Como es costumbre, un reportero de La Jornada, de esos periodistas de verdad que aún existen en México y en el mundo, nos entrega un análisis acerca del tan mencionado llamado a la tregua y a la negociación, aquí lo tienen:
Gustavo Iruegas
La lucha que desde 1959 sostiene la organización Euskadi y Libertad (Euskadi Ta Askatasuna, ETA) que tiene por meta independizar al país vasco del Estado español, parece estarse acercando a la situación de negociación, la cual no significa que necesariamente habrá una negociación de la paz ni que, si se diera, sería exitosa.
Solamente describe una situación en la que las partes en un conflicto se mantienen en una larga y costosa lucha en que ni la derrota ni la victoria están a la vista y la contienda produce fatiga en la sociedad. Si las partes comprenden que el desenlace no está en el horizonte, es posible que también perciban la necesidad de negociar.
El presidente José Luis Rodríguez Zapatero dijo en su discurso acerca del estado de la nación en 2005: "En el debate de investidura afirmé que esta Legislatura iba a ser de gran trascendencia para esa aspiración tan profunda de la inmensa mayoría de los vascos y de todos los españoles que es el final de la violencia. Hoy reitero esa convicción. ETA sólo tiene un destino: disolverse y deponer las armas. Como Presidente del Gobierno tengo el deber de trabajar para lograr ese fin. Advierto que nadie debe hacerse ilusiones, porque la historia de ETA no lo permite, pero mi obligación es trabajar por la esperanza."
En la misma línea, el grupo socialista en el congreso español presentó en la mesa una resolución sobre la lucha contra el terrorismo en la que se lee: "Por eso, y convencidos como estamos de que la política puede y debe contribuir al fin de la violencia, reafirmamos que, si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia..."
A ETA se le atribuye haber hecho circular una carta entre embajadas y organizaciones europeas en la que, según la versión publicada en El País, se plantea que "la comunidad internacional no puede abstraerse ante la grave situación que padece el País Vasco. Por eso, Euskadi Ta Askatasuna llama al conjunto de organizaciones internacionales, y especialmente a aquellas que ostentan responsabilidades de gobierno, para que adquieran las medidas que consideren adecuadas en pro de dar una salida negociada al conflicto". Numerosos medios, como el citado, interpretaron esta carta como una petición oficial de mediación por parte de ETA. La portavoz oficial de la Comisión Europea afirmó respondiendo a preguntas de la prensa, que la institución estaría dispuesta a mediar entre ETA y el Gobierno español si este último se lo solicitara.
Los cautos pronunciamientos enunciados indican que hablar de negociación no es anatema sino una opción que necesita respaldo popular y político nacional y quizá también internacional aunque, hay que decirlo, este último no siempre es útil ni bienvenido. Los facilitadores y los mediadores son opcionales.
En el conflicto por la independencia del País Vasco parece conformarse en el horizonte su pertenencia a la Unión Europea, como parte de España o por propio derecho, lo que significa que la causa independentista tiene un límite en el tiempo que terminará dando al conflicto una solución distinta a la originalmente buscada por cualquiera de las partes. Hay otro elemento que aporta a la situación de negociación; el cada vez más patente cansancio popular por la violencia.
Si las iniciativas negociadoras progresaran, haría falta que tanto el gobierno español como los independentistas vascos precisaran el objetivo de la negociación que estaría a punto de iniciar.Una negociación de esta naturaleza implica eliminar de la ecuación tanto la victoria cuanto la derrota, ya que el mínimo indispensable para cada parte está en la garantía de seguir existiendo después de la negociación. Esto hace que el dicho de Rodríguez Zapatero: "ETA sólo tiene un destino: disolverse y deponer las armas", sea solamente la expresión de lo que sería la victoria absoluta, hasta hoy inalcanzable, para el Estado español. Es el punto de partida extremo para cualquier negociador.
ETA ha lanzado un llamado a la comunidad europea para que propicie la solución negociada del conflicto. No se sabe todavía cual sería su objetivo estratégico en la negociación pero es de suponer que la iniciaría desde el extremo de la independencia total.
Si se tratara de una revolución social, una vez descartados el triunfo y la derrota, lo que restaría por discutir sería nada menos que el poder político, pero como se trata de una lucha de liberación, resulta obvio que los vascos no están interesados en el poder español sino en la independencia del suyo propio, misma que sólo obtendrían a cabalidad si consiguieran la victoria que, hoy por hoy, no está a su alcance. Por lo tanto, la negociación estriba en el grado de independencia y la clase de relación que las partes estén dispuestas a conceder y a aceptar.
Si la materia de la negociación es la independencia del País Vasco y esta no es alcanzable, mientras que su sometimiento a la soberanía española tampoco ha sido posible, lo conducente sería reconocer a ETA el ejercicio de su autodeterminación e independencia en una proporción correspondiente a su capacidad real de continuar la lucha.
Determinar la capacidad de resistencia de ETA y encontrar su equivalente en autodeterminación o independencia sería la tarea, en primer lugar, de la dirigencia etarra y enseguida, de los negociadores en su conjunto. Una manera de empezar sería acordar la suspensión del fuego y de la persecución.
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