Un blog desde la diáspora y para la diáspora

lunes, 23 de enero de 2006

Votos

Este texto ha sido publicado en Gara:

Pedro Pablo Arrinda - Profesor de Historia

Cuestión de votos

Uno no deja de asombrarse al oír hablar tan efusivamente de la ejemplaridad de la Constitución española a la hora de reconciliar las dos Españas históricamente antagónicas. Lo sorprendente de esta tesis es que el eje vertebrador y protector de esta unión sea el Ejército desde el carácter «neutral» de su naturaleza, tal y como el artículo octavo le otorga.

Un breve análisis histórico nos señala que si bien los golpes de Estado, tan frecuentes en el siglo XIX que incluso a este acto de acceder al poder genuinamente español lo recogerá el vocablo pronunciamiento, tuvieron a principios de la época liberal un talante progresista, para finales, éstos se tornarán en un acto de protección de los poderes conservadores. El pronunciamiento del general Pavía ocupando, por primera vez en la historia del golpismo, la sede de la representación del pueblo será el exponente más significativo.

El siglo XX nos muestra el lado más amargo del golpismo en las dictaduras de Primo de Rivera y de Francisco Franco. Este último se caracterizará, sobre todo, por la venganza más brutal hacia el adversario político tanto en la Guerra Civil como en la Postguerra. Las cárceles del franquismo hubieran sido un calco de los campos de concentración alemanes si éstos no hubiesen perdido la Segunda Guerra Mundial.

En la transición, cuando se estaba elaborando la Constitución de 1978, la institución militar impuso al poder civil, negando cualquier debate sobre el tema, el artículo octavo. En él, las Fuerzas Armadas tendrían la misión de garantizar la soberanía e independencia de España defendiendo su integridad territorial y su ordenamiento constitucional. El sobre que fue entregado a los padres de la Constitución con el membrete de las Fuerzas Armadas lo expresa todo.

Pero es curioso que aquellos que definen a ultranza la Constitución española como un texto moderno y comparativamente ejemplar en el seno de la Unión Europea no quieran caer en la cuenta de que dicha Constitución, junto a la portuguesa en su artículo 3.2, sean las únicas constituciones europeas que recaen en las Fuerzas Armadas la defensa del ordenamiento constitucional. Ni la centralista y nacionalista Francia otorga al Ejército tal papel. En la transformación de Bélgica en un Estado federal monárquico o en la división de Checoslovaquia en dos estados, promovida por los dirigentes políticos más que por la población, el Ejército no tuvo nada que decir ni mucho menos nada que hacer.

La tutela militar en la historia del constitucionalismo español es hoy en día uno de los aliados más notables de las estrategias políticas del Partido Popular, ya que tanto la mayoría de los dirigentes de dicho partido como los mandos del Ejército son herederos sociológicos del franquismo.

Aunque sea impensable un levantamiento militar, ya que no tendría cabida en Europa ni en las estructuras productivas del Estado español, ello no es óbice para no tener en cuenta su condicionamiento en la vida política. Las diferentes declaraciones de los militares defendidas en los medios de comunicación afines al Partido Popular intentan crear una fuerte presión a la hora de desarrollar políticas de Estado por parte del PSOE, tales como la aceptación del nuevo Estatut o el establecimiento de la Paz en Euskadi.

La reciente prohibición del acto de Batasuna en el BEC así como todas sus actividades representa, por una parte, el miedo del PSOE a enfrentarse a los medios de difusión conservadores del Partido Popular, ya que ello le supondría una perdida substancial de votos, y por otra, el fuerte arraigo del nacionalismo conservador español en la judicatura.

Detrás de todo este embrollo se encuentra la estrategia política del Partido Popular, cuya intención no es otra que la de crear una sensación de inseguridad para que les reporte cuantiosos votos en un futuro inmediato. La cuestión de Estado a la que tanto recurre el Partido Popular no es otra que la cuestión del voto. He aquí donde el PSOE tendrá que demostrar su firmeza respecto a la política demagógica del Partido Popular, a pesar de que esta forma de proceder no le revierta demasiados votos del Ebro para abajo a corto plazo.

.... ... .

No hay comentarios.:

Publicar un comentario