A el editorial que La Jornada dedica a Catalunya sumamos este artículo de opinión que amplía al contexto de la solidaridad internacionalista, esta vez hacia México, específicamente con sus pueblos originarios, hoy criminalizados una vez más, recurriendo para ello, arteramente, a los terribles sucesos ocurridos en la comunidad de San Juan Ixtayopan.
Adelante con la lectura:
Espejos y puentes
Iñaki García García
Por la invitación a Catalunya, como país invitado, en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara que hoy se inaugura, acudirá a esta ciudad de México una delegación de políticos, artistas, escritores y escritoras, músicos, editores para asistir y representar a estas dos realidades tan distintas, pero que tanto se han escuchado y que tantas veces se han hermanado.
Desde la llegada de los exiliados republicanos españoles y catalanes a México al final de la Guerra Civil, invitados por el gobierno del general Lázaro Cárdenas, tal vez el acontecimiento más importante que ha provocado una relación e interés común entre los dos pueblos sea responsabilidad de la rebelión zapatista del primero de enero 1994.
Desde entonces hasta hoy, miles de personas de todas las edades y sexos, formas de pensar, de pueblos y ciudades hemos acompañado esta rebelión indígena, hemos visitado sus comunidades, hemos conocido la realidad mexicana, hemos conocido a sus pueblos indígenas como nunca antes había ocurrido.
Los artículos de Guiomar Rovira, las ediciones de libros, la primera visita de Amado Avendaño Figueroa como gobernador en rebeldía, con la consiguiente creación del Consulado Rebelde de Chiapas en Barcelona en 1994, abrieron las puertas a un caudal de iniciativas que no ha cesado de circular desde tanta lejanía, acercándonos y aprendiendo en común.
La subasta de arte para los niños y niñas de Chiapas que contó con la presencia de la actriz mexicana Ofelia Medina y de Amparo Moreno, actriz catalana, y con la donación de cuadros de artistas mexicanos y catalanes, entre ellos un dibujo original del sub, junto con Vicente Rojo, Antoni Peyrí, Tàpies, Guinovart y tantos otros. La asistencia de una amplia delegación de Catalunya al primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el neoliberalismo en Chiapas en 1995. La organización del segundo encuentro en el Estado español en 1996 que, por primera vez en la historia, contó con la presencia de dos indígenas bases de apoyo zapatistas: Felipe y Dalia. La presencia de personas de Catalunya en todos los grandes actos que ha convocado el zapatismo en estos 10 años: La Marcha de los 1111, las dos consultas, la Marcha por la Dignidad Indígena y que culminó con una declaración el 20 de noviembre de 2002 del Parlamento de Catalunya de apoyo a las conclusiones de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos que visitó Chiapas, emitiendo una serie de recomendaciones para la conclusión de una paz justa y digna al conflicto.
La existencia de una red de colectivos, organizaciones y personas, amplia y plural, activa que pretende abrir nuevas formas de participación, que colabora en las peticiones de las propias comunidades, ha conseguido que se sepa del zapatismo en nuestra sociedad. Y lo ha hecho creciendo como sociedad civil, a la manera zapatista, desde abajo, con su propio esfuerzo abriendo espacios. Aún recordamos la vez que el presidente Zedillo tuvo que cambiar su programa de actos en la visita a Barcelona, aunque no lo reconoció, por la presión de los manifestantes que mientras ''ellos hermanan piedras y dinero, nosotros pueblos y dignidad".
Las visitas desde México de intelectuales, luchadores sociales, hombre y mujeres, indígenas, estudiantes, periodistas y activistas por los derechos humanos, invitados para intercambiar luchas y pensamientos que nos han acercado también a la realidad de ese inmenso país.
Y quizá todo esto no esté presente en Guadalajara, o quizá sí. Lo estará seguro en el homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, quien tanto insistió en conocer a los zapatistas, con sinceridad y con humildad aprendiendo de ellos, dándoles voz con sus palabras. Sería imposible hacer un catálogo de todos los hechos, iniciativas y experiencias vividas en estos años y no todas han sido bonitas, también personas de aquí fueron expulsadas y agredidas por ejercer la solidaridad, las últimas por las manifestaciones en Guadalajara el 28 de mayo pasado, también ellas estarán presentes y tienen su lugar en esta historia.
La realidad de hoy día no ha hecho más que hacer crecer estos deseos. Desde Catalunya y como parte de estas redes mundiales, tejiendo con otros la solidaridad y el espacio para buscar nuevas formas de hacer política, para cambiar este mundo y para pintarlo de nuevo con todos los colores, por un mundo donde quepan todos los mundos.
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