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martes, 10 de septiembre de 2013

Esa Retrógrada Obsesión

Sí, ya todos sabemos que lo más cutre del españolismo navarrico basa su postura en negar la identidad vasca de Nafarroa.

Al respecto les traemos este texto publicado por Gara:


Eva Aranguren, Patricia Perales, Peio Martinez | Concejales de Bildu Iruñea

En esa costumbre de UPN por interpretar cualquier episodio político o social como un elemento de condena moral y división entre buenos y malos, trajo el pasado 5 de septiembre una moción a Pleno en torno al acto reivindicativo original y pacífico que tuvo lugar en el txupinazo del día 6 de julio. La moción, una vez más, obviaba la cuestión de fondo y se recreaba en todo tipo de calificativos, reproches y apelativos al «monstruo» nacionalista -vasco claro está, el español les representa- al que recurren una y otra vez para tapar su falta de propuestas constructivas.

Nada hablaba esa moción de los lamentables e inaceptables insultos a ediles de este grupo municipal, insultos que en algunos casos fueron proferidos por miembros del propio gobierno municipal de UPN y confirmados después en las redes sociales. Como ejemplo máximo de falta de respeto institucional, la del concejal delegado de Educación y Cultura -quién lo diría- Fermín Alonso a la portavoz de Bildu en Twitter. O el hostigamiento de las concejalas de este grupo por miembros de policía municipal durante el txupinazo por llevar un pañuelo con la ikurriña.

Pero colgar una ikurriña en la Plaza Consistorial no es un ataque a la realidad institucional, a nuestra libertad, ni pone en riesgo a los asistentes al txupinazo. Ni siquiera constituye una vulneración de la legalidad vigente. Es precisamente esa legalidad vigente el origen del problema. Con el agravante de la actitud obsesiva de UPN y su política represiva en Navarra y en Pamplona hacia la ikurriña, lo que lleva a una parte de la sociedad a buscar vías cada vez más audaces e imaginativas para reivindicarlo y exigir respeto a su identidad, a nuestra identidad.

UPN tiene que enterarse de una vez que cuando un sentimiento está enraizado porque tiene el peso de la historia, la cultura y la conciencia social, a mayor fuerza para reprimirlo, censurarlo o prohibirlo, con mayor fuerza creativa y reactiva resurge en la sociedad.

Nuestra propuesta es que dejen de negar lo obvio: la esencia vasca de Navarra y la existencia de una conciencia política muy importante respecto a ese sentimiento de pertenencia e identidad. Más allá de proyectos concretos, la identificación con Euskal Herria en la sociedad navarra es muy importante social y políticamente, y ante esta realidad no valen prohibiciones, rechazos, negaciones ni imposiciones antidemocráticas y ficticias como la que, bajo el epígrafe de la tan manida realidad institucional, impone la Ley de Símbolos de 2003. Ley de símbolos que persigue, según afirmó Alberto Catalán cuando era portavoz de UPN en el Parlamento, «eliminar la imagen distorsionada que reflejan algunas entidades locales navarras al hacer ondear banderas diferentes de la de la Comunidad Foral de Navarra, y más concretamente la de la Comunidad Autónoma Vasca». Es decir, la ikurriña.

Pero la ikurriña no es sólo la bandera de la Comunidad Autónoma Vasca, sino la de todo el pueblo vasco. El hecho de que en su momento la adoptaran oficialmente las instituciones de otros territorios vascos no restan ni un ápice de su significado político nacional, y por tanto, representativo de una nación de la que nos sentimos parte miles de personas en Iparralde y Nafarroa. Y es en ese punto en el que radica el problema. En la estrategia de negar esa realidad política y social. ¿Cómo puede distorsionar la realidad institucional un símbolo que representa a la sociedad? Si algo distorsiona la realidad institucional de Navarra es, precisamente, la ausencia de la ikurriña de sus instituciones. ¿Por qué en un ayuntamiento como el de Iruñea, donde 10 de los 27 concejales y concejalas de este salón de plenos, que representamos a casi el 40% de la ciudadanía de Pamplona y decimos sentirnos identificados por este símbolo la ikurriña no está en el mástil?

Hace unos días el dirigente del PSN Roberto Jiménez hizo públicas en un artículo que tituló «Nuevo curso, fin de etapa, comienzo de ciclo» unas palabras que merece la pena reproducir: «En Navarra cabemos todos. (...) (La) pluralidad forma parte de nuestra idiosincrasia, y desde ella trabajaremos para forjar un futuro próspero en Navarra».

Señores y señoras del PSN, han tenido la oportunidad de dar contenido real a esas palabras y apoyar que en el Parlamento de Navarra se modifique una Ley de Símbolos sectaria, impositiva y nefasta. Podían haber emulado a quienes, desde su grupo político, hicieron posible que en el año 1977 la ikurriña ondeara en el balcón de este ayuntamiento, y no a quienes desde el año 1981 vetan su presencia en una cerrazón que alcanzó su máxima expresión en la actual Ley de Símbolos.

Argumentaron entonces tanto desde UPN como, en parte, desde PSN la supuesta contraposición existente entre los símbolos de Navarra y la ikurriña. Entre la identidad navarra y la vasca. Pero esta contraposición no existe pues por ser navarros y navarras somos vascos y vascas quienes así nos sentimos; y así lo defendemos tanto quienes aspiramos por el ejercicio del derecho de autodeterminación a la independencia, como quienes aún hoy reivindican la estatalidad de Nafarroa y quienes, simplemente, reclaman unos lazos más estrechos entre los territorios vascos. Es por tanto, un argumento falso, una contraposición que se impone por dicha ley, obligando, sometiendo y tratando de humillar a una parte de la ciudadanía, a la que se condena al silencio y el ocultamiento de su identidad, bajo sanción administrativa.

Por todo ello, creemos importante que el ayuntamiento adopte el acuerdo de poner fin a la etapa de prohibiciones y represión contra símbolos legítimos. En unos meses se celebrará un juicio por los sucesos ocurridos hace unos cuantos Sanfermines en torno al intento de impedir que se colara una ikurriña en el txupinazo. Sucesos de gravedad personal y humana, al igual que sus consecuencias, que deben terminarse. Y la mejor manera de ponerles fin, por la responsabilidad institucional que nos corresponde, es adoptando un acuerdo de terminar con esa política de persecución. Consideramos asimismo de justicia y de perogrullo que esta institución reconozca y avale el derecho tanto de la ciudadanía como de sus representantes a defender y promover la presencia normalizada de la ikurriña en cualquier institución de Navarra. Un ejercicio de normalidad que hubiese honrado al ayuntamiento.






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