Les invitamos a leer esta entrevista concedida por Oskar Matute a Naiz, misma en la que se analizan las áreas de oportunidad abiertas por el 'caso Koldo' en particular y la corrupción que tanto ha caracterizado al franquismo y al franquismo borbónico en general.
Adelante:
«Esta crisis es una oportunidad para avanzar en lo que no se logró en el 78»
Matute es uno de los rostros más reconocibles de la política vasca en Madrid. Como miembro de una de las formaciones que facilitó la investidura de Sánchez, analiza las consecuencias del escándalo que ha terminado apartando a Santos Cerdán, hasta entonces interlocutor del PSOE con EH Bildu.
Ibai AzparrenEl informe de la UCO que señala a a Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García ha sacudido con fuerza el tablero político estatal, y el temblor también se ha dejado sentir en Euskal Herria. En plena sacudida, los partidos que facilitaron la investidura de Pedro Sánchez se han visto obligados a reaccionar con rapidez ante la velocidad de vértigo impuesta por los tiempos de Madrid. En un paréntesis de calma entre tanta agitación, Oskar Matute (Barakaldo, 1972) recibe a NAIZ en el Congreso para reflexionar sobre la crisis abierta, que, más allá del escándalo, plantea, según el diputado, una oportunidad para abordar la regeneración democrática que el Estado necesita con urgencia.
¿Qué balance hace EH Bildu del informe de la UCO?
Creo que en las más de 490 páginas del informe hay material que preocupa y mucho. Hay muchos pasajes que dan para pasar mucha vergüenza y sentir mucha rabia. Por ejemplo, los que tienen que ver con la utilización de las mujeres o con todo lo que pueden ser tramas de aprovechamiento del dinero público en beneficio propio. En cualquier caso es un informe y hay que ver cuál es el desarrollo del mismo. Informes ha habido muchos y quienes tenemos un poco de memoria en este país hemos visto a decenas de personas imputadas que acaban saliendo indemnes. Estamos al inicio de una gran travesía.
¿Le sorprendió que Sánchez apartara y casi sentenciara a Cerdán aceptando sin matices el informe de la Guardia Civil?
Al principio nos generó cierta sorpresa porque veníamos semanas oyendo al PP sobre un hipotético informe que iba a señalar a determinadas personas. Por tanto, lo primero que habría que preguntarse es por qué el PP tenía acceso a un informe que en teoría debería estar bajo secreto. Quizás se explica por la no depuración de los aparatos del Estado desde aquella infausta noche del ‘atado y bien atado’ del dictador. Más allá de eso, sí que sorprende la reacción inmediata, pero si solo un 10% de lo que ese informe señala como imputable en términos probatorios a Cerdán es cierto, es normal que reaccionara con esa rapidez. Es más, yo creo que lo que no habría entendido nadie es que la ética quedara cerrada en un cajón.
¿Cómo se explica que no haya habido un registro en la sede de Acciona?
Me debería sorprender, pero creo que es algo muy sencillo de entender. Para que haya corruptos, tiene que haber corruptores. Y está claro que los corruptores en el Estado español se van de rositas. Es llamativo que a Acciona le requieran información la UCO y que sea Acciona la que decide qué envía. Claro, esto tiene una explicación: tiene que ver con el poder que atesoran estos grupos económicos, que a su vez se explica muy bien en la personalización de determinados nombres. Manuel Sánchez Corbí, ex jefe de la UCO y que antes fue condenado por sentencia firme de Estrasburgo por torturas a Kepa Urra, de repente es un empleado de Acciona. También la hija del coronel Pérez de los Cobos. Hay una vinculación evidente.
Otegi señaló, antes de estas revelaciones, que hay una operación «por tierra, mar y aire» para derribar al Gobierno de Sánchez. ¿Dónde traza EH Bildu la línea entre investigación legítima y operación de desestabilización?
La posición de EH Bildu pivota en torno a dos anclajes fundamentales. Uno tiene que ver con la tolerancia cero en la corrupción, y el otro con una lectura de superación del régimen del 78. La corrupción en el Estado español es un mal endémico de ese régimen. Porque Franco lo decidió así no solo en términos territoriales, para que España no se rompiera, sino también para dar tranquilidad a las élites económicas que se enriquecieron durante el franquismo y hoy son los dueños y accionistas principales de grandes marcas, sobre todo en construcción y e infraestructura. Por ello, le decimos al PSOE que, basándonos en esos dos anclajes, debemos ir más allá de lo que no pudo lograrse en el 78. Es hora de desbordar ese régimen del 78 y no valen medias tintas. Ya no vale decir que el PP y Vox son peores, todos lo sabemos, pero no es suficiente.
Bajo esas circunstancias, ¿hay una oportunidad?
Hay una crisis importante, pero esta también ofrece una oportunidad. Ya hemos visto que la tibieza no ha servido para calmar las ansias de esa derecha reaccionaria que se sostiene en los aparatos judiciales, policiales y élites económicas. Eso es lo que nosotros estamos reclamando: que se depuren responsabilidades hasta el final, porque la izquierda no puede permitirse actuar como esa derecha que lleva décadas acostumbrada al poder. Al mismo tiempo, la mejor manera de debilitar a ese contrapoder no democrático es profundizar en una regeneración democrática.
¿Con qué medidas se debería llevar a cabo esa regeneración de la que habla?
La regeneración democrática tiene dos pilares fundamentales. El primero es la lucha contra la corrupción, que implica eliminar los aforamientos u puertas giratorias y garantizar un mayor control en la adjudicación de obra pública. También se debe actuar contra los corruptores, eliminando los espacios de impunidad y las sanciones irrisorias que les salen rentables, incluso prohibiéndoles de por vida licitar con el Estado. Muchas de estas grandes empresas, que critican lo público, no sobrevivirían ni un año si no mamaran de la teta del Estado. El segundo pilar es el impulso decidido de reformas que profundicen en los derechos, las libertades y la transformación del Estado en una realidad plurinacional, donde pueblos como el vasco puedan ejercer su derecho a decidir. Además, es necesario favorecer las condiciones de vida de la clase obrera vasca y de las del conjunto del Estado. Creemos que ha llegado el momento de acelerar.
Mientras algunos no lo hicieron, EH Bildu sí acudió al encuentro con el presidente español en Moncloa. ¿Cómo ven a Pedro Sánchez? ¿Qué les transmitió?
Acudimos porque no tenemos nada que esconder. Nuestra vinculación con la corrupción no es que tienda a cero, es que es cero, y, por tanto, desde esa posición, ¿por qué no vas a asistir a un llamado del presidente del Gobierno? Al final, fuimos a trasladarle esto mismo que estoy haciendo ahora. ¿Cómo vimos al presidente? Bueno, yo no estuve en la reunión, pero lo que yo entendí es que se encontraron a un presidente receptivo. Vimos disposición tanto para ser absolutamente tajante contra la corrupción y como para abordar un proceso de regeneración democrática.
¿Ven más viable que aguante un Sánchez debilitado o que se convoquen elecciones con la derecha y extrema derecha al acecho? ¿Es esa la disyuntiva para los socios?
La política en el Estado español se parece cada vez más a la italiana: gobiernos que no agotan la legislatura, partidos que aparecen y desaparecen, macrocausas judiciales... Nosotros tenemos claro que primero está el país y luego, el partido. El riesgo de un gobierno del PP y Vox es real, y lo han dicho ellos: van a atacar el autogobierno vasco, el modelo educativo, la sanidad descentralizada, la defensa del euskara y, además, nos quieren ilegalizar. Así que vamos a evitar en la medida de lo posible cualquier penetración del franquismo o del fascismo en nuestro país, pero queremos que las formas no nos igualen a ellos. En este aspecto no vale, en base a ese temor, aguantar cualquier cosa.
Es cierto que, si solo nos guiáramos por la óptica de primero el partido, cualquier escenario electoral nos es propicio desde hace tiempo, porque creo que hemos sabido conectar con la ciudadanía. Pero lo que nos preocupa es que nuestro país y las clases populares sufran. Ahora, somos muy conscientes de que estamos en un momento de crisis, y en estos momentos el régimen de 78, que es un régimen con escaso rigor democrático, siempre tiene una pieza de alto valor que quiere cobrarse y es Nafarroa. Y no es casualidad que ahora las derechas mediáticas, políticas y demás, estén apuntando a Nafarroa para intentar impedir los gobiernos de cambio que echaron a UPN.
En este sentido, nuestra posición es clara: creemos que el Parlamento de Nafarroa debe investigar a fondo esa supuesta ‘conexión navarra’ con la trama y estamos de acuerdo con nuestras compañeras en que esa comisión tiene que ir hasta el final. Pero también vamos a seguir poniendo pie en pared ante la derecha requeté de UPN y ante cualquier involución reaccionaria.
Puede que salgan más audios...
No tengo dudas de que saldrán; esto es un proceso de desgaste. Creo que pensaban que con un primer golpe caería todo el castillo de naipes. Y en la medida en que no lo han conseguido, seguirán intentándolo. Pero hay que ser claros: estamos hablando de conductas individuales, de unos pocos que, si se comprueba, se aprovecharon de la política para su propio beneficio. Si se demostrara la financiación irregular de un partido político, –como ocurrió con el PP, por cierto– estaríamos en un escenario completamente distinto.
Con partidos como Junts bloqueando iniciativas sociales, ¿qué margen ve EH Bildu para impulsar la agenda progresista lo que queda de legislatura?
En términos de izquierda frente a la derecha, el resultado que arrojaron las urnas el 23 de julio del 2023 es menos claro. Porque hay fuerzas como Junts o el PNV que rechazan ser catalogadas como derechas –y no lo digo yo, lo dicen ellos–, pero luego muchas veces acaban apoyando políticas que objetivamente lo son. Lo hemos visto con los impuestos a la banca, con el impuesto a las grandes eléctricas, donde PNV, Junts, PP y Vox han coincidido. Aun así, creo que tenemos la responsabilidad de buscar puntos de encuentro. Quizá eso implique que algunos vayamos más lento de lo que nos gustaría.
«Sánchez no está legitimado en estos momentos para liderar un Gobierno progresista». Son palabras de Ione Belarra. ¿Cree que Podemos ha medido bien?
Entiendo muy bien el nivel de exigencia democrática que Podemos pone sobre la mesa. Yo también lo comparto. Ahora bien, también decimos que hay que hacer una lectura más amplia. Porque si esta supuesta trama de corrupción empezó a operar hace años y siguió funcionando durante el tiempo en que había miembros de Podemos en el Gobierno, ¿qué habría pasado si en ese momento alguien hubiera dicho que lo que queda claro es que este gobierno en su conjunto no puede seguir? ¿Habría sido justo? Yo creo que no.
Con todo respeto, y aunque a algunos les pueda incomodar si esta entrevista pasa el Ebro, hay una frase de Pepe Mújica que deberíamos tener presente: «La izquierda se divide por principios y la derecha se une por intereses». Muchas veces en la izquierda no somos conscientes de cuál es el enemigo a las puertas ni cuán cerca está de las mismas. Por eso, sin renunciar ni un ápice a nuestros principios ni a la exigencia de transparencia, honestidad y democracia, debemos buscar la unidad en la diversidad. En Euskal Herria, la gente nos apoya porque llevamos a cabo políticas de izquierda, defendemos el derecho de nuestra nación a existir y somos un dique firme contra el fascismo. Ninguno de estos tres pilares está en juego, ni lo estará.
¿Todo se complica con la falta de soberanía?
He asistido muchas veces en este Congreso a debates en los que distintas expresiones de la izquierda estatal, cuando tienen un problema en una comunidad autónoma concreta, como puede ser el caso de Madrid con Ayuso, lo que plantean es: «como no podemos torcerle el brazo desde Madrid, vamos a hacer algo desde el Estado que obligue a Madrid a actuar». Para nosotros, la solución no puede pasar por centralizar el poder en el Estado, aunque lo gobierne la izquierda de manera temporal. Porque cuando cambien las tornas, si has dado todo el poder al Estado y lo ocupa la derecha, ese mismo poder se volverá contra ti. Nosotros defendemos la soberanía porque siempre hemos dicho que desde el ejercicio de la soberanía tienes más capacidad para responder a los retos, problemas y necesidades de la gente a la que administras. Y además, porque nadie conoce mejor esas necesidades que quien vive en ese entorno.
La defensa de la soberanía, lejos de desviar el foco, responde al derecho de Euskal Herria a existir, decidir y ser. A quienes piensan que por defender la soberanía ya nos somos tan de izquierdas, les recordamos que pensadores de izquierda más sabios decían que es necesario encontrar marcos de lucha más favorables a la clase trabajadora. Parece evidente que Euskal Herria es un marco de confrontación donde la correlación de fuerzas favorece a los movimientos emancipatorios. Por tanto, defender la soberanía no debería ser solo un acto de empatía, sino una obligación para las izquierdas fuera de Euskal Herria, ya que las políticas igualitarias y transformadoras que aquí surjan pueden ser un ejemplo para otros territorios.
Numerosos dirigentes políticos, especialmente de fuerzas progresistas e independentistas, denuncian un ambiente de acoso constante en Madrid. Desde su experiencia, ¿considera que esta crispación ha llegado a niveles que dificultan el trabajo político diario?
Sí, ahora es más difícil, pero no imposible. Si lo fuera, no estaríamos aquí. La extrema derecha ha crecido, no por casualidad, sino por un trabajo constante: medios, redes, dinero, influencers... Han construido un relato que cala. Lo vemos en los bares, en la calle, con discursos que antes daban vergüenza y ahora se dicen con orgullo. Eso pasó en Francia: barrios obreros abandonados por la izquierda acabaron votando a la ultraderecha. Porque se sintieron traicionados. Aquí puede pasar lo mismo si dejamos la calle vacía. Y aquí quiero ser autocrítico. En Euskal Herria, por suerte, la calle sigue viva, se moviliza. Y a veces critica a fuerzas como EH Bildu. Pero nunca se nos ocurriría decir, porque gobernamos en Iruñea, que la calle no se movilice en sanfermines ni que estos dejen de ser un espacio de reivindicación. ¡Al contrario! Tiene que seguir siéndolo, incluso si nos incomoda.
¿Qué balance hace de lo ocurrido con la OTAN?
En EH Bildu siempre hemos sido contrarios a la OTAN. Nos sentimos herederos de las gentes que dijeron no a la OTAN en el 86 y seguimos defendiendo ese legado. La OTAN no garantiza la paz, vive del conflicto, y actúa al servicio de la lógica militarista de EEUU. Tampoco creemos en las políticas de rearme. Aumentar el gasto militar no mejora la vida de las clases populares, ni en Euskal Herria ni en ningún lugar. Al contrario: las empobrece y aleja cualquier horizonte de paz.
Tras avalar el Tribunal Consticional la ley de amnistía, la derecha mediática y política ha puesto el grito en el cielo. Incluido Felipe González.
González hace tiempo que asumió su papel como uno de los padres del régimen del 78. Su postura política no sorprende a nadie, aunque sí sorprende que siga votando al PSOE. Es una persona de infausto recuerdo para los vascos y vascas, es la X que nadie ha querido despejar en relación a la participación del Estado en la ‘guerra sucia’ a través de los GAL. Por eso, las opiniones de González no tienen ningún impacto en Euskal Herria Bildu y tampoco deberían influir en ninguna persona de izquierdas.
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