La Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú ha hecho lo que muchos no se han atrevido, utilizar su espacio en el escenario internacional para denunciar la infame reforma a la Ley Orgánica de Partidos Políticos por parte del nacionalista español José María Aznar.
Y no se anduvo por las ramas.
Lean ustedes lo que nos informa La Jornada:
Detrás de la nueva Ley de Partidos Políticos en España se adivinan "secuelas represivas": Rigoberta Menchú
Rigoberta Menchú Tum, premio Nobel de la Paz, definió en una carta abierta a los pueblos español y vasco que la nueva Ley de Partidos Políticos del Estado español que proscribe a Batasuna "no sólo afecta elementales derechos constitucionales poniendo en entredicho la legitimidad, la legalidad y el servicio a la democracia española", sino que abre "el peligroso cauce" de entender cualquier manifestación crítica o sentimiento nacionalista como "apoyo al terrorismo". Advierte sobre las "secuelas represivas" que ya se pueden adivinar "detrás de las fobias del discurso oficial" del gobierno ibérico.
En el contexto de críticas y ataques dirigidos contra la líder maya quiché por pronunciarse en este sentido ante la Unión Europea, en Bruselas, Menchú Tum afirma que al adherirse a los llamados de paz que hoy se multiplican en todo el mundo, "me sumo también al clamor de vascos y españoles para que ETA deje de matar y para que en el ámbito de la institucionalidad se busquen nuevas opciones y nuevos escenarios donde forjar los nuevos pactos con que sus pueblos construyan en libertad el futuro que aspiran para sus hijos".
Esta es la misiva:
"Declaraciones que hiciera en Bruselas en días pasados me han valido, inicialmente, la confusión de algunos amigos entrañables y, con el pasar de los días, lo que ya se perfila como un peculiar proceso de lapidación en el que no he tenido siquiera oportunidad de conocer los cargos que se me imputan, mucho menos de defenderme, haciéndome parte de una situación a la que si no puedo contribuir a resolverla no quiero contribuir a empeorarla.
"Por ello, y consciente del ambiente de polarización que se vive en España y el País Vasco, he tomado la decisión de dirigir esta carta abierta a quienes aún estén dispuestos a hacer un acopio de actitud reflexiva, mirar al mundo más allá de la inapelable sentencia de: el que no está conmigo está contra mí, en que la moda belicista parece condenar a estrellarse las razones de todos quienes estamos en medio de unas guerras que no queremos. Lo hago con la tranquilidad de espíritu que me da la honrada amistad con un país al que he aprendido a querer y respetar a través del compromiso de su gente y la misma confianza con que acudí a sus tribunales buscando la justicia para mis muertos que mi propio país me sigue negando.
"Como víctima y sobreviviente del terrorismo, he expresado invariablemente mi solidaridad con sus víctimas y mi condena sin matices a cualquier acto terrorista, independientemente de los signos políticos de las víctimas y los victimarios y de las causas en cuyo nombre se derrame una sola gota de sangre.
"Por ello mismo, no aceptaré ser etiquetada bajo ninguna bandera de las que hoy buscan dividir a los españoles y a los vascos, ya no sobre el terrorismo en sí, ni en torno al debate sustantivo sobre las relaciones jurídicas y políticas entre ambas entidades, sino sobre una medida que pretende dejar sin expresión política a una parte significativa de la sociedad vasca, sobre la que sus autores no están dispuestos a consentir discusión alguna.
"Aunque no pretendo para nada inmiscuirme en la situación política interna que ha originado este debate, no puedo dejar de manifestar mi preocupación frente a un hecho que -ayudando dudosamente a poner fin al terrorismo- no sólo afecta elementales derechos constitucionales poniendo en entredicho la legitimidad, la legalidad y el servicio a la democracia española de la nueva Ley de Partidos Políticos y las medidas de ella derivadas, sino que abre el peligroso cauce de la asimilación de todo vasco como retaguardia de ETA y cualquier manifestación crítica o sentimiento nacionalista como apoyo al terrorismo, con las secuelas represivas que ya se pueden adivinar detrás de las fobias del discurso oficial hacia a todo lo que quiera descalificar como proyecto étnico.
"En esta carta quiero compartir con los españoles y los vascos mis reflexiones sobre un mundo que necesita de Europa para reclamar sensatez, multilateralismo, diálogo y respeto por las diferencias para que haya paz. Al sumarme a las masivas manifestaciones que hoy se registran en todo el mundo en contra de la guerra me sumo también al clamor de vascos y españoles para que ETA deje de matar y para que en el ámbito de la institucionalidad se busquen nuevas opciones y nuevos escenarios donde forjar los nuevos pactos con que sus pueblos construyan en libertad el futuro que aspiran para sus hijos."
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