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viernes, 6 de enero de 2012

Entre París y Madrid


Les compartimos este texto que arroja luz sobre un hecho histórico poco conocido en la larga resistencia que el pueblo vasco ha presentado ante el colonialismo de los estados francés y español:

La Declaración Unilateral de Independencia de 1794
Aitzol Altuna Enzunza
Antonio Mendizabal, Egunkaria 31/08/2001: “El 1 de Agosto de 1794 llegaba el correspondiente ejército francés a las fronteras del Bidasoa en Irun. Allí le esperaba el máximo del ejército español enfrentado por todos los pasos del Pirineo. En cuanto divisaron la tremebunda tromba que les caía, se desmadró el ejército y su mando, el general Colomera, y se pusieron en espantosa fuga.
Enterados en San Sebastian, decidió la Foru Aldundia (Diputación) trasladarse a Guetaria en barco, a donde inmediatamente llegaron para mejor pensar y decidir. El 3 se presentó en las puertas de San Sebastián el general Moncey con las salvadoras tropas francesas ofreciendo paz sin enfrentamiento. No venía contra los vascos, pueblo sufrido y batallador que venía sufriendo las constantes envestidas del gobierno de Madrid, sino contra éste”.                      
La Diputación en Pleno y Ayuntamiento en pleno, haciendo uso de lo que sentían como instinto primario del ser humano, cual es el Derecho de Autoderterminación que le define como ente libre y ciudadano, decidieron tranquilamente, no solo no enfrentarse sino, prácticamente identificarse con la Revolución, por lo que Gipuzkoa pasó a ser Francia, más bien se unió con mayor intensidad a Lapurdi, Zuberoa y Benabarra qué más da. Total que Gipuzkoa por decisión de sus máximos representantes pasaba a quedar bajo la égida francesa”.
Tras la Revolución Francesa, en 1794, las tropas francesas con unos 40.000 contingentes invadieron la Nabarra peninsular, Aragón y Catalunya, en represión al ataque español previo a Iparralde y al Rosellón catalán en manos francesas; España quiso evitar la entrada de las nuevas ideas en su suelo, para ello el Borbón Carlos IV de España mandó cerrar fronteras, donde situó a su ejército con 18.000 soldados que tomaron pueblos de Baja Navarra como Aldude, en manos francesas desde la ocupación por el rey francés Luis XIII en 1620 del territorio que quedaba del Estado nabarro libre.
El señorío de Bizkaia y la provincia de Gipuzkoa comenzaron sus preparativos. De su cuenta debían de correr los gastos de la defensa de su territorio, el mantenimiento de las tropas de apoyo enviadas por la Corona española y el alistamiento de todos los hombres hábiles comprendidos entre los 18 y 60 años, que dada su inexperiencia en armas debían de ser formados previamente. El pueblo de Bizkaia no aceptó estas medidas pues la amenaza francesa parecía lejana y menos que se le quisiera llevar fuera de su provincia en claro contrafuero.
En Abando, Miravalles-Ugao o en Gautegiz-Arteaga, como en otros muchos municipios bizkainos, los vecinos se opusieron a ejecutar las maniobras municipales en clara matxinada o alzamiento popular, aduciendo que “la instrucción les distraía de sus ocupaciones y les privaba del descanso dominical y todos estaban de acuerdo en que aquella guerra era que no podía afectarlos”. Los hoy bilbaínos Abando, argumentaban que la suya era “una ciudad mercantil (que) sufre con los ejercicios de instrucción y el retumbar de los tambores es una molestia para todos”.
En Sopuerta (Enkartaciones), los vecinos salieron con palos, cuchillos y machetes, asegurando que no saldrían a servir fuera de Bizkaia “aunque lo mandase S.M. (que Dios guarde), el Señorío, ni los Señores de su Gobierno (…)”. Es más, se posicionaban a favor de la invasión francesa: “mejor estarían y librarían con que viniesen a este País (vasco) los franceses y seguir las máximas de su Asamblea (…)”.
En Gipuzkoa, la ciudad de San Sebastián con su alcalde a la cabeza, pidió negociar a las tropas francesas, estaban dispuestos entregar la ciudad a los invasores si estos prometían respetar los Fueros que los reyes Borbones atacaban constantemente desde la corona española, petición a la que se unió poco después las Juntas Generales de Gipuzkoa reunidas en Getaria -primera capital de Gipuzkoa bajo el reino nabarro-, Juntas que reclamaban la soberanía de la provincia anterior a 1200, año de la invasión castellana de la Nabarra Occidental, así como el respecto a la religión católica y a los Fueros.
Al principio, Gipuzkoa proclamó su adhesión a la República francesa, los nabarros de Gipuzkoa, Alaba o Bizkaia, pese a la invasión y ocupación castellana de su Estado, podían pactar con otros Estados acuerdos internacionales según los Fueros, incluso de no agresión, de hecho así lo hicieron varias veces con Inglaterra, pero no podían llegar a proclamar su separación de Castilla como en esta guerra.
El trasfondo de estos hechos es el descontento de los vascos por el centralismo borbónico que entró a gobernar en España en 1700 con el francés Felipe V, la nula identificación del pueblo vasco con la incipiente nación española también era manifiesta, pues siempre se alude al monarca común y nunca a España y menos a la nación española inexistente aún en esos años, corona de España o de las Españas de la cual no les importa en absoluto separarse a los nabarros.
Antonio Mendizabal, Egunkaria 31/08/2001: ”Puede suponerse el escándalo sin límites que en el mundo hispano y de los madriles provocaron primero la claudicación sin guerra y segundo el paso de Gipuzkoa al Estado francés. Pero no solo esto, pues lo que se proyectaba era que Gipuzkoa fuera un Estado independiente, o unido a Bizkaia, Alava y (Alta) Nabarra y también la resurrección del viejo Reino con Zazpiak Bat, como antes del 1.200, decían.
Atribuían todo al Seminario de Bergara, a la fundación que hiciera Munibe, Narros y Altuna y que tuvo relación tan directa con el enciclopedismo francés de Volteire, Diderot y sobre todo Rousseau con su deseo de venirse a Azkoitia”.
Las Juntas Generales de Gipuzkoa y el alcalde de San Sebastián, finalmente, manifestaron su intención de declararse unilateralmente independientes de España y Francia, sacando el siguiente comunicado de cuatro puntos:
1.     Respeto del culto religioso Católico.
2.     Guardar los Fueros, buenos usos y costumbres.
3.   Declarar Gipuzkoa independiente como lo fue antes de 1200 (año de la invasión castellana de la Nabarra Occidental).
4.     No obligar a los gipuzkoanos a tomar armas en la presente guerra.
Francia no aceptó y detuvo a los emisarios de las Juntas, lo que dio lugar a una guerra abierta.
En el trasiego de la guerra, 4.000 vascos de Iparralde fueron deportados a Las Landas por complicidad con los gipuzkoanos, la mitad murió en el trayecto por el trato recibido o en los pantanos de Las Landas, infectados de insectos que provocaron numerosas enfermedades, al igual que había ocurrido poco antes en la Revolución francesa: “Los habitantes de las comunas infames de Sare, Itxassou y Ascain serán secuestrados de sus domicilios y conducidos a una distancia de al menos 20 leguas de las frontera. Esta medida, obligada por la perversidad de monstruos indignos de ser franceses, no afectará a los ciudadanos que, en las comunas señaladas, hayan dado pruebas constantes y auténticas de civismo y amor por la patria (francesa)”. En Baiona se impuso a todas las mujeres el llevar la nueva bandera tricolor francesa en los sombreros, los colores de París (frente a las flores de lis de los reyes Borbones y el escudo con cadenas de Nabarra de la anterior bandera real francesa).
Francia finalmente conquistó Gipuzkoa y llegó a la frontera bizkaina, Ondarroa y Ermua fueron devastadas por el ejército francés conocido como de la “Convención Nacional”.
La guerra, las heladas de 1794 y 1795, así como las epidemias, se calcula que provocaron la muerte de 20.000 ocupantes franceses. El ejército profesional español mandado a defender los diferentes territorios en los que había dividido el reino de Nabarra tras invadirla en diferentes años, huyó, dejando toda Bizkaia, incluido su puerto estratégico de Bilbao, en manos francesas, y se refugió en tierras españolas de Pancorbo (Burgos), antigua frontera Nabarra.
Pero poco después, la política francesa cambió tras la muerte de Robespierre, reconoció los deseos de las cuatro territorios nabarros de ser independientes, liberó a los presos nabarros, lanzó octavillas en francés y en euskera sobre la capital gipuzkoana (en Donostia-San Sebastián por aquel entonces no se hablaba castellano, sólo euskera y gascón) y estableció un Gobierno ejecutivo en Gipuzkoa con dos naturales de la provincia y un representante francés (el también vasco Larralde-Diustegi), con el pleno respeto a los Fueros, a los que ensalzaban por democráticos -cuando los acababan de suprimir en Iparralde-, y se postró una representación francesa ante el árbol de Gernika, símbolo de las libertades vascas. Bizkaia y Alaba prepararon un acuerdo parecido y sus capitales, Bilbao y Vitoria, capitularon sin lucha.
La provincia de Gipuzkoa proclamó: “El pueblo guipuzcoano es digno de asociarse a la brillante suerte de la República (francesa) y al acercarse vuestras falanges victoriosas proclamando de nuevo su independencia, que durante quinientos años supo defender contra insidiosas pretensiones de un astuto gobierno…Las bayonetas de los republicanos franceses sabrán ayudar los deseos de los republicanos guipuzcoanos para la independencia y defender su territorio de la invasión de nuestros enemigos comunes”. Los enemigos comunes eran los españoles, claro.
Alta Navarra por su parte no quiso entregar el cupo de soldados que les correspondía al ejército español que las solicitaba para luchar contra Francia y las tropas de los valles pirenaicos desertaron en masa al bando francés, negándose los 15.000 nabarros reclutados a la fuerza a luchar fuera de Alta Navarra, tal y como marcaban por otra parte los Fueros.
Finalmente se llegó a un acuerdo de paz entre los imperialistas españoles y franceses de la que quedaron excluidos los nabarros. La “Paz de Basilea” fue firmada en Madrid en 1795, en la misma, el primer ministro Godoy en nombre del Gobierno español,  ofreció a la representación francesa los territorios de Gipuzkoa y Bizkaia a cambio de recuperar las tierras ocupadas por Francia en la isla caribeña de Santo Domingo (hoy Haití), por ser estas tierras nabarras menos interesantes y más conflictivas. 
Antonio Mendizabal: “Al año, en Agosto de 1795 con M. Bartelemy por parte de París y Domingo Iriarte por parte de Madrid, se firmó la Paz en Basilea de Suiza por la que Gipuzkoa era devuelta a España a cambio de que España diera a Francia la isla de Santo Domingo como así se hizo. Como consecuencia todas la figuras dichas fueron procesadas.” 
Finalmente, el gobierno de París no aceptó el cambio que sí había aceptado la representación francesa en Basilea. Tras la Paz de Basilea, numerosos mandos gipuzkoanos fueron condenados a muerte por entregar San Sebastián y Gipuzkoa sin lucha, pese a que España había prometido no tomar represalias. Godoy pasará a ser apodado el “Príncipe de la Paz” por su negociación con Francia.
“La ocupación de San Sebastián no fue un hecho de armas. Varios politicastros guipuzcoanos se dejaron seducir por el general Adrien de Moncey, quien les prometió convertir la provincia en República independiente. Estos crédulos hombres...entregaron la ciudad a los franceses...” Manuel Godoy 
Godoy siguió en su intento de atacar los Fueros que tanto enfurecía al pueblo nabarro, así en junio de 1796 pidió un informe a su Corregidor en Bizkaia Juan Mariño de Barrera, el cual le comunicó que: “… Puedo asegurar a Vuestra Excelencia que nada he notado de nuevo con esta ocasión, que me persuada que el humor republicano se conserva y consiente en este País (vasco): …Nada contribuyen; no admiten tropa no siendo de tránsito y gozan de una igualdad absoluta, acaso mayor que la de los griegos y romanos en las épocas pasajeras del gobierno popular…Los naturales del Señorío aman mucho a su Patria, con exclusión de las demás provincias de España….”.
“No hay norma en el derecho internacional que prohíba la declaración de independencia", Corte Internacional de Justicia de la Haya, máxima instancia judicial de Naciones Unidas (ONU), julio del 2010.






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