Tokio, enganchado a Washington desde el final de la Segunda Guerra Mundial, está llevando a su país a una deriva que puede resultar peligrosa al no manejar su crisis económica adecuadamente teniendo como problema agregado el poderío de Beijing en el área.
En los últimos meses han reactivado 48 centrales nucleares que mantenían apagadas desde el desastre de Fukushima y la semana pasada reactivaron su opción belicista cuando la asamblea nacional autorizace la actuación de su ejército en el exterior, veto que se había mantenido vigente desde 1945.
Ahora pretenden comercializar el arroz que se produce en Fukushima, contándonos un cuento:
El arroz de la prefectura japonesa de Fukushima ha pasado los análisis de radiación por primera vez desde el desastre nuclear de 2011, que desató una alarma internacional en torno a los productos de la región, según fuentes oficiales.
Tsuneaki Oonami, miembro del Gobierno provincial, ha detallado que alrededor de 360.000 toneladas de arroz, es decir, la práctica totalidad de la colecta del año pasado, ha sido testado sin que la producción haya superado los cien becquerelios por kilo establecidos como límite por las autoridades.
«Los casos de arroz que no ha pasado nuestros análisis se han reducido rápidamente durante los últimos tres años, lo que indica que estamos tomando las medidas adecuadas», ha dicho Oonami, que encabeza el departamento que supervisa las plantaciones de arroz en Fukushima.
Los agricultores y pescadores de Fukushima fueron los más afectados por el desastre nuclear provocado por el terremoto y posterior tsunami que sacudió la costa noroeste del país en marzo de 2011 debido a las restricciones a las exportaciones y venta.
Por cierto, todo aquel que haya visto el documental Operación Delfín (The Cove) estarán enterados de cuán propensos son los japoneses a mentir cuando se tratade estos temas.
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