Les compartimos este hito en la historia reciente del pueblo vasco, cortesía de Deia:
El movimiento de alcaldes y el centenario foral en Bergara
Bergara fue escenario el 21 de julio de 1976 de una reunión de representantes de municipios de toda Euskadi, con motivo del primer centenario de la abolición de los fueros, en la que el alcalde José Luis Elkoro dio lectura a un texto histórico
Iñaki Anasagasti
Tras las elecciones de 1931, en Euzkadi, bajo la naciente República, surgió un poderoso movimiento municipalista que tenía una hoja de ruta clara, lograr el primer estatuto de autonomía. Tenía también un dirigente de ese mismo movimiento identificable, José Antonio de Aguirre, alcalde de Getxo. El fruto de aquel esfuerzo fue el Estatuto de Estella, que perdió en el camino a Navarra pero logró su plasmación, hará este 1 de octubre, ochenta años, con la aprobación en las Cortes del primer estatuto de la historia vasca.
Pero aquello fue eliminado por la violencia de una sublevación militar que expulsó aquel primer Gobierno vasco al exilio y que, cuarenta años después, en 1976, mantenía enhiesta su ikurriña desde el exilio de París.
No hay que olvidar que, habiendo muerto en la cama el dictador, la estructura franquista seguía incólume y el llamado búnker vigilaba como un perro de presa cualquier movimiento aperturista. El culto a la intangibilidad de los Principios fundamentales del Movimiento era total como si fueran el decálogo del Sinaí, recordando a todas horas que el franquismo seguía ahí vigente en la mente de casi todos. Se le rendía un culto verbal sin cesar, y se pedía cuidarlo, mimarlo, no irritarlo al hacer concesiones, pactar con él, no indisponerlo, ganárselo día a día, calmarlo, e incorporarlo. Un pacto tácito con el Ejército mantenía el modus operandi, sin analizar para nada la nueva sociedad que tenían delante. Vivían en una burbuja, sin darse cuenta de que su tiempo había pasado, mientras grupos paramilitares de extrema derecha y guardias civiles torturadores como el capitán Hidalgo, hacían el resto. Pero los sucesos de Gasteiz, con muertos, heridos y encarcelados, habían dejado la impresión de que se iba al enfrentamiento y que cualquier salida era muy mala. ¿Qué se podía esperar de un enloquecido ministro de la Gobernación como Fraga Iribarne que solo sabía detener activistas y que había dicho en Venezuela que antes de que se izara la ikurriña había que pasar por encima de su cadáver?
El PNV intentaba en aquel mar rodeado de niebla navegar tratando de romper esa dinámica y a tal efecto, el líder jelkide Juan de Ajuriaguerra se había presentado a finales del mes de enero en un hotel de Madrid junto a dirigentes europeos y del Equipo Demócrata Cristiano del Estado español pidiendo libertad, amnistía y estatuto de autonomía, grito que se hizo calle al poco tiempo.
MunicipalismoMientras esto ocurría y, al estar prohibidos los partidos políticos, surgía desde la base un incipiente movimiento municipalista, como en tiempos de la República, que empezó a dar sus pasos reivindicando cuestiones obvias: que se permitiera ondear la ikurriña y que no se matara y muriera por ello, que se respetara la foralidad, que se derogaran las leyes que anulaban el Concierto Económico para Gipuzkoa y Bizkaia, así como temas culturales tratando de lograr que acabara de una vez la agonía del euskera. En este movimiento participaron varias personas que habían llegado al cargo de concejales en ayuntamientos franquistas del Alto Deba a través de organismos sociales que luchaban por la cultura vasca. El hecho de que estos ayuntamientos estuvieran todavía bajo el régimen de Franco, familia, municipio y sindicato, provocó encendidos debates sobre la conveniencia de aceptar estos cargos de representación edilicia. Sin embargo, el movimiento se vio reforzado con la llegada a la alcaldía de algunos de estos miembros en las elecciones de inicios de 1976, ya con Franco fallecido en noviembre, con los últimos comicios de la democracia orgánica franquista.
Posteriormente se sumaron alcaldes de toda Euskadi, destacando la figura de José Luis Elkoro, nacido en Elgeta, pero que había llegado a la alcaldía de Bergara cuando en enero de 1976 el presidente del Gobierno español Carlos Arias Navarro había introducido aquel pequeño cambio en la legislación sobre el nombramiento de los alcaldes que le permitió, el 2 de febrero de 1976, ser elegido alcalde de la histórica localidad de Bergara.
Al haber nacido este movimiento desde la base y al no permitirse los partidos políticos, el apoyo ciudadano comenzó a ser creciente, consecuencia de las ansias de un pueblo amordazado durante cuarenta años. Así las cosas, el Rey había designado presidente del gobierno al secretario general del Movimiento, Adolfo Suárez, y éste había iniciado ese mes de julio una tímida apertura que permitió celebrar el centenario de la abolición foral, con una gran concentración en Bergara.
Llamamiento del PNVA tal efecto, el PNV había hecho este llamamiento:El próximo 21 de julio se cumplen 100 años de la promulgación de la ley que constituyó la culminación del proceso abolitorio de los Fueros iniciado el 25 de octubre de 1839.
Aquella ley, dictada sobre un pueblo vencido militarmente, suprimió sus libertades y las instituciones por las que se regía.
Fue tradición constante de las Corporaciones Municipales Vascas, cuando éstas surgían de la voluntad popular, hacer constar corporativamente su unánime protesta en cada aniversario de tan opresiva ley.
Tras 40 años de dictadura, en los que las Corporaciones Municipales, nombradas a dedo por un poder hostil a nuestro Pueblo, han vivido de espaldas a él, un grupo de Ayuntamientos convocados por el de la villa de Vergara, haciendo suya la causa de su Pueblo, asistirán en corporación a un solemne funeral en recuerdo de todos aquellos que han muerto por las libertades vascas.
EL PARTIDO NACIONALISTA VASCO, se adhiere a dicho acto y convoca a sus afiliados, simpatizantes y a todo el Pueblo para que, dejando de lado sus ocupaciones, acudan el próximo día 21, miércoles a las 11 de la mañana, a la iglesia parroquial de Vergara prestando así homenaje con su presencia a todos aquellos que dieron su vida por nuestro Pueblo, recordando al mismo tiempo, a todo el mundo, nuestra voluntad de restaurar las libertades que defendieron nuestros mayores.
En el Cambio 16 de aquella semana salía Arzalluz opinando en una mesa redonda sobre Fueros.
Sobre el acto de Bergara hay que decir que fue asimismo un acto de fuerza del Partido Nacionalista Vasco. Un día de gran alegría. Lo que no se pudo hacer en el Aberi Eguna de aquel año, se hizo el 21 en Bergara. Y cosa curiosa, el llamamiento había sido hecho por alcaldes del tercio familiar, ya que todavía no había alcaldes democráticos. Aquellos alcaldes, no había muchos nacionalistas, habían movido bien el tema con la base puesta en la defensa de los Fueros y de la Autonomía. Habían logrado tocar un nervio sensible e histórico.
Aunque el Partido Nacionalista Vasco, en principio, veía este movimiento con distancia, Juan Ajuriaguerra se dio cuenta de que había que estar presente y tratar de rebasarlo. Y con pocas horas de anticipación se convocó a las incipientes organizaciones municipales, a los jóvenes, a todo lo que podíamos tocar, y la plaza de Bergara se llenó hasta los topes.
Fui con Ramón Sota y llevamos una caja de pegatinas con la ikurriña y abajo el nombre de Partido Nacionalista Vasco, y esa fue la única propaganda en todo el día.
Comentaba Ramón la cara de descontento que tenían algunos alcaldes del tercio familiar al entrar en la plaza dirigiéndose al Ayuntamiento en medio de un continuo y atronador Gora Euzkadi Askatuta. Era lo último que se esperaban. Y, sorpresivamente, apareció una mano en el balcón de la plaza y colgó una pancarta del PCE. Tal fue el abucheo de Españolistak kanpora!!, que la mano volvió a aparecer y retiró la pancarta.
Y también se repartió y se vio la revista Garaia, que nacía aquel día. Fue un día muy político y redondo.
El discurso del alcalde de Bergara, José Luis Elkoro, trabajado con el jelkide José Antonio Zabala, fue de gran impacto (el texto íntegro se puede leer en la siguiente página). Nunca se habían dicho públicamente cosas tan fuertes, con tanta precisión, en un ambiente tan cargado y en una fecha tan redonda. Elkoro estuvo muy bien. Y, como decían algunas enfervorizadas: “¡Si hasta es guapo! Ya tenemos al nuevo José Antonio Aguirre naciendo desde el balcón de una alcaldía”. Su gran mérito había sido organizar la plataforma y fue quien puso en marcha el vehículo para que se hiciera público ese gran mensaje que no tiene desperdicio.
Y ahora, imaginémonos la escena. El Ayuntamiento abarrotado de corporaciones municipales. Las ventanas que dan a la plaza de Bergara, abiertas. La plaza llena a tope, cuatro ikurriñas en el balcón del Real Seminario de Bergara y ocho entre el público. Gritos de Gora Euzkadi Askatuta! cada dos minutos, una pancarta gigantesca del PNV, la gente haciendo el símbolo de la victoria, y el alcalde leyendo el texto de ese discurso que era dinamita y que a cualquiera le habría costado un buen disgusto solamente enunciar su primer párrafo. Aquello fue de fábula. Las cosas estaban cambiando, como cantaba Bob Dylan.
Al principio al alcalde le abuchearon porque inició su discurso en erdera. Pero nada más leer el primer párrafo aquello no paró en aplausos. Y es que el acto fue totalmente en euskera y en clave patriótica. Fue un acto nacionalista tremendo que nos animó a tratar, de allí en adelante, de promover solos, otros actos.
Hay que destacar la labor de los 600 chicos, chicas y hombres del pueblo de Bergara que hicieron el servicio de orden. Se ocupaban de los coches, de dirigir la manifestación, de señalar las rutas, etc. Llevaban un brazalete azul al que pensaban añadirle una ikurriña que habían hecho en las ikastolas pero finalmente no la sacaron para evitar problemas ya que el gobernador no le había autorizado al alcalde ondear la ikurriña, pues todavía, según él, era prematuro. El Ayuntamiento estuvo todo el acto con el asta vacía, sin piper poto.
En resumen: Setenta municipios representando a las cuatro regiones de Euzkadi Sur -cien mil personas reunidas-, 10 ikurriñas, 5 pancartas aplaudidas (y una del PCE masivamente abucheada y, con aplausos, retirada), más de 1.000 uniformes de cuerpos especiales de la Policía Armada y de la Guardia Civil rodeando la ciudad, con múltiples controles policiales para retrasar y disuadir la llegada, y apoyo de los reunidos al alcalde y concejales dimisionarios del Ayuntamiento de Rentería.
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