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martes, 5 de mayo de 2020

El Frente de Las Aleutianas

Desde El Diario tenemos con ustedes una nueva entrega de el aporte de los vascos en el esfuerzo bélico estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial:


Asociación Sancho de Beurko

Más allá de los ataques devastadores de los U-boats alemanes contra la marina mercante aliada en la costa atlántica, el golfo de México o el Caribe, y los intentos fallidos de espionaje por parte de agentes de inteligencia militar de la Abwehr en territorio estadounidense, el mayor desafío militar durante la Segunda Guerra Mundial (SGM) para la integridad del país provino de Japón. No solamente provocó la entrada de Estados Unidos (EEUU) en el conflicto armado con el ataque sorpresivo a Pearl Harbor, si no que llevó la tragedia de la guerra a las Islas Aleutianas del Territorio de Alaska (en manos americanas desde 1867) seis meses después, poniendo simbólicamente en jaque a la sociedad americana.

Las Islas Aleutianas son una cadena de islas volcánicas con una longitud de 1.900 kilómetros entre el Mar de Bering y el norte del Océano Pacifico y que se extienden entre las penínsulas de Alaska y Kamchatka, en Rusia. Caracterizadas por un clima hostil y un terreno inhóspito —con altas montañas y una tundra espesa-, estaban habitadas por unos pocos miles de personas de la etnia Unangan (conocidos también como Aleutianos). Tristemente, se convirtieron en testigos involuntarios de las atrocidades de una guerra en un frente aislado y cuyo valor estratégico se sigue cuestionando hoy en día. ¿Fue la invasión japonesa de las Aleutianas una maniobra de distracción ante el intento de asaltar el atolón de Midway, en el Pacífico central; o un intento de proteger el flanco norte de su expansionismo militar; o el inicio de un potencial asalto aéreo a la costa oeste de norteamericana?

El día 3 de junio de 1942, la armada imperial japonesa lanzó un primer ataque aéreo contra la base naval y el Fuerte Mears del ejército de EEUU en la ciudad de Unalaska, en Dutch Harbor (Isla de Amaknak, la más poblada de las Aleutianas) que repetiría el día 4, coincidiendo con el inicio de la batalla naval de Midway (4-7 de junio de 1942), cuyo objetivo era el de ensanchar el perímetro defensivo de Japón. Los ataques aéreos a Dutch Harbor —los primeros en la historia contra la parte continental estadounidense-, se cobraron la vida de una cuarentena de americanos. Esta pírrica victoria palideció ante la victoria estadounidense en Midway y de cuya derrota la armada japonesa no pudo recuperarse, pues impedía no solo el golpe definitivo a la flota estadounidense, sino la imposibilidad de la propia de ejercer el dominio sobre todo el Pacífico. El día 6, 600 infantes de marina japoneses invadieron la Isla de Kiska, completamente inhabitada a excepción de 12 investigadores del departamento de aerología de EEUU. Era la primera vez que un territorio estadounidense caía en manos extranjeras desde su independencia lo que supuso un duro golpe para la moral americana, incrementando el pánico entre la población civil de la costa oeste ante el temor de ataques aéreos. A lo largo de su ocupación, el destacamento japonés llegó a contar con más de 5.000 soldados, quienes se afanaron en construir todo tipo de infraestructuras defensivas, llegando a contar con la mayor proporción de baterías antiaéreas de cualquier otro enclave del Pacifico. El día 7, unos 1.100 soldados de infantería japoneses asaltaron la Isla de Attu, la más alejada del territorio continental de Alaska (a unos 1.800 km. de distancia), y que se encontraba poblada por una cincuentena de Unangans. A los tres meses, unos 47 supervivientes fueron llevados como prisioneros a la ciudad portuaria de Otaru, en la Isla de Hokkaido, en Japón, de los cuales casi la mitad perecieron de hambre. (Tras su liberación en 1945, nunca regresaron a Attu). Ante la escalada de invasiones, y con una política de tierra quemada (se incendiaron infraestructuras, viviendas e iglesias) las autoridades americanas ordenaron la evacuación forzosa de cerca de 900 Unangans (unos 500 de las islas de Atka, el 12 de junio, y de Saint Paul y Saint George, el día 14) al sureste de Alaska donde permanecieron recluidos en campamentos de internamiento en condiciones inhumanas durante otros dos años (1).

El 7 de agosto de 1942, EEUU comenzó la Operación Watchtower dando lugar a la Batalla de Guadalcanal, en las Islas Solomon, y cuya victoria supuso el inicio de la gran ofensiva aliada en el Pacifico. A su sombra, el 30 de agosto, EEUU inició una contraofensiva para recuperar las dos islas Aleutianas en manos japonesas, que llegó a contar con 144.000 soldados estadounidenses y canadienses frente a una fuerza japonesa de unos 8.500 japoneses, de los cuales perecieron más de la mitad. Las operaciones militares en las Aleutianas se convirtieron en un verdadero laboratorio de combate cuyas tácticas emplearían a lo largo de la campaña del Pacifico. Entre el contingente estadounidense hemos podido identificar a un buen número de soldados de origen vasco. El primer objetivo aliado fue el de asegurar la Isla de Adak, en el que tomó parte el submarino USS S-33 (S-138), donde navegaba el veterano suboficial jefe de electricistas Joseph Peter Tabar, de origen navarro, que había nacido en 1904 en Los Ángeles, California. De las ocho patrullas que realizó el submarino durante la guerra, seis las realizó en las Aleutianas desde julio a diciembre de 1942, incluyendo la protección del convoy que ocupó Adak (a 400 kilómetros de Kiska y a unos 720 de Attu). Tras asegurar la isla por parte de unos 4.500 efectivos del ejército estadounidense, se estableció una base aérea, apresurándose a construir un aeropuerto en un tiempo récord, en el que participó, muy posiblemente, el sargento Gene Acaiturri de la 515ª Compañía de Ingenieros de Combate. Acaiturri había nacido en Mountain Home, Idaho, en 1919 de padres vizcaínos. El objetivo final era bombardear las posiciones japonesas en Kiska y Attu. La campaña de bombardeo se realizó, tanto desde Adak como desde Amchitka (ocupada por las tropas estadounidenses el 12 de enero de 1943; a una distancia de 117 kilómetros de Kiska y a unos 445 de Attu) en el verano y otoño de 1942 y a lo largo de 1943.

 El técnico de equipos de soporte de aviación el vasco-americano Floyd “Ike” Cortabitarte, nacido en Jordan Valley, Oregón, en 1917, se encontraba a bordo del crucero USS Louisville en las Aleutianas cuando japón lanzó el ataque en junio de 1942. Mientras que en el crucero pesado USS Indianapolis navegaba el ayudante de electricista de primera clase Anthony Lizoain. Lizoain había nacido en 1911 en Santa Barbara, California. Durante 1942, tanto el Louisville como el Indianapolis realizaron funciones de escolta a convoyes y bombardearon instalaciones y barcos japoneses en la bahía de Kiska.

La armada estadounidense impuso un bloqueo férreo a las islas de Attu y Kiska con el fin de evitar que fueran reabastecidas. En febrero de 1943, el USS Indianapolis interceptó un buque carguero japonés, repleto de tropas, municiones y suministros destinados a las bases de Attu y Kiska. El 26 de marzo, un convoy de transporte de suministros japonés, escoltado por varios destructores, fue interceptado cerca de las islas rusas Komandorski, tomando parte el crucero ligero USS Richmond. Abordo se encontraba el ayudante de máquinas Michael Errecart. De padre labortano y madre navarra, Errecart había nacido en 1919, en el condado californiano de Fresno. Tras una intensa batalla la flota japonesa se vio obligada a desistir de su objetivo. A partir de entonces las bases de Attu y Kiska solo recibieron provisiones de manera esporádica desde submarinos.

 Los cruceros USS Louisville, Indianapolis, y Richmond, a los que se unió el acorazado USS Idaho, entre otros, proporcionaron fuego de cobertura a los asaltos anfibios, tanto en Attu como posteriormente en Kiska. En el Idaho viajaba un viejo conocido, el ayudante de artillería de primera clase, el vasco-californiano Ralph Irigoyen, quién, al igual que muchos de sus compañeros que sirvieron en las Aleutianas, continuarían su periplo por todo el Pacifico. Irigoyen participó en el Día D del Teatro del Pacifico con la invasión de Saipán.

El 11 de mayo de 1943, hace 77 años, unos 12.000 soldados americanos, principalmente de la 7ª División de Infantería, iniciaron la invasión de la Isla de Attu. Supuso la primera ofensiva de EEUU en el Pacifico, dos meses antes del famoso desembarco de Guadalcanal. Los soldados, sin formación especializada ni equipamiento adecuado para el rigor climático, sin provisiones suficientes y con gran dificultad para maniobrar los vehículos sobre la tundra, tuvieron también que hacer frente a un enemigo motivado, aclimatado y perfecto conocedor de la isla.

 En la invasión de Attu encontramos a varios vasco-americanos, por ejemplo, al capitán Leon Etchemendy (nacido en Gardnerville, Nevada, en 1918) y al sargento Matthew Etcheverry (Fresno, California, 1916). Ambos resultarían heridos de gravedad durante la campaña de liberación de Filipinas. Sirviendo en el 184º Regimiento de Combate de la Guardia Nacional estaban el cabo Donald Urain (Marysville, California, 1922) y el sargento Joseph Urriolabeitia (Boise, Idaho, 1919). El 184º fue el único regimiento de la Guardia Nacional que participó en la recuperación de suelo estadounidense perdido a un enemigo extranjero durante la SGM. Urriolabeitia fue también herido en Leyte, Filipinas, y halló la muerte en Okinawa a los 25 años. Recibió una estrella de bronce y el corazón purpura.

Tras 18 días de ataques a pequeña escala y de emboscadas de francotiradores japoneses, la balanza se decantó del lado americano. La desesperación hizo que los japoneses supervivientes, encabezados por su coronel, Yasuyo Yamasaki, lanzasen una carga suicida, bansai, contra las posiciones norteamericanas el 29 de mayo. Fue uno de los mayores ataques suicidas ocurridos en el Teatro del Pacifico. Se estima que unos 1.400 soldados japoneses perdieron la vida en unas pocas horas. Solo 28 hombres sobrevivieron. La isla había vuelto a manos estadounidenses con un coste de 549 americanos muertos y cerca de 3.300 heridos (la mayoría como resultado del frío extremo, enfermedades, accidentes y crisis psicóticas) y de 2.351 japoneses, casi el 100% de las tropas enemigas. A pesar de ser hoy en día una de las batallas más desconocidas, la de Attu se convirtió en la más sangrienta del Pacifico, solo después de la de Iwo Jima. Una vez liberada Attu, el 15 de agosto de 1943, aproximadamente 35.000 tropas estadounidenses y canadienses desembarcaron en Kiska. Se esperaban lo peor. Sin embargo, las tropas japonesas, unas 5.200 habían abandonado la isla, para su sorpresa, dos semanas antes. Se ponía fin a la Campaña de las Aleutianas.

La operación militar de las Islas Aleutianas será recordada por ser una larga campaña de un año entre nieve, barro helado, espesa niebla, temperaturas gélidas, constantes lluvias e intensas rachas de viento, y cuyas aguas eran y siguen siendo consideradas de las más frías y tormentosas del mundo. La vida de los soldados norteamericanos quedó perfectamente reflejada en un breve documental de propaganda de guerra, “Report from the Auletians” (Informe desde las Aleutianas), rodado por John Huston en 1943 en el que se palpa el silencio y la monotonía que hicieron tanta mella en su moral (2). Los desembarcos en Attu y Kiska fueron las únicas invasiones que sufrió EEUU durante la SGM, mientras que la ofensiva por la liberación de Attu fue la única batalla terrestre luchada en territorio estadounidense desde la Guerra de 1812. Para los Unangans la vida no volvió a ser igual. Muchos no pudieron regresar a sus hogares para rehacer sus vidas. El gobierno de EEUU no les facilitó ni los medios para la reconstrucción de sus pueblos, ni los compensó de forma alguna por su internamiento o por las pérdidas materiales sufridas durante su forzosa evacuación. La Ley de Restitución Aleutiana de 1988 (y su ampliación de 1993) fue un intento del Congreso por compensar a los supervivientes. Setenta y cinco años después, en 2017, el gobierno de EEUU se disculpó formalmente por el internamiento del pueblo Unangan y su pésimo tratamiento durante el cautiverio.

 (1) Chandonnet, Fern. (2007). Alaska at War, 1941-1945: The Forgotten War Remembered. Fairbanks, AK: University of Alaska Press.

(2) Huston, John. (1943). Report from the Auletians (METER LINK https://archive.org/details/Report_From_The_Aleutians SOBRE “REPORT FROM THE AULETIANS”). US Signals Corps.








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