna (EA, partido nacido de una escisión del anterior) obtuvo la victoria al alcanzar 33 escaños y 600 mil votos, lo que representa 42.7 por ciento de la votación total. Su candidato fue el actual presidente vasco, Juan José Ibarretxe.
El derechista Partido Popular (PP) en Euskadi, en coalición con la también conservadora Unidad Alavesa (UA), obtuvo 19 diputados, una cifra que significa un doloroso fracaso para el candidato y ex ministro del Interior de España, Jaime Mayor Oreja, quien confiaba en derrocar por primera vez en 20 años a los nacionalistas vascos.
También le fue mal al nacionalismo radical encarnado en Euskal Herritarrok (EH), cuyo líder, Arnaldo Otegi, reconoció el varapalo aunque se congratuló por el hecho de que, finalmente, quien se llevó el gato al agua fue el nacionalismo: "En la sede del PNV la consigna victoriosa fue independencia y no autonomía, dijo Otegi al hacer su primera valoración postelectoral.
Los radicales de EH, a quienes se liga a la organización armada ETA, perdieron siete escaños (82 mil votos), la sangría electoral más relevante de la jornada. Nunca antes en la historia electoral vasca los radicales habían sufrido semejante aviso. Los analistas señalaron que se registró, casi de un modo matemático, un trasvase de votos del nacionalismo radical hacia el moderado, representado por la coalición PNV-EA, que logró seis escaños más que en los pasados comicios.
El otro perdedor, junto con PP y EH, es el Partido Socialista de Euskadi (PSE), sucursal política vasca del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Perdió un escaño respecto de las elecciones autonómicas de hace tres años, y de poco o nada le sirvió que los barones del partido, incluido a Felipe González y a su actual líder, Virgilio Zapatero, llegaran a calentar la campaña de un siempre gélido candidato socialista Nicolás Redondo.
Con los resultados todavía calientes, el secretario de Organización de los socialistas españoles, José Blanco, declaró en Madrid que no había resquicio alguno para una eventual colaboración con los nacionalistas vascos. Tenso apareció también ante las cámaras de televisión el presidente de los populares españoles, el andaluz Javier Arenas, quien hizo lo posible por salirse por peteneras al minimizar el triunfo del nacionalismo moderado y magnificar la derrota de los radicales de EH.
Populares y socialistas, con sus líderes españoles a la cabeza, echaron el resto en las elecciones vascas haciendo en la práctica una coalición "constitucionalista" frente al arco político moderado representado por PNV-EA, a quienes se llamó "nacionalistas". Los medios españoles de prensa no escatimaron esfuerzos, encabezados por la estatal Televisión Española, para crear un caldo de cultivo electoral proclive al llamado bando "constitucional".
En medio del emparedado quedó Izquierda Unida del País Vasco (ligada a la española del mismo nombre), que ganó un escaño y relanzó la apuesta política de su líder, Javier Madrazo, cuyo discurso se acerca más a las posiciones del nacionalismo moderado que a las del PP y PSE-PSOE. De hecho, los analistas consideran que Madrazo no tendría mayores reparos en establecer un acuerdo de gobernabilidad con PNV-EA.
De producirse el entendimiento, el nacionalismo moderado alcanzaría 37 votos en la sesión de investidura, cifra en rigor suficiente para que PNV-EA designara al actual lehendakari en funciones, Ibarretxe, como presidente del conflictivo País Vasco, o Euskadi, para los próximos cuatro años.
Resta saber qué pasará con el nacionalismo radical de EH. Con todo y su grave pérdida de siete escaños, su eventual presencia en el Parlamento vasco, apoyando en tal caso a los moderados del PNV-EA, significaría una sintomática vuelta de tuerca en el actual panorama político y social vasco. En este sentido las miradas se dirigen ahora, una vez más, a ETA.
En rigor, el resultado electoral se interpreta como un claro mensaje al grupo armado vasco. Es un modo de decir que sí al nacionalismo, pero no a la violencia nacionalista.
En la otra banda política, la apuesta del PP y del PSE-PSOE siempre fue clara: derrotar al nacionalismo vasco, fuera moderado o radical. Y para ello tanto populares como socialistas vendieron, o trataron de vender, la idea de que la coalición PNV-EA era la misma cosa que EH, o en otras palabras, todo el nacionalismo equivale a ETA. La apuesta fue derrotada en fondo y forma.
Los datos duros
La jornada electoral se caracterizó por la ausencia de incidentes y por la eficacia y rapidez de la presentación de estos resultados históricos, que en palabras del triunfador, el lehendakari Juan José Ibarretxe, abren la puerta para "la paz y la soberanía". El índice de participación fue de 80 por ciento.
El futuro Parlamento vasco quedará representado de la siguiente manera: PNV-EA (33 escaños), PP-UA (19), PSE (13), EH (7) e IU (3).
Estos resultados ofrecen al menos tres conclusiones destacables: que los nacionalistas que tienen a la soberanía como eje de su programa electoral (PNV-EA y EH) son amplia mayoría al contar, en conjunto, con 40 de los 75 escaños que forman el Parlamento.
Asimismo, quedó de manifiesto el estancamiento de los llamados partidos españolistas (PP y PSE-PSOE), que aspiraban a gobernar los próximos cuatro años el País Vasco.
Sin embargo, estos resultados, tal y como se esperaba, no otorgan una carta abierta a ningún partido político para formar gobierno, por lo que la coalición PNV-EA tendrá que negociar alianzas para gobernar. Cabe señalar que todavía hay un escaño pendiente de los votos enviados desde el extranjero y que se dirimirá entre el PSE y el PNV-EA.
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