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jueves, 10 de julio de 2025

El Legado de Joxe Azurmendi

Desde Naiz traemos a ustedes este recuento de la vida y obra de Joxe Azurmendi:


Joxe Azurmendi Otaegi, un pensador vasco original y libertario 

José María Aguirre Oraá | Profesor de Filosofía jubilado de la Universidad de La Rioja

Joxe Azurmendi nació en 1941 en Zegama (Gipuzkoa). De joven ingresó en la orden franciscana de Arantzazu, donde se formó en filosofía y en teología. Posteriormente desarrolló su trabajo como profesor universitario en sus primeros años en la EUTG de Deusto (1978-1981) y posteriormente en la UPV/EHU (1981-2014), donde a partir de 1993 fue nombrado catedrático de Filosofía Moderna. Perteneció desde 1960 al Grupo Jakin, siendo el editor de la colección de libros en euskara Jakin Irakurgaiak, dedicados a la filosofía y al pensamiento. Ha sido también académico de honor de Euskaltzaindia desde su nombramiento en 2010. Asimismo, ha colaborado en la traducción al euskara de obras filosóficas en la editorial Klasikoak. Fue uno de los fundadores de Udako Euskal Unibertsitatea. En 1984 presentó su tesis doctoral sobre José María Arizmendiarrieta, fundador del movimiento cooperativo vasco iniciado en Arrasate-Mondragón. En la tesis defendió que el proyecto de Arizmendiarrieta pretendía conjugar el individuo y la sociedad bajo una organización que uniera el socialismo y el personalismo francés. En una de sus últimas obras, El hombre cooperativo, sigue profundizando en el pensamiento y en la obra del fundador de este movimiento cooperativista de Mondragón (actualmente se designa como Mondragon Corporation).

Su producción filosófica la realizo fundamentalmente en euskara, como una manera de proporcionar conceptos e instrumentos lógicos e intelectuales a una lengua poco desarrollada en este campo. Para él la elección de la lengua es substancial por la relación intrínseca entre lengua y pueblo, incluso el territorio es algo que cobra vida en virtud de la lengua; los ríos y los montes tienen nombre, con esos nombres se aprendieron las viejas leyendas y mitos, todas nuestras experiencias de niñez y juventud. Avanzando en esta perspectiva, considera al pueblo vasco «un pueblo desgarrado por dentro. Por eso cuando se elige una lengua, no se elige solamente entre una lengua u otra. Es una elección por una gente, por un pueblo, para poder recomponer ese desecho. Lo que queremos, básicamente, es una normalización: que la comunidad vasca pueda vivir de nuevo en paz y en colaboración, es decir todos con todos y comprendiéndonos mutuamente. Este es el objetivo de los euskaltzales» (Entrevista a Joxe Azurmendi en "Diario Vasco" del 9 de Noviembre de 2012).

Sus preocupaciones abarcaron el campo de la política, de la reflexión sobre la cultura y de la creación cultural. Incluso ha escrito poesía. Su obra surge y se desarrolla en una época de crisis cultural, política y de valores. Azurmendi entiende la crisis no en su negatividad sino como posibilidad para nuevas oportunidades de pensamiento y de acción. Por ello su pensamiento gira en torno a la defensa de la libertad en todos los ámbitos, pero sobre todo en el terreno de la conciencia y del pensamiento. Consecuentemente trata de pensar y meditar en su obra el modo de vivir en tal situación. Para ello adopta una perspectiva de relatividad que se enfrenta a los últimos vestigios de los dogmatismos a los que tiende una sociedad en crisis. «La proclamación del relativismo es provocativa. [...] Yo no estoy particularmente interesado en ser apóstol del relativismo. Pero como yo vengo de una cultura dogmática [el franquismo], soy alérgico a algunas cosas. La verdad, la razón y la corrección absoluta eran católicos en esa cultura. Ahora he oído que el relativismo postmoderno es la causa de la miseria moral y la pérdida de valores. Se ve que hay una nostalgia de la cultura dogmática, disfrazada con un poco de discurso democrático e iluminado. Esa cultura dogmática tiene al relativismo como su enemigo, por eso yo reclamo este relativismo que es declarado culpable. Pero no es un relativismo absoluto» (Azurmendi J., "Los vascos son argonautas con barcos muy frágiles", Entrevista en "Hegats").

En este sentido, por ejemplo, se muestra crítico fundamentalmente con el Estado moderno al que acusa de ser la nueva iglesia que controla las conciencias. Critica la instrumentalización de la moral y el modo como los políticos, en vez de solucionar los problemas en su ámbito, huyen al terreno de la moral para ocultar sus responsabilidades bajo el manto de unos supuestos principios absolutos. «Por el momento, ¿cuál es el punto de repetir el viejo cuento sobre lo que se está convirtiendo el Estado. Una vez que el análisis crítico amargo de hace algún tiempo (Herbert Marcuse: el hombre unidimensional), las utopías negativas sombrías (Aldous Husley, Georg Orwell y los gritos de protesta (Mayo del 68) se olvidan, y falta el más mínimo sentido de la resistencia en la sociedad civil, la telaraña del poder vuela tranquilamente sobre nuestras cabezas, por todo el lugar. Incluso el vestuario» (Azurmendi J., "Demokratak eta biolentoak").

Hay que destacar su aportación al cuestionamiento de las lecturas canónicas que se han construido sobre distintos temas. Especialmente destacable, gracias a su erudición y formación alemana, es la interpretación que hace sobre la ilustración alemana, cuestionando la aparente oposición entre la ilustración francesa y el romanticismo alemán aportando una nueva perspectiva para pensar los diferentes aspectos que se derivan de dicha oposición. De ese modo, en contra de algunos intelectuales españoles y franceses, defiende que el nacionalismo surge en Francia (Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Ernest Renan) y que posteriormente será reinterpretado por los ilustrados y románticos alemanes. De ese modo cuestiona el modo en que se les atribuye un nacionalismo metafísico a autores como Humboldt, Schiller, Herder o Goethe.

En su libro Historia, arraza, nazioa Azurmendi analiza históricamente la evolución del concepto de nación en Renan, uno de sus primeros ideólogos, y en la historia de Francia desde el Renacimiento a la actualidad. A partir de aquí, muestra les falacias del nacionalismo francés, como ya lo hizo con el nacionalismo español en "Espainiaren arimaz" (2006). Los mismos franceses han idealizado y embellecido su nacionalismo, pero el nacionalismo francés es el modelo de los nacionalismos más ofensivos que han existido en Europa. En cierta medida éste es también el modelo del nacionalismo español. Por ello Azurmendi no comparte la perspectiva que acostumbra a elogiar la concepción francesa de nación y a condenar la alemana. Según su planteamiento el nacionalismo que se ha considerado cívico, laico y democrático ha conservado y reforzado la opresión, el colonialismo y el imperialismo durante años y hasta hoy. Con Tzvetan Teodorov distingue entre naciones cívicas y étnicas, la cívica es la criminal, la que provoca guerras. Una nación étnica no ha hecho tanta destrucción como las cívicas. Lo que quiere una nación étnica es su soberanía, desarrollar su cultura, etc. Sin embargo, lo que quiere una nación cívica es imponer sus fronteras, defender su economía, atacar al vecino... Por tanto, el gran peligro y el gran desastre son las naciones que se denominan cívicas, no las étnicas, porque estas no conquistan otros países, ni practican el colonialismo. Pero, ¿por qué tenemos que demostrar que el nacionalismo vasco no es racista? Porque el esquema dominante nos obliga a hacerlo. Pese a admitir que Arana era racista sin duda, Azurmendi señala que también lo era José Ortega y Gasset, pero no se exige al nacionalismo español que demuestre que no es racista en la misma medida en que se le pide al nacionalismo vasco.

La democracia puede ser un logro de la lucha popular, en el caso de la revolución francesa o la independencia de los Estados Unidos. Entonces es el comienzo de la democracia real y el resultado de una lucha [...] «En España se nos ha instaurado la democracia de la misma manera que se instaura una dictadura. Quizás funcionó muy bien en el país acostumbrado a la dictadura, pero no en el País Vasco. No es posible decir «ven aquí porque hemos puesto estos cimientos». No, eso es mentira. Los cimientos de la democracia no están aquí, [...] Puede parecer arrogante, pero cuando llegó la democracia no hubo lucha en Madrid. Esa pelea estuvo aquí y todavía lo está. [...] Una de las cosas que critico de esta democracia es que en estado de polarización las ideas son tan primitivas como en el franquismo. Cualquier pensamiento que lo cuestione se considera violento. Hoy, quien no está de acuerdo con la propaganda oficial, que dice «quien no condena es un asesino», es inmediatamente identificado en la acera. Revela que todavía estamos en el pueblo de la Inquisición» (Azurmendi J., Entrevista en la revista "Elkarri").

Una parte importante de su obra la ha dedicado a la recuperación y reinterpretación de pensadores vascos. Hay que destacar sus estudios sobre Jon Mirande, Orixe, Unamuno... Por ello es un autor que ha meditado desde y para la cultura vasca. En 1992 publicó "Espainolak eta euskaldunak", una obra muy conocida y debatida. La escribió como reacción a un texto de Sánchez-Albornoz que reza así: «Los vascos son los últimos que se han civilizado en España; tienen mil años menos de civilización que cualquier otro pueblo... Son gentes rudas, sencillas, que además se creen hijos de Dios y herederos de su gloria. Y no son más que unos españoles sin romanizar». En esa obra Joxe Azurmendi refuta los tópicos sobre los vascos de ciertos intelectuales españoles, que afirman que éstos no fueron romanizados, que el vascuence es una lengua inculta, etc., tópicos creados sobre todo en los siglos XVI y XVII y su cimentación en la Edad Media, Renacimiento, Imperio (de Austrias y Borbones), Edad Moderna. Joxe Azurmendi se considera influenciado por los autores vascos de la posguerra, por ejemplo, en cuestiones como la del lenguaje. En ese ámbito ha investigado, también, a autores como Heidegger, Wittgenstein, George Steiner o Humboldt. Por todo ello, que su vasta obra la haya producido en euskara guarda plena coherencia con su pensamiento, ya que busca desarrollar un pensamiento y reflexiones en una lengua que necesita espacio y configuración.

Fruto de su ingente labor investigadora es la obra Pentsamenduaren historia Euskal Herrian. Eskolaren eta gogoetaren lana gizaldiz gizaldi. En ella Azurmendi estudia a pensadores vascos y escuelas que abarcan desde la Edad Media hasta los inicios del siglo XX. Porque existe un pensamiento vasco desconocido y esta obra viene a llenar un importante vacío. Se trata en definitiva de una enciclopedia del pensamiento vasco durante los últimos quince siglos. «Azurmendi expone el germen de una historia sistemática de la producción intelectual vasca, que abarca a varios centenares de pensadores y escritores, dispersos en todas las ramas del saber: la filosofía, la política, la ciencia, la técnica, la historia, el derecho, el arte, la sociedad, la medicina, la economía, la literatura, la religión..., poniendo particular énfasis en los contextos históricos, sociales y culturales que corresponden a su producción. Azurmendi nos muestra que los vascos somos absolutamente normales, con vicios y virtudes similares a los demás. Por consiguiente, nos transmite lo siguiente: no es posible imaginar un futuro que sea «nuestro» −con todo lo que ello supone− desconociendo lo que ha sido «nuestro» hasta el presente».

Algunos de los temas que Azurmendi desarrolla profundamente en sus ensayos aparecieron por primera vez en su poesía juvenil. Azurmendi se sitúa dentro de la poesía vasca de los años 60, una poesía que muestra la lucha contra la tradición, la vieja fe y las certezas dogmáticas:

«Pero deseamos ser libres,/ ¿es culpa mía?/ Intentaron regalarnos un árbol de Gernika,/ un falso cheque en blanco,/ como si el deseo de ser libres fuera un pecado,/ pero a pesar de eso, nosotros, sencillamente, deseamos ser libres./ Eso es lo que queremos, eso es todo./ Este es el último engaño:/ nos han hecho creer/ antes desde fuera y ahora desde dentro/ que es nuestra responsabilidad justificar nuestro deseo de ser libres». "Manifestu atzeratua" ("Manifiesto tardío") (1968).

 

 

 

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