Hace unos días nos preguntábamos el derrotero de Aralar en Nafarroa. Sabino Cuadra Lasarte nos da unas pistas acerca de ello en este texto publicado en Rebelión:
El cinco de enero, por sorpresa, Aralar rompió la baraja. Tras un proceso de acercamiento, discusiones e intercambio de materiales de casi mes y medio, su ejecutiva navarra decidió que “la forma de entender el cambio y los contenidos del mismo que tienen Aralar y NaBai y la que posee Batasuna están demasiado distantes como para intentar o buscar una colaboración conjunta”.
Aralar hacía suya así la postura expresa y reiterada del PNV, miembro también de NaBai, quien había afirmado que su presencia y la de la izquierda abertzale eran “incompatibles” dentro de la coalición, opinión compartida también por Uxue Barkos, parlamentaria de NaBai en Madrid. Se ratificaba así, en alguna manera, lo afirmado un par de semanas antes por el vicecoordinador general de Aralar, Jon Abril, quien había señalado que existían “diferencias insalvables” para poder concurrir conjuntamente a las elecciones de mayo. A pesar de ello, la postura de Aralar sorprendió un tanto. Veamos por qué.
En las elecciones generales de 2004, Aralar concurrió en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) en coalición con Zutik!, partido surgido en su día de la unión de EMK y LKI. Aquello no funcionó ni electoral ni políticamente y nunca más se supo de aquello. Más adelante, en las municipales y forales de 2007, Aralar apostó con ir con Ezker Batua-Izquierda Unida (EB-IU), formación de la que, Patxi Zabaleta, coordinador general de Aralar, destacó la gran afinidad ideológica que mantenían: “Coincidimos en el 97% de los asuntos”, afirmó. A pesar de ello, pasadas las elecciones y tras obtener en las mismas unos resultados no muy satisfactorios, se procedió a enterrar la iniciativa.
Mientras tanto en Nafarroa, en las generales de 2004, surgía Nafarroa Bai, coalición formada por PNV, EA, Batzarre y Aralar. Los resultados fueron buenos y ello permitió llevar al Congreso madrileño a Uxue Barkos. Ante el éxito alcanzado, en las forales de 2007, Na-Bai, liderada por Patxi Zabaleta, llegó a un acuerdo con el PSN a fin de desbancar a UPN del Gobierno Foral. El acuerdo conseguido se frustró, pues la ejecutiva estatal del PSOE desautorizó el mismo y obligó al PSN a pactar con UPN y entregar a esta formación reaccionaria el gobierno foral.
Resumiendo, a lo largo de su existencia Aralar no ha tenido dificultades mayores para coaligarse con grupos tan variados como Zutik! y EB-IU, de izquierdas, o el PNV, de derechas; con partidos nacionalistas (PNV y EA) y otros que no lo son (Zutik!, EB-IU) e, incluso, con partidos como el PSE, con quien estaba incluso dispuesto a compartir mesa y mantel en el gobierno foral. Con ninguno ha encontrado “diferencias insalvables” de cara a concurrir a todo tipo de elecciones municipales, forales, autonómicas o generales. Sin embargo, esto no es posible con la izquierda abertzale. ¿Alguien entiende esto?
Lo anterior es aún mucho más grave si tenemos en cuenta que Aralar ha suscrito ya un acuerdo programático con el PNV –también con EA- para concurrir a las próximas elecciones forales dentro de NaBai. Y decimos esto porque el PNV es hoy uno de los principales aliados del PSOE, tanto en Madrid (apoyo a sus presupuestos reaccionarios, a la reforma laboral y a la de pensiones,…) como en la CAV (abstención ante los presupuestos PSE-PP). Es decir, en esta época de fuertes ataques contra la gran mayoría de la población en beneficio de unos pocos bancos y ricachones, Aralar no tiene mayores problemas en pactar con uno de sus principales impulsores, pero, sin embargo, sí ve diferencias insalvables para llegar a acuerdos con la izquierda abertzale.
Esta formación ha propuesto a EA y Aralar en Nafarroa –no al PNV- articular un posible acuerdo en torno a tres grandes temas: “compromiso con la articulación de Euskal Herria, acuerdos nítidos de izquierda e impulso de la hoja de ruta recogida en el Acuerdo de Gernika (“Acuerdo sobre un escenario de paz y soluciones democráticas”, suscrito por varias docenas de grupos políticos, sindicales y sociales, entre ellos, Aralar y EA). Sobre esta base, la izquierda abertzale ha interpelado a Aralar para que explicite cuáles son esas “diferencias insalvables” pero no ha habido respuesta alguna hasta la fecha.
Tras un año de de sembrar frustraciones por sus continuas peleas internas por cuotas de poder y tras la salida de Batzarre, Na-Bai no corre sus mejores tiempos. Su deslavado programa económico y social y su constante abstención –no sabe, no contesta- ante las huelgas generales convocadas en Nafarroa por la mayoría sindical (3) y CCOO y UGT (1), hace difícil que Na-Bai pueda vender una imagen “progresista” ante nadie. Por otro lado, ahora que comienza a abrirse un futuro que exige compromisos por parte de todas las fuerzas abertzales a favor de la libertad y los derechos de nuestro pueblo, la marginación de la izquierda abertzale no podrá menos que socavar la imagen “vasquista” vendida por la coalición. En definitiva, malos tiempos para Na-Bai.
Por el contrario, la potencialidad de un posible acuerdo como el planteado por la izquierda abertzale ya ha sido interiorizada como un evidente peligro hasta por el propio gobierno de UPN quien, con total desfachatez, tras oponerse al mismo, ha señalado a EA y Aralar que lo que tienen que hacer es cumplir la ley de partidos y dejarse de aventuras de este tipo. Mas claro, agua.
Termino. Ninguna razón concreta ha sido dada por Aralar señalando cuáles son las diferencias insalvables que tiene con la izquierda abertzale. Ante ello, lícito es pensar que, en última instancia, sus verdaderas razones pudieran ser otras muy distintas: una, preferir como aliado al PNV antes que la izquierda abertzale y acomodarse así al autonomismo, tibieza social (¡!) y universo de éste; dos, pretender aprovecharse de una nueva posible ilegalización de aquella a fin de reforzarse electoral e institucionalmente ante el nuevo período político que se abre en Euskal Herria. Dos muy malas razones, evidentemente, Cada cual peor que la otra. Sin embargo, a pesar de ello, deberíamos seguir apostando hasta el último momento por la unidad de todas las fuerzas políticas de izquierda y abertzales. Nos va mucho en el empeño.
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