Esto es lo que la joven democracia hace a la gente, los relatos están para erizarsele la piel a uno.
Itziar Agirre ha contado que fue desnudada en los calabozos y sufrió tocamientos. Juan Karlos Herrador, que le obligaron a chupar su propio vómito. Y Joseba Lerin, que sufrió unos golpes en el hombro que lo dejaban «bloqueado». Pero mientras Askatasuna informaba de ello, se decretaban tres encarcelamientos más. Entre ellos el de Sergio Garcia Lezkano, cuya denuncia apunta a un salto cualitativo: afirma que le metieron un palo por el ano en dos ocasiones.
Ramón SOLA | IRUÑEA
El lunes, nada más abandonar la situación de incomunicación en que habían pasado cinco días y noches bajo control de la Guardia Civil, Askatasuna ofreció un primer resumen de las denuncias de torturas hechas por los detenidos la pasada semana. En una comparecencia ayer en Iruñea, añadió más detalles, que confirmaban una situación que Endika Zinkunegi, el único puesto en libertad de todos ellos, definió ante el juez como «los cinco peores días de mi vida». Pero por la tarde llegaba un testimonio aún más crudo por parte de uno de los últimos detenidos: Sergio García Lezkano.
Su relato incluye múltiples y gravísimas agresiones, con dos episodios culminantes: «Tras bajarle los pantalones y los calzoncillos, le metieron un palo por el ano, y luego otro más grueso», explica Askatasuna. Y añade que antes, al ser llevado a Intxaurrondo tras la detención y «con la excusa de que se les había roto la llave de las esposas, se las quitaron con una sierra, y tuvo que ser llevado al hospital a consecuencia de las heridas». Lezkano tiene además una marca en la cintura «del tamaño de un melón» y «no puede andar», se añade en la nota.
Pese a ello, tanto Lezkano como Unai Lamariano y Joseba González fueron encarcelados a petición fiscal al mediodía de ayer, tras declarar de nuevo con abogado de oficio. Al primero se le imputa «pertenencia» y a los dos restantes, «colaboración».
Horas antes, Askatasuna había dado a conocer en Iruñea un exhaustivo informe sobre el trato recibido por los arrestados. Conceptos habituales como «golpes», «la bolsa», «vejaciones» o «amenazas» se quedan cortos en este caso. En el de «vejaciones», por ejemplo, habría que incluir que a Juan Karlos Herrador le obligaron a chupar sus vómitos, según ha relatado. En el caso de Itziar Agirre, ha dado a conocer que fue obligada a desnudarse de cintura para arriba y sufrió tocamientos por parte de los guardias civiles. Este tipo de prácticas sexuales ya habían sido denunciadas por otros detenidos recientes, como Sebas Bedouret.
Algo similar ocurre con «la bolsa». En los micrófonos de Info7 Irratia, la abogada Jaione Karrera difundió ayer lo que le contó Joseba Lerin: «Se la pusieron de todas las maneras posibles; sentado y atándole los brazos, envuelto en una manta...»
En cuanto a los golpes, son una constante también en las denuncias de los detenidos. Lerin reseñó que recibió continuamente «golpes muy fuertes a la altura del hombro que lo dejaban bloqueado e inmovilizado», así como en los testículos o la cara. Su letrada apreció que «tenía la nariz un poco hinchada». Pero especialmente significativo parece el caso de Arkaitz Agote, que había sufrido anteriormente una fractura de hombro y que subraya que fue golpeado en esa zona. Zinkunegi también ha denunciado agresiones físicas; en imágenes de televisión mostraba una cojera muy evidente al salir en libertad.
Batasuna: «Violencia legal»
Los testimonios prestados por estos siete ciudadanos vascos por separado (seis de ellos al entrar en prisión y uno fuera de ella) no sólo son coherentes, sino que se asemejan mucho a los denunciados por los detenidos en redadas anteriores. Coinciden, por ejemplo, al referir la imposición de ejercicio físico extremo, como flexiones ininterrumpidas. Herrador resalta que le tuvieron 19 horas de pie, y Joseba González Pavón habla de un día entero.
Batasuna remarcó en una nota la situación atravesada por los arrestados y sobre todo por Sergio García Lezkano, cuyo testimonio «pone los pelos de punta». La formación abertzale hizo saber que «entendemos estas torturas como una manifestación más de la violencia legal con la que responde el Gobierno de Zapatero ante su falta de voluntad para encauzar el proceso por vías democráticas».
Claro, de estas, las verdaderas víctimas, todos se olvidan.
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