El 'caso Koldo' no se ha presentado por generación espontánea, más bien al contrario, es la constante en lo que se refiere a los gobiernos del PP y del PSOE a nivel estatal así como del PSN y UPN en lo que respecta a la Comunidad Foral de Navarra, Nafarroa.
Lean ustedes esto que apunta Ramon Sola en su artículo publicado por Naiz:
Igual Cerdán es Roldán, pero la Nafarroa de 2025 no es la de 1994
Hay fondo y detalles en la ramificación navarra del «caso Koldo» que parecen clonados del «caso Urralburu» de hace tres décadas. A la espera de si son coincidencias malvadas o actitudes contumaces, lo irrepetible son las consecuencias políticas, Nafarroa ya no es aquella domesticada por UPN.
Ramon SolaEl «caso Urralburu» empezó a escalar también por lo más gráfico y grotesco. Hay dos imágenes de estos días que son casi clonadas de aquellas de hace 30 años e irrumpen de golpe en el subconsciente colectivo. Una es la radiografía del machismo y además en versión cutre, la señal de la degradación de quienes han ocupado direcciones de la Guardia Civil y ministerios: entonces Roldán en calzoncillos con aquel cangrejo de plástico en una de sus orgías, hoy Ábalos con Anais. La otra es la del despiporre mezclado con corrupción, el posado en un burladero sanferminero de la Plaza de Toros de Iruñea: entonces Urralburu, Roldán y el consejero Aragón; este viernes [en ‘El Mundo’] Ábalos, Cerdán y Alzórriz, felices de haberse conocido.
La historia se repite como farsa, eso sí. Aquel Roldán se convirtió en manzana que pudre el cesto desde las más altas responsabilidades: la Delegación del Gobierno navarro a la que había llegado desde Zaragoza. Ahora el germen es un nadie, un portero de discoteca amante de las palizas y las prostitutas, introducido en los ámbitos de poder vete a saber por qué y para qué. Por sus responsabilidades y por la UCO (que seguro no es una ONG), Roldán parecería Cerdán, pero por forma de ser, fisonomía y lo que sabemos hasta ahora, es Koldo.
A partir de ahí, de la depravación, el resto. De momento como presunción, pero también clonado. Adjudicaciones en obras públicas: entonces la autovía, ¿hoy Belate? Constructoras navarras: Huarte, ¿Servinabar? Constructoras españolas, igualmente impunes: Agromán, Obrascon, Focsa... ¿Acciona? Todo suena demasiado similar para que nadie hubiera aprendido alguna lección.
Aquel «caso Urralburu» fue realmente la última trama de corrupción en un gobierno que se descubrió periodísticamente y acabó en condena. Y es que hasta entonces había campado la impunidad más absoluta, no hacía falta esconder gran cosa: el presidente y el consejero de Obras Públicas con sus esposas, el testaferro Esparza, Roldán por supuesto... todos dejaron señales –visibles de Mallorca a Suiza– y todos cayeron. Cuando unos años después afloraron algunos casos posibles, también en UPN, las cosas ya se «hacían mejor». Si la tecnología se ha revolucionado en estas tres décadas, la ingeniería corrupta no lo será menos.
Hubo una comisión de investigación en el Parlamento (llamada «caso Huarte», no «caso Urralburu»), como se anticipa ahora. La sentencia en la Audiencia de Nafarroa no llegó hasta cuatro años y medio después, por cierto: es un dato relevante si se impone el criterio marcado por el PNV de esperar a las decisiones judiciales para tomar decisiones políticas rotundas, como hicieron los jeltzales con Rajoy.
Para entonces, en cualquier caso, el PSN ya había tirado la toalla dos años antes. Volvamos a hacer memoria: no fue tras el primer escándalo de Urralburu. El partido sobrevivió en las elecciones de 1995 llegando incluso a liderar el Gobierno en un tripartito-cuatripartito asemejable al de Chivite ahora. Rindió el fuerte tras el segundo asalto, cuando trascendió que el «lehendakari» Otano había titulado cuentas en Suiza, en junio de 1996.
Otro dato a tener en cuenta: al caer Otano no hubo elecciones anticipadas pese a que aún quedaban tres años de legislatura (habría sido lo lógico). UPN encontró alfombra roja del PSN para volver al Palacio de Nafarroa. El resto es historia. Miguel Sanz casi se eternizaría en el cargo (15 años) antes de pasar el testigo a Yolanda Barcina. Gobernaron casi siempre de la mano del PSN, incluso en coalición en la etapa de Roberto Jiménez hasta que Barcina le dio una patada en el culo. Su travesía del desierto fue tal que en 2007, ya 13 años después de aquellas fotos de Roldán, Ferraz impidió con el «agostazo» que el PSN emprendiera las alianzas actuales de Chivite.
La deriva judicial de este caso podría ser la misma que aquel... o no. Lo seguro es que las consecuencias políticas no serán las mismas. Aquello ocurrió es un escenario que UPN controlaba a su antojo, habitualmente desde el gobierno pero en caso contrario también desde la oposición: la larga mano de la derecha estuvo sin duda tras el estallido del «caso Otano», como se reconoció públicamente, y el motivo ni siquiera fue la corrupción sino un objetivo político, abortar el Órgano Permanente de Encuentro que se estaba tejiendo con la CAV. Otro recordatorio: Otano acabó absuelto, aunque fuera por prescripción.
Las manzanas podridas del PSOE quizás sigan aquí, pero el «quesito» de Sanz ya echó moho hace tiempo. Fue con el cambio de tiempo político de 2011, que impactó en Nafarroa al máximo nivel en 2015. La ciudadanía navarra es hoy tan combativa contra la corrupción como hace tres décadas pero sabe separar el grano de la paja y los deseos de UPN-PP-Vox de la realidad de este tiempo y lugar. Aquella Gestora del ínclito Víctor Manuel Arbeloa hoy no decantaría un gobierno; lo haría el voto de las navarras y navarros.
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