"Mija, acuérdese que usted debe mejorar la raza".
La frase anterior es un consejo que las madres mexicanas le dan a sus hijas, mismo que traducido significa que la susodicha debe asegurarse de conseguir como pareja a un joven que tenga el más alto porcentaje posible de atributos considerados europeos.
La discriminación auto infligida es un problema tan ubicuo y profundo en México que incluso una de los lemas más conocidos, "Por mi raza hablará mi escrito", fue creado por un supuesto intelectual de filiación nazi, José Vasconcelos, quien no contento con eso, perpetró en contra de la sociedad mexicana uno de los planteamientos más soeces en la historia de la humanidad, algo a lo que llamó "La Raza Cósmica", en donde detalla su torticera visión del mestizaje así como de las etnias que conviven en dicho país.
La expresión "raza cósmica" engloba la noción según la cual los conceptos exclusivos de raza y nacionalidad deben ser trascendidos en nombre del destino común de la humanidad. Originalmente se refirió a un movimiento de intelectuales mexicanos de la década de 1920, que apuntaron que los latinoamericanos tienen sangre de las cuatro razas primigenias del mundo: roja (amerindios), blanca (europeos), negra (africanos) y amarilla (asiáticos). La mezcla entre todas ellas da como resultado la aparición de una quinta y última, la más perfecta y sublime: la "Raza Cósmica". trascendiendo las gentes del "viejo mundo". La expresión "La Raza" es una versión abreviada de "La raza cósmica" y se refiere al mestizaje en Latinoamérica. Vasconcelos usó también la expresión "raza de bronce" en el mismo sentido.
De tal forma, la América hispana es, según Vasconcelos, la suma de toda la humanidad, el punto culminante de su historia: América es donde se combina la hispanidad europea (síntesis de celtas, romanos, germanos, árabes) con "el espíritu contemplativo" del indio americano, "la sensualidad" del africano y "el sentido de unidad colectiva" del asiático.
En la entrevista publicada en El País que les compartimos a continuación se habla de otro nefasto ensayo, el farragoso texto titulado El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz.
Pero adelante, entremos en materia:
El historiador denuncia una discriminación velada, familiar y frívola en 'Alfabeto del racismo mexicano'David Marcial PérezCuando nació, su tía le dijo a su madre: “Por suerte no salió tan morenito”. En una fiesta, siendo ya un niño, un fotógrafo le apartó de un retrato con sus primos güeros “para que la foto no se echara a perder”. Sutil y familiar, velado por el humor y la intimidad. Así describe el escritor e historiador Federico Navarrete (Ciudad de México, 1964) el racismo en su país en su último libro, Alfabeto del racismo mexicano.“Para la mayoría de los mexicanos es una experiencia personal, una serie de discriminaciones y pequeñas humillaciones que muchas veces no sabes a qué se deben. Las vivimos como momentos de vergüenza. No las entendemos y no las interpretamos como una práctica racista que obedece a una lógica cultural, social y económica”, explica por teléfono desde Berlín, donde está avanzando una investigación más amplia sobre el fenómeno a escala latinoamericana.Pregunta. El hito fundacional de la identidad mexicana moderna es el mestizaje. ¿Es una leyenda?Respuesta. La identidad mexicana moderna se ha construido con la idea de que el país se debe unificar racialmente: lo indígena y lo español han de fundirse. Pero ha sido un fracaso. El mexicano se dice mestizo pero el argumento es contradictorio: ser mestizos, ser una sola raza, ya es racismo. Se está excluyendo a los indígenas y automáticamente se les impone incorporarse a lo mestizo. Además de la discriminación hacia los judíos, libaneses, chinos, etc.P. Usted afirma que el drama del mestizo es que nunca quiso serlo de verdad.R. Es que en realidad no fue un proyecto de crear una raza propiamente mestiza, sino de blanquear. El objetivo del mestizaje es lograr la europeización. El mestizo quiere ser lo más blanco posible. Además, nunca fue un grupo homogéneo. Desde los que eran más blancos y hasta los más morenos. Pero desde el siglo XIX el objetivo siempre fue acercarse lo más posible al ideal blanco: blanqueamiento y occidentalización.P. Es muy crítico con las teorías canónicas de la identidad mestiza inscritas en la culpa y el conflicto, como la de Octavio Paz en El laberinto de la soledad.R. La mezcla racial de Paz está cargada de machismo. Es una imagen de auto violencia a través de la violación simbólica de la figura de La Malinche. Es una execración y devaluación de la identidad indígena.P. Usted rechaza esta “mancha constitucional”.R. Siempre hay una tendencia a culpar de las fallas del mestizaje al mestizo. Se dice que es un ser fallido, que no ha alcanzado a realizarse por completo. Yo diría que la culpa no está ahí, sino en el propio ideal de las élites de ser blanco, que se convierte en inalcanzable. En términos culturales, los intelectuales se basan en identificarse ellos a lo blanco y no dejar que el mestizo les alcance porque entonces perderían sus privilegios. Incluso en Roger Bartra, que es muy crítico, está la idea de la imperfección: el ajolote que no se ha transformado del todo.P. ¿Cree que existe un racismo en cadena, del blanco, al mestizo, al indígena?R. Existe una escala de discriminaciones. Una espiral en la que todos jugamos a blanquearnos, pero siempre está la serpiente que nos puede hacer bajar, el más blanco que nos desprecia: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Siempre estamos jugando a subir y empujando a alguien atrás, porque para subir siempre tiene que quedar uno atrás. Es un racismo privado, familiar y a la vez presente en la cultura de consumo, en los antros, en los espacios recreativos y hasta en la arena política.P. ¿Qué diferencias percibe entre el racismo en México y por ejemplo en EE UU?R. El esclavismo y la segregación provocaron en EE UU una reacción social antirracista. La corrección política actual es la cristalización de las luchas de los negros y los chicanos. Eso en México no ha sucedido porque las exclusiones raciales nunca han sido tan flagrantes. Abolimos la esclavitud 40 años antes que EE UU y 70 antes que Brasil. Además, el mestizaje ha encubierto estas demandas. No tenemos una conciencia antirracista fuerte. Aunque empieza a haber signos.P. ¿Por ejemplo?R. Las respuestas en las redes sociales muestran que la sociedad ya está condenando la expresiones de racismo de una manera más abierta. El funcionario de la UNAM que el año pasado llamó “joto” y “naco” a Juan Gabriel acabó perdiendo su trabajo. Ya hay un costo para estas expresiones de racismo.P. Usted afirma que en México existe una multidiscriminación: sexismo, racismo y clasismo.R. La discriminación es una práctica muy difundida y se mueve en muchos vectores. Todas las mujeres padecen sexismo , pero las más vulnerables son las más pobres, por lo que se incorpora el clasismo, y más aún las de piel oscura, por una cuestión de racismo. Estas formas de discriminación se hacen peores cuando se juntan. El problema es que no hay una consciencia social sobre lo lesiva que puede ser la discriminación y la necesidad de combatirla y dejarla de reproducir en el humor y en el cotidiano.P. ¿Cree que el humor mexicano es intrínsecamente discriminatorio?R. Siempre ha sido una de las manifestaciones del racismo en México. Siempre ha tenido esta dimensión humorística. Mi tesis es que este humor no es inocente, siempre es dañino porque genera un ambiente donde la discriminación es aceptable. En una mayor escala, genera una tolerancia a la violencia.P. ¿Cómo se relacionan economía y racismo en México?R. En México las divisiones económicas son raciales y el neoliberalismo ha venido a profundizarlas. El racismo creó en la sociedad mexicana una tolerancia a la desigualdad. Que los más pobres sean en general de piel más oscura, hablen distinto, se vistan distinto, son elementos que se interpretan en términos raciales y hacen que toleremos más la desigualdad. Eso ha permitido que el neoliberalismo se acendre durante 30 años sin producir apenas mejoras. La economía no ha crecido, la desigualdad sigue aumentando y lo seguimos aceptando. Porque ya nos considerábamos una sociedad desigual y dividida desde mucho antes.
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