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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Aranzadi Exhuma a Desparecidos Saharauis

La solidaridad internancionalista de los pueblos vasco y saharaui ha escrito un nuveo capítulo y Gara nos trae la información:


Un equipo de investigación vasco dirigido por el forense y presidente de Aranzadi, Paco Etxeberria, y el también médico Carlos Beristain ha logrado por primera vez exhumar e identificar con métodos científicos a ocho desaparecidos saharauis y desmontar así la tesis oficial marroquí que apuntaba a que cuatro de las víctimas murieron «por circunstancias» durante la detención. Los ocho, beduinos entre los que había dos menores, fueron ejecutados.

Ainara Lertxundi

Los días 8, 9 y 10 de junio de este año, un equipo profesional de la UPV, la Fundación Aranzadi y de Hegoa -Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional- visitó en compañía de varios familiares y miembros de la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA) un lugar en la zona de Fadret Leguiaa, en la región de Smara, en pleno desierto, a escasos kilómetros del «muro de la vergüenza» construido por Marruecos para dividir el territorio saharaui y, por tanto, una zona minada.

Allí encontraron, gracias al testimonio de un testigo presencial, que entonces tenía 13 años, y al de quince familiares que entrevistaron previamente, dos fosas, separadas por treinta metros, que contenían los restos de ocho beduinos, dos de ellos menores de edad detenidos el 12 de febrero de 1976 en las cercanías del pozo de Amgala, donde solían ir a buscar agua para el ganado.

El operativo militar marroquí movilizó numerosas tropas y vehículos en una zona en la que en ese momento solo había población civil. Los familiares emprendieron la huida, primero hacia otras zonas del Sahara, y luego, a los campamentos de refugiados de Tinduf, a 400 kilómetros de donde ocurrieron las desapariciones.

En las fosas y dispersados por las inmediaciones encontraron casquillos de arma de fuego calibre 7,62, y objetos personales de las víctimas, como un rosario de cuentas amarillas y negras, un cierre de cremallera, una pulsera de cuerda, una maquinilla de afeitar de cuchilla, un fragmento de anillo metálico de cinturón, una cartera, suelas de zapato, prendas de vestir con lesiones por impacto de proyectiles y dos DNI españoles que acreditaban que las víctimas eran ganaderos de profesión. Del estudio científico de los restos humanos se desprende que las ocho víctimas murieron como consecuencia «de las heridas sufridas por arma de fuego». En algunos casos, fueron disparos a la cabeza. La posterior identificación con datos genéticos de familiares directos se practicó en los laboratorios de la UPV.

«Se trata de los primeros identificados en la historia del Sahara», subrayó Carlos Beristain, coordinador de esta investigación subvencionada por Euskal Fondoa, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia, cuyos máximos representantes acudieron ayer al museo San Telmo.

«Este hallazgo da veracidad a los testimonios de los familiares, que han mantenido una demanda y una memoria. Se negaron a olvidar. Una exhumación es un lugar donde se juntan dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, que nos hablan de sus heridas, de lo que les pasó», destacó Beristain.

Etxeberria puso énfasis en la «rotundidad» del relato y en el control de la cadena de custodia durante todo el proceso de exhumación e identificación de las víctimas. Asimismo, anunció el compromiso adquirido por la UPV para elaborar un banco de datos genéticos saharauis.

Esperan poder volver a la zona dentro de una misión oficial con presencia de la MINURSO, el Comité Internacional de la Cruz Roja, ONG de derechos humanos internacionales y expertos independientes para realizar la exhumación, la devolución de los restos a sus familiares -que permanecen en el lugar debidamente protegidos- y analizar otras posibles fosas en la zona.

Especialmente emotiva fue la intervención de Dijmi Elghalia, que no pudo reprimir las lágrimas al referirse a la importancia que tiene para una persona el saber qué ocurrió con su familiar. Ella misma estuvo desaparecida en «cárceles secretas» durante tres años y siete meses. Sus padres aún lo están.

Agradeció de manera sentida a Beristain el haber hecho posible que «los saharauis hayamos recuperado la confianza perdida» tras años de demandas infructuosas y mentiras.

«Presentamos con toda nuestra buena voluntad toda la documentación que nos pidieron organismos oficiales marroquíes como la Instancia de Equidad y Reconciliación. Ahora, ha quedado certificado que los datos proporcionados por el Consejo Consultivo de Derechos Humanos eran falsos. ¿Cómo es posible que mientan y jueguen con nuestros sentimientos instancias que se suponen deberían velar por los derechos humanos y no estar al servicio de intereses políticos? Marruecos no tiene voluntad para realizar una investigación seria. Como familiar de desaparecidos, me siento alegre por este hallazgo y agradezco a los beduinos su colaboración», resaltó. Precisamente, el testimonio de otro beduino condujo en 2006 a la asociación saharaui de graves violaciones de derechos humanos, ASVDH, de la que Elghalia es vicepresidenta, hasta una fosa individual en la que encontraron los restos de un saharaui que aún conservaba la vestimenta con manchas de sangre.

Las gestiones realizadas desde entonces ante el Consejo Consultivo de Derechos Humanos para proceder a su identificación han resultado en vano.

Elghalia pidió entre lágrimas que se siga con las exhumaciones, también en los territorios ocupados y en las cercanías de los cuarteles militares. «Tenemos el coraje y la voluntad para continuar en esta tarea y arrojar luz sobre el destino de nuestros desaparecidos», subrayó.






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