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jueves, 10 de julio de 2025

Egaña | El Derecho y el Deber de Escapar

Y ya que hemos estado hablando de fugas al cumplirse la cuarta década de el escape protagonizado por Pikabea y Sarrionandia de Martutene, aquí les presentamos este texto de Iñaki Egaña que será la delicia de más de uno de nuestros lectores.

Directo a ustedes de Facebook:


El derecho y el deber de escapar de prisión

Iñaki Egaña

Una máxima universal señala que el deber de todo preso es escaparse, circunstancia que la mayoría de estados tipifica como delito. En los últimos 20 años, se han evadido de Francia más de 500 presos y de España la cifra es inferior, cercana a los 400. Aunque Hollywood y el cine han convertido las fugas en una aventura carcelaria, las evasiones se producen desde hospitales, juzgados y traslados. Los casos desde centros penitenciarios apenas llegan al 5%. Brasil parece ser el estado con el número mayor de evasiones del planeta, una al día. El país sudamericano tiene entre rejas a 900.000 internos, superado por EEUU con dos millones de presos, la primera población carcelaria de los cinco continentes en números absolutos. En relativos, por el contrario, El Salvador de Nayib Bukele ocupa el primer lugar, con 1.659 presos por cada 100.000 habitantes, seguido de EEUU con 639.

Las fugas más espectaculares se convirtieron en productos cinematográficos, en especial los promocionados por Hollywood. Dos remakes reales han devuelto actualidad a presidios míticos: Alcatraz y la Isla del Diablo (Guyana francesa). Donald Trump acaba de anunciar su intención de reabrir la prisión californiana, mientras que Emmanuel Macron ha informado de una inversión de 400 millones de euros para abrir un centro de detención en la Guyana. De la de Alcatraz se escaparon tres presos en 1962, un año antes de su cierre definitivo, fuga que dio lugar a una película protagonizada por Clin Eastwood. Para el FBI los fugados se ahogaron. En la ficción cinematográfica, los indicios apuntaron a su supervivencia. De la Isla del Diablo se fugó supuestamente Henri Charrière en 1941, que escribió su biografía en un libro que dio lugar a la película “Papillon” protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman. Con la condena cumplida e indultado por el éxito de la película, Charrière se estableció en España. A su muerte se supo que era un impostor y que el auténtico protagonista de la fuga había sido Charles Brunier. Entre decenas de novelas y filmes, destacar que recientemente acaba de ser traducida al castellano la fuga que León Trotsky contó ya en su libro “Tudá i obratno” (1907) en el que narraba la evasión cuando era trasladado al campo de internamiento de Beriózov (Siberia).

La modernidad ha desdibujado centenares de fugas espectaculares y técnicamente complicadas, trasladando su naturaleza a una especie de competición. ¿Cuál ha sido la más rocambolesca? ¿Cuál la más masiva, la que más distancia tuvieron que recorrer los fugados? Cada medio, cada reportaje, ofrece su versión, errando en muchos casos. En la Segunda Guerra mundial, el castillo nazi de Colditz, prisión para oficiales aliados, fue escenario de 300 intentos de fuga. En sentido contrario, de Papago (Arizona), uno de los 500 campos de prisioneros en EEUU que acogieron presos alemanes, 26 internos escaparon en la navidad de 1944, tras excavar un túnel de 54 metros. De las prisiones de Acre y Jerusalén, en Palestina, escaparon 40 militantes de Irgun -grupo paramilitar sionista-, en 1947 y 1948, durante el mandato británico.

La actualidad sigue ofreciendo ejemplos, como el reciente de mayo de 2024, cuando un convoy que trasladaba al preso Mohamed Amra en Normandía fue atacado. El detenido consiguió huir, mientras que dos funcionarios de prisiones perdieron la vida en el tiroteo. Amra fue detenido en Rumania en febrero de este año. Hace escasas semanas, la Guardia Civil descubrió un túnel que comunicaba el Tarajal de Ceuta con Marruecos, usado como vía de escape para huidos de la Justicia. El túnel, sin embargo, no tiene la sofisticación de aquel que facilitó la huida, en 2015, del penal de máxima seguridad del Altiplano de “El Chapo” Guzmán. Una obra de ingeniería de kilómetro y medio de longitud y diez de profundidad para la que sus constructores, removieron más de tres mil toneladas de tierra.

Entre las destacadas, hubo un viaje repetido aparentemente en dos ocasiones cuyo trayecto y condiciones superaron a la ficción. La primera ocasión, en 1917, la protagonizaron 17 presos “blancos” en la guerra civil rusa. Escaparon de su internamiento en Siberia, a pie y durante meses, tras recorrer miles de kilómetros, recalaron en China. Sólo tres sobrevivieron. Uno de ellos, David Regevsky se refugió en Donostia, donde esposó con Amparo Zoco. Su familia se asentó definitivamente en Donostia, madre, hijos y nietos. Regevsky, que vivió en la Villa Datcha Blanca de Igeldo, falleció en 1958. A pesar de su éxito cinematográfico a través de la película “The Way Back” (2010), la segunda de las evasiones desde Siberia, ocurrida durante la Segunda Guerra mundial, fue falsa, según investigaciones de la BBC. El protagonista era el soldado polaco Słavomir Rawicz, que escribió en 1956 “La larga caminata”, en la que relataba su supuesta fuga en 1941 desde el gulag hasta India, recorriendo 6.500 kilómetros y atravesando Siberia, el desierto de Gobi, Mongolia y Tíbet. Su falseada biografía se convirtió en un superventas y fue traducida a 25 idiomas. Resultó que Rawicz había quedado en libertad en 1942 y que la historia de la fuga era cierta pero que correspondía, probablemente, a otro soldado polaco, Witold Gliński.

En cuanto al número de fugados, las de Queyfiya (Libia) en 2013 -más de un millar de reclusos- Kandahar (Afganistán) en 2008 -540 presos a través de un túnel de 300 metros- y Tazoult (Argelia) -1200 presos (de ellos 280 en el corredor de la muerte)- han sido recientemente las más masivas hasta 2024. En 2024, en Makala, capital de la República Democrática de Congo, hubo una fuga masiva, hasta 3000 presos, con 129 muertos en enfrentamientos entre presos y policías y 163 mujeres reclusas violadas y quemadas vivas en el intento de fuga En marzo de 2024 se fugaron de la prisión de Puerto Príncipe en Haití, un total de 3696 reclusos, tras un ataque desde el exterior.

En el Estado español y durante el franquismo, fueron míticas las fugas de Eleuterio Sánchez, “el Lute”, un merchero salmantino, la última del presidio de Puerto de Santa María en 1970. En prisión aprendió a leer y escribir y concluyó la carrera de Derecho. Su biografía dio lugar al filme “Camina o revienta”. La relevancia mediática de “el Lute” fue sustituida más tarde por la de Juan José Garfia, un vallisoletano de familia comunista, que recaló en prisión ya con 18 años acusado de robar explosivos. En libertad fue detenido en un tiroteo, con el resultado de tres muertes cuando huía del atraco fallido a un banco. Condenado a 113 años de prisión, logró escapar de la cárcel en 1989 y 1991. Encarcelado de nuevo, se licenció en Bellas Artes y Filología Hispánica y escribió un libro animando a las evasiones: “Adiós Prisión. Relato de las Fugas más espectaculares”. Salió en libertad condicional en 2010.

En el Estado francés, las fugas más relevantes tuvieron como preludio las del dandi René Girier, al que atribuyeron hasta 17 fugas. Atracador de guante blanco, su fama le llevó a ser chófer y mayordomo de la familia real de Mónaco. Fue interpretado en la gran pantalla por Gérard Depardieu. En otro caso, Michel Vajour se escapó en seis ocasiones, una de ellas de la prisión de La Santé, en 1986, en un helicóptero pilotado por su esposa. Tres presos canadienses también escaparon en helicóptero de la prisión de Quebec, en 2014.

La más ingeniosa correspondió a tres corsos -Maurice Costa, Francis Mariani y Pierre-Marie Santucci- que se evadieron de una cárcel cercana a Bastia en 2001 tras que el director de la prisión recibiera un falsificado fax, con la firma de un juez, que decretaba su puesta inmediata en libertad. Otro preso, Antonio Ferrara protagonizó la más espectacular, al huir de Fresnes en 2003. Un comando de seis falsos gendarmes, atacó con armas largas a los vigilantes, hizo un boquete en una entrada metálica, llegaron hasta la celda de Ferrara y con dinamita volaron la puerta, entre el jolgorio del resto de internos. Ferrara fue detenido cuatro meses después y salió en libertad en 2022. Otra fuga espectacular fue la de Rédoine Faïd que se escapó de la prisión de Lille-Sequedin con explosivos, un arma y la toma de rehenes. Fue capturado mes y medio después. Concluirá su condena en 2060.

En Euskal Herria, la mayor fuga de su historia se produjo en mayo de 1938 en la prisión navarra de Ezkaba, cuando se escaparon 795 internos. Únicamente tres lograron llegar a Ipar Euskal Herria (Jovino Fernández, José Marinero y Valentín Lorenzo), 207 fueron ejecutados en los días siguientes a la huida y 585 detenidos. Fernández mantuvo su exilio francés hasta su fallecimiento en 1995. Marinero alcanzó México, al huir de la llegada nazi, donde murió en 1963. Lorenzo, se reintegró a la guerra por Barcelona. Huyó nuevamente en 1939, y falleció en Burdeos en 1986. El presidio, a iniciativa pactada con el Ejecutivo español por EHBildu, fue declarado lugar de memoria, transmitiéndose su titularidad al Gobierno de Nafarroa que lo ratificó en 2025.

Durante la Segunda Guerra mundial, muchos de los vascos que combatieron con la Resistencia francesa también se fugaron de prisión o campos de concentración. El mayor protagonista en fugas fue Kepa Ordoki. En 1939 consiguió escaparse de las cárceles franquistas, más tarde de Gurs y, finalmente, hasta tres veces, del cautiverio nazi.

La primera fuga masiva de presos de ETA tuvo lugar en diciembre de 1969. De la prisión de Basauri se escaparon 15 presos, cinco de ellos acusados de delito común y los diez restantes militantes de ETA. Se refugiaron en el estado francés y París les asignó a residencia. En septiembre de 1973 Agustín Asteasuinzarra consiguió evadirse, con ayuda exterior, del cuartel de Loiola, en el que estaba detenido. En 1974, Jon Urzelai logró fugarse mientras estaba detenido en el Hospital Provincial de Donostia. Y en 1975 el fugado, también de Loiola, sería Bernardo Bidaola. Los dos primeros serían muertos, años más tarde, por las fuerzas policiales y Asteasuinzarra por los GAL. En 1978, el autónomo Bernardo Aizpitarte, detenido, se escapó, como Urzelai, del hospital. Hubo intentos frustrados en numerosas cárceles: Burgos (durante el Proceso de 1970), Zamora, Carabanchel, Iruñea, A Coruña, Martutene, Basauri…

La siguiente fuga masiva tuvo dos versiones, ambas desde Segovia. La primera de ellas fracasó con motivo de la delación del infiltrado Mikel Lejarza. La segunda, exitosa, tuvo lugar en abril de 1976 con la fuga de 29 presos. Lo hicieron a través de un túnel excavado, que conectaba con las cloacas del centro para lo que hicieron desaparecer seis toneladas de tierra por los desagües. El éxito fue inicial, hasta que la mayoría de los evadidos fueran detenidos en las cercanías de Aurizberri. En esta escapada falleció el militante catalán Oriol Solé, alcanzado por una bala explosiva disparada por la Guardia Civil. Cuatro de los fugados, -Koldo Aizpurua, Josu Muñoa, Mikel Laskurain y Carlos García Solé-, junto a Miren Amilibia del comando de apoyo, lograron su objetivo. En enero de 1980, tres militantes de ETApm huyeron de la cárcel de Martutene: Izaskun Arrazola, Jesús María Salegi y Mikel Matxirena.

Al margen de la fuga de Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionandia en julio de 1985, a finales del año siguiente, un comando de Iparretarrak liberó de la cárcel de Pau a sus militantes Maddi Hegi y Gabi Mouesca. El operativo, probablemente el más complejo en los 28 años de actividad de IK, se llevó a cabo con el secuestro del director del centro penitenciario por miembros de IK disfrazados de gendarmes. Maddi Hegi falleció en 1987 en accidente ferroviario tras ser detenida.

Ya en épocas más recientes, en noviembre de 2000, Félix Alberto López de la Calle, escapó de un hotel de Aubusson (Francia), donde estaba detenido a la espera de su extradición. En agosto de 2002, Ismael Berasategi se fugó de la prisión parisina de La Santé, al intercambiarse con su hermano. En diciembre de 2002, Ibon Fernández Iradi consiguió fugarse de la comisaría de Baiona, a través de un conducto del aire. En el siglo XXI, hubo intentos de militantes de ETA fracasados, desde las prisiones de Aranjuez, Valdemoro y La Santé. Otros abortados no tuvieron publicidad. En 1993, José Mari Sagardui fue descubierto cuando se fugaba de la prisión de Granada.

Entre los grupos insurgentes, el IRA realizó una de las fugas más espectaculares de la historia, al colocar, en julio de 1922, una bomba de gelignita en un lateral de la prisión de Dundalk. Por el boquete se escaparon 105 prisioneros políticos. Días después, los fugados al mando de Fran Aiken, uno de los huidos, asaltaron el cuartel de Dundalk, tomando 300 prisioneros. Fue uno de los episodios más dramáticos de la guerra civil entre dos facciones del IRA, los que aceptaron el Tratado de Independencia de la que sería Irlanda del Sur y los que no reconocieron la continuidad del norte de la isla en poder de Londres. Más recientemente, las fugas de miembros del IRA fueron numerosas: en 1972, nueve presos republicanos huyeron de un barco-prisión y un año después, tres internos del IRA escaparon en helicóptero de la prisión de Mountjoy. En 1974, 19 militantes lo hicieron de Portalouse y un año más tarde, otros nueve mientras estaban siendo juzgados en Newry. En 1981, ocho militantes de la prisión de Crumlin Road y en 1983, 38 presos republicanos huyeron de la cárcel de Long Kesh (Maze) en la más numerosa en la historia reciente de Gran Bretaña. Cuatro de los fugados de Meze fueron detenidos posteriormente en EEUU y Londres solicitó su extradición. El Acuerdo de Viernes Santo, en 1998, evitó la deportación de tres de ellos.

En Alemania, Andreas Baader logró escapar de prisión antes de alumbrar la Rote Armee Fraktion (RAF). En julio de 1976, cuatro militantes escaparon de la prisión de mujeres de Berlín, tres de ellas del Movimiento 2 de Junio y la cuarta de la RAF, a través de la ventana de la biblioteca. Gabriele Rollnik e Inge Viett serían detenidas dos años después en Bulgaria y extraditadas a Alemania Occidental. Monika Berberich fue detenida poco después de su fuga y salió de prisión en 1988, tras haber realizado nueve huelgas de hambre.

Assata Shakur, miembro del Black Liberation Army y de los Black Panthers, huyó de la prisión de Hunderton (New Jersey) y se refugió en Cuba desde 1984. En 2005, el FBI la incluyó entre las diez terroristas más buscadas y ofreció una recompensa por su captura. Desde La Habana escribió su autobiografía, con introducción de Angela Davis. De Velore Fort en India, escaparon en 1995, 43 reclusos tamiles de Sri Lanka. La fuga de cinco militantes palestinos de Gilboa (Palestina ocupada), en septiembre de 2021, fue una más entre las 30 sucedidas anteriormente, unas exitosas otras fracasadas. La primera tuvo lugar en 1958, con la huida de 77 palestinos del presidido de Shatta. En la Sudáfrica, la película sostenida en hechos reales que relata la fuga de tres presos políticos del penal de Pretoria en 1979, resume los intentos que protagonizaron otros internos durante el apartheid.

Entre los tupamaros uruguayos, la fuga del penal de Punta Arenas en 1971 dejó en libertad a 111 presos políticos, entre ellos el reciente fallecido Pepe Mujika. El FLN había intentado, un año, antes, a través del secuestro de Daniel Anthony Mitrione -un agente de la CIA destacado en Montevideo e instructor de torturadores-, su canje por 150 prisioneros. El Gobierno no accedió a las pretensiones uruguayas y Mitrione fue ejecutado. En una acción similar, en 1978, el Frente Sandinista asaltó el Palacio Nacional en Managua, exigiendo, entre otros objetivos, la liberación de 50 presos, entre ellos Tomás Borge. Tras dos días de negociación, el presidente Somoza accedió a la petición y los reclusos viajaron a Cuba. Tupac Amaru, en Perú, imitó la acción en 1996 y tomó con rehenes la embajada de Japón, solicitando la liberación de 465 de sus presos. El Gobierno peruano, tras cuatro meses de asedio, asaltó la embajada y mató a todos los guerrilleros.
En marzo de 1982, Sendero Luminoso atacó la cárcel de Ayacucho (Perú) liberando a 254 presos, de los que 70 eran miembros de la organización liderada por Abimael Guzmán. En 1990, 47 militantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) de Perú, entre ellos su dirigente Víctor Polay, se fugaron del presidio de Canto Grande tras cavar un túnel de 250 metros de largo y ocho de profundidad. De la prisión de máxima seguridad de Santiago (Chile) el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con la ayuda de dos voluntarias del IRA, liberó en 1996 a cuatro de sus militantes condenados a cadena perpetua. La llamaron Operación Vuelo de Justicia -se produjo a través de un helicóptero- y de los cuatro fugados, únicamente Mauricio Hernández fue detenido en Brasil y extraditado a Chile. Frances Mary Shannon, la irlandesa de apoyo, fue detenida el pasado año en Croacia, pero quedó en libertad al llegar fuera de plazo la petición de extradición. En Venezuela se había escapado un grupo de guerrilleros de la Isla del Burro, en 1963, vestidos de mujer y con acreditaciones falsas.

En mayo de 1975, 26 presas políticas, acusadas de actividades guerrilleras, se fugaron de la prisión del Buen Pastor en Argentina. Un camión con un cable de acero arrancó las verjas de la prisión, abriendo un camino por donde escaparon las reclusas. De las fugadas, seis fueron desaparecidas por la dictadura militar que se estableció un año más tarde. De la cárcel de Guadalajara en México, huyeron seis militantes de la Liga Comunista, tras recibir ayuda de un comando exterior, en 1976. En marzo de 1991, un comando del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional atacó el Centro Penal de Mariona y logró la libertad de 135 internos. En 1956, del presidio del Boniato (Cuba) se fugó un grupo de presos que sería el motor del foco guerrillero en Sierra Maestra. Raúl Castro participaría en otra acción para liberar a Frank País, uno de los dirigentes revolucionarios que fallecería poco después, a manos de la Policía del dictador Batista.

 

 

 

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