Ahora que Iñaki Egaña ha puesto sobre la mesa el tema de la tortura, les compartimos este reportaje en Naiz que deja al desnudo a María Luisa Gutiérrez, productora de la película panfletaria con la que Madrid refuerza su relato de la 'derrota policiaca' de ETA en su torpe obsesión por desvirtuar el proceso de paz impulsado por la sociedad vasca.
Aquí la información:
‘El Inhumano’ de ‘La infiltrada’, señalado por torturas en Via Laietana y en Gipuzkoa
‘La infiltrada’, galardonada en los recientes Goya, ha exaltado la lucha policial anti-ETA pasando por alto su cara oculta e impune. El coprotagonista es ‘El Inhumano’, un mando policial sobradamente conocido en Catalunya y Euskal Herria, señalado por torturas en diferentes décadas.
Ramon SolaMaría Luisa Gutiérrez, productora de ‘La infiltrada’, explicó en la gala de los Goya que quería compartir el premio a mejor película con aquellos policías que «arriesgaron su vida sobre todo por defender los principios de la democracia». Entre los destinatarios de esta mención, además obviamente de Arantzazu Berradre/Elena Tejada –la protagonista de esta historia ficcionada con base real–, estaba quien ocupa un papel de coprotagonista en el film.
Se trata del mando policial que gestó la infiltración en el «comando Donostia». Un comisario que permanece anónimo en la película, pero al que ha identificado ‘El Mundo’ hace unos días. Fernando Sainz Merino: un nombre y dos apellidos que no han desapercibidos ni en Catalunya ni en Euskal Herria.
Luis Tosar, el actor que encarna al mando policial anónimo en la película, ha indicado en entrevistas que a su personaje en las comisarías se le llamaba ‘El inhumano’ porque «despertaba a los agentes a horas intempestivas y era muy activo». En coherencia con esta tesis, en la película ‘El inhumano’ es en realidad bastante humano, alguien que rechaza «un nuevo GAL» cuando su pupila cree que le va a proponer algo así, que prioriza ante todo la seguridad de Tejada y que incluso se preocupa por el gato de la agente.
Hasta aquí la «versión oficial». La otra cara, la que no muestra ‘La infiltrada’, es lo que ocurría en los sótanos de calabozos y comisarías. Sainz Merino fue señalado como torturador por tres independentistas catalanes detenidos en Barcelona ya en el año 1980. Y posteriormente ejerció como jefe de la Policía española en Gipuzkoa a partir de 1992 y hasta 1999, en tiempos en que según el informe oficial del Instituto Vasco de Criminología proliferaron los casos de tormentos por parte de este cuerpo y la Guardia Civil y en este herrialde concreto; en torno a un centenar bajo su mando.
De Barcelona a Donostia
El recorrido de este policía nacido en Logroño en 1952 y ya jubilado ha dejado muchos rastros en prensa, boletines oficiales y también documentos judiciales. Ingresó en la Policía todavía en el franquismo, en 1974. Fue seis años después cuando tres independentistas catalanes le denunciaron por torturas junto a otros cuatro agentes españoles. Lo identificaron en una rueda de reconocimiento ordenada por el juzgado.
Se trataba de los militantes del Exèrcit Popular Català (EPOCA) Xavier Barberá, Antoni Massagué y Ferran Jabardo. Habían sido detenidos en 1980 por el atentado mortal contra el industrial José María Bultó ocurrido tres años antes. Denunciaron haber sido torturados para forzar sus autoinculpaciones, en la tristemente conocida comisaría de Via Laietana. Su declaración en comisaría no fue ratificada al pasar ante el juez de la Audiencia Nacional.
El proceso judicial abierto en un juzgado de Barcelona dio pie a la citada identificación de ‘El Inhumano’. La instrucción fue llevada a cabo por los jueces Angels Vivas y Carlos Bueren (que por cierto luego hizo carrera en la Audiencia Nacional mostrándose muy próximo a la Guardia Civil). Aunque finalmente no hubo juicio por las torturas, los tres detenidos perseveraron en su denuncia y tras agotar el periplo judicial español elevaron el caso hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En 1987, y por vez primera, el Estado español tuvo que comparecer en Estrasburgo, acusado de diversas vulneraciones del Convenio Europeo.
Europa dio la razón a los independentistas condenados respecto a la alegación de que no habían tenido un juicio justo en el tribunal especial español. De hecho, una vez repetida la vista oral acabaron siendo absueltos en 1993 por la Audiencia Nacional, la misma que les había condenado once años antes. Una vez eliminada la autoinculpación forzada, se determinó que no había pruebas suficientes en su contra.
Volviendo a Sainz Merino, la experiencia en la Brigada Regional de Información de Barcelona le sirvió a este policía para ir subiendo en el escalafón y entrar directamente en la lucha anti-ETA desde la Comisaría General de Información. De modo que en 1992, con apenas 40 años, pasó a dirigir la Policía española en Gipuzkoa.
El informe encargado por el Gobierno de Lakua al equipo del IVAC muestra cómo la tortura fue una realidad muy común en esa década de los 90 en Euskal Herria, y especialmente en Gipuzkoa. Y es que este herrialde acapara el 47% de los casos totales del periodo global analizado.
Concretamente, en esos siete años en que ‘El Inhumano’ ejerció la máxima responsabilidad policial en Gipuzkoa el estudio certifica 214 episodios de tortura correspondientes a la Policía española en el conjunto de la CAV, por lo que en Gipuzkoa pueden cifrarse en torno a un centenar como mínimo.
En los dos primeros tercios de su «mandato», Sainz Merino compartió tareas represivas con el primeramente coronel y luego general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, que estaba aún al frente de la Comandancia de Intxaurrondo.
Sobra decir que en esos años la impunidad en torno a la tortura fue total en Euskal Herria, por lo que no consta que hubiera investigaciones directas sobre ‘El Inhumano’. El último caso del que se ha llegado a condena firme ocurrió precisamente en 1992 (la detención de Kepa Urra en Bizkaia por parte de la Guardia Civil). Las otras 19 sentencias condenatorias firmes (sobre un total de más de 5.000 casos certificados) son todas anteriores.
El ministro Jaime Mayor Oreja ascendió a Sainz Merino a «asesor antiterrorista» en 1998, puesto que compatibilizó inicialmente con el de jefe policial en Gipuzkoa y desde el que propagó la tesis de que el alto el fuego de Lizarra-Garazi era una «tregua-trampa».
Fernando Sainz Merino volvería a ser jefe de la Policía española en Gipuzkoa en 2002 y posteriormente llegó a máximo responsable del cuerpo en la CAV entre 2012 y 2013 (en el impasse fue jefe de la Unidad Central de Información Exterior –UCIE–, centrada en el yihadismo). El entonces delegado español, Carlos Urquijo, destacó en la toma de posesión de 2012 que el designado disponía de dos Cruces al Mérito Policial con distintivo rojo gracias a «un trabajo en condiciones muy adversas por el terrorismo etarra, al que ha combatido muy eficazmente».
Los siete años de Tejada
Por otro lado, ese periodo 1992-1999 coincide exactamente con el periodo en que la agente Elena Tejada llevó a cabo su infiltración, según reveló ‘Ardi Beltza’ en 2000.
Tejada llegó a Donostia presentándose como objetora de conciencia de Logroño el mismo año en que Sainz Merino arribó a la jefatura policial. Y fue entrando en círculos abertzales mientras aprendía euskara hasta llegar al «comando Donostia» y propiciar varias detenciones en marzo de 1999, año en que el comisario provincial fue cambiado de destino.
Sergio Polo y Kepa Etxeberria, en concreto, resultaron detenidos de noche junto al estadio de Anoeta en un operativo realizado a tiros por la Policía española dirigida por Sainz Merino. Por la mañana, los agentes recogieron los casquillos del lugar a plena luz del día y ante las cámaras de los fotógrafos de prensa. Los dos detenidos refirieron torturas.
Tanto Fernando Sainz Merino como Elena Tejada son naturales de la capital riojana, aunque la historia oficial haya preferido ubicar la captación de la agente por ‘El Inhumano’ en la academia de policía de Ávila, bien porque así fue realmente o bien por difuminar pistas que llevaran a identificarle.
Hasta la fecha el comisario ya jubilado había dado algunas entrevistas ligadas a la película, pero siempre tapando su rostro y con nombres figurados como ‘Julio’. Hasta que ‘El Mundo’ ha aportado su verdadera identidad.
Fernando Sainz Merino insiste en un podcast de ‘El Correo’ en que le llamaban ‘El Inhumano’ solo porque «trabajábamos fines de semana, no teníamos vacaciones, ni había Semana Santa ni Navidad... En una de las reuniones que teníamos me dijeron ‘tú, como el responsable, eres El Inhumano’, y ya está».
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