Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 30 de julio de 2005

El Frontón en México

Este artículo fue publicado hace poco más de un año y nos llega cortesía de Vascos México:

Demetrio Sodi de la Tijera

Hablemos de frontón

Esta semana quiero pedir licencia a los lectores para no hablar de política como lo hago cada ocho días, y comentar el libro Hablemos de frontón, del periodista y aficionado a este deporte, Omar Cerecedo Uribe.

Hace unas semanas Omar se presentó en mi oficina y me invitó como comentarista a la presentación de su libro Hablemos de frontón el pasado martes 26 en el Centro Vasco. No lo dudé ni un instante, jugué jai-alai, cesta punta, durante más de 30 años, y ha sido el deporte que más me ha apasionado en mi vida. Desde que tenía 10 años fui con mis padres, y luego con amigos, cuando menos una vez por semana al Frontón México y cada vez que paso enfrente del monumento a la Revolución me da coraje que lo hayan cerrado y que, como en otras muchas cosas, por problemas políticos o intereses personales perdamos tradiciones y lugares de gran valor para nuestra ciudad.

El frontón, o más bien el juego de pelota en cancha cerrada, es sin lugar a dudas el deporte con mayor tradición histórica en nuestra nación. Prácticamente todas las culturas indígenas de nuestro país practicaban el juego de pelota, y en la mayoría de las zonas arqueológicas todavía podemos admirar las gradas y aros para ese juego religioso y militar.

Para los que no lo saben, el frontón, en sus modalidades de frontenis y mano, es el deporte que más títulos mundiales le ha dado a nuestro país. Según se menciona en el libro, en cada municipio del país hay cuando menos dos canchas de frontón y las ciudades tienen cuando menos cinco canchas de frontenis. El frontón se juega en todo el país, más en su modalidad de frontenis, y ha habido famosos frontonistas, campeones del mundo, originarios de Guadalajara, Ciudad Sahagún, Tepic y el Distrito Federal. La afición por el frontenis lo hace quizá, después del futbol, el deporte más practicado en todo el país y existen permanentemente torneos locales, estatales y nacionales.

Existía también en nuestro país una gran afición por el jai-alai, o cesta punta, que se ha ido perdiendo por problemas entre los pelotaris y la empresa y que ha llevado en varias ocasiones al cierre del frontón México. Actualmente el frontón está cerrado, y no hay ningún interés del gobierno por resolver el problema. La afición se mantiene en un nivel amateur y nuestro país sigue siendo uno de los mejores del mundo.

El frontón en general desata pasiones que no se ven en otros deportes, la entrega y la competencia mano a mano hacen a los pelotaris jugarse prácticamente la vida en las canchas. En el libro se incluyen crónicas, anécdotas, historias y entrevistas de famosos que fueron aficionados a deportes de la pelota vasca como Ernest Hemingway, Baby Ruth, Miguel de Unamuno, Walt Disney, Pancho Villa y Cantinflas. Algunos de ellos lo jugaron, otros se pararon en una cancha, y otros sólo fueron espectadores, pero en todos el frontón despertó la pasión.

En la entrevista con Hemingway, que se reproduce en el libro, a la pregunta de qué modalidad del frontón es la que más le gusta, Hemingway contesta: "Conozco pala, la mano, la cesta y el remonte pero la que más me atrae es la cesta punta". Hemingway jugó jai-alai, o más bien cesta punta, ya que jai-alai significa "fiesta alegre" entre los vascos. En México, la cesta punta es mejor conocida como jai-alai, y como frontón el resto de las modalidades. En el caso de Baby Ruth se comenta una crónica en la prensa de Cuba de esa época (1921), en donde El Bambino confiesa su predilección por el jai-alai sobre el beisbol. Por desgracia para la pelota vasca y para bien del beisbol, Baby Ruth se lastimó la espalda y abandonó para siempre el jai-alai.

La ciudad de México ha sido el centro de este deporte a nivel nacional, y especialmente los pueblos de Xochimilco, Tulyehualco y San Juan Ixtayopan han dado a nuestro país varios campeones y subcampeones mundiales y olímpicos en frontón a mano y trinquete. La afición a este deporte seguramente es resultado de la tradición indígena y la influencia española, y han dado al mundo varios de los mejores pelotaris. Es un juego durísimo y los partidos son prácticamente a muerte. Es un deporte olvidado por las autoridades, y a pesar de la gran afición que existe y el lugar preponderante que tiene México en el mundo, es un deporte olvidado por los medios de comunicación. Como comenta Omar Cerecedo, el problema no es la afición sino la difusión.

La presentación del libro estaba plagada de campeones mundiales que probablemente casi nadie conozca. Deportistas que han dado lo mejor de su vida por el país y que poco se les reconoce. Pelotaris, manistas y frontonistas que viven, muchos de ellos, en condiciones precarias y que nunca han recibido ayuda del gobierno. Es increíble cómo damos la espalda a un deporte tan nuestro y nos preocupemos tanto de impulsar otras disciplinas que tienen poco que ver con nuestra historia y tradiciones.

El libro es muy ameno e interesante pero me dejó un sabor amargo y de nostalgia al sentir que olvidamos cosas y tradiciones que son muy importantes para la ciudad y para la gente. La afición por el frontón no va a perderse pero con un poco de ayuda del gobierno y mayor difusión, podríamos generalizar la práctica de un deporte para el cual los mexicanos somos excepcionales.

A la hora de comentar el libro, y como el compromiso era "hablemos de frontón", recordé los frontones del Matador, Elorduy, Club France y México en los cuales jugué y cerraron por falta de recursos y apoyo del gobierno. Por fortuna el Elorduy acaba de reabrir, y ojalá que alguien se preocupe por reabrir el frontón México, que fue en su tiempo el sitio de jai-alai más importante del mundo.

No es posible que en México sigamos dando la espalda a aficiones tan profundas como las que existen en el frontón; que los frontonistas de Xochimilco y Tláhuac sean ignorados por el gobierno y los medios; que no aprovechemos esa tradición para traer cada año varios campeonatos mundiales. No es posible que siga cerrado el frontón México y a nadie le importe. No es posible que la plaza de la Revolución sea un estacionamiento y un monumento abandonado y no uno de los lugares con mayor actividad social, cultural y turística de la ciudad.

La lectura del libro me dio tristeza por ver cómo abandonamos prácticas, tradiciones y lugares que son parte de nuestra cultura e historia. Por ver cómo estamos perdiendo nuestra ciudad, su historia y sus tradiciones. La ciudad de México fue una de las más bellas del mundo y sin lugar a dudas el mejor lugar para vivir; hoy está abandonada, olvidada, y seguimos perdiendo todos los días monumentos, lugares, calles, avenidas, parques y bosques que son parte de nuestra historia y nuestra vida. Sólo un esfuerzo como el de los pelotaris y la gente de Tulyehualco y San Juan Ixtayopan permitiría que las tradiciones e historia de nuestra bella ciudad se mantengan.

Termino con la última frase de la entrevista a Hemingway, cuando le preguntan por quién doblan las campanas, él dice con tristeza: "Por el jai-alai". Yo agregaría: por la ciudad de México.

Senador de la República (PRD)
dsodi@senado.gob.mx

29 de julio de 2005



Esperemos que este artículo (en el que el autor erra solo una vez al mencionar que el frontón es atractivo por sus raíces indígenas y "españolas" cuando en realidad debiera decir "vascas") sirva para que la gente entienda la gran influencia que ha tenido la diáspora vasca en la historia y las tradiciones de México, algo que muchos vasco-mexicanos de hoy no logran captar lo cual se refleja en el Centro Vasco de la Ciudad de México, un castillo de la pureza etno-folklorista que poco o nada hace ni por los vascos ni por los mexicanos, ya no digamos por el entendimiento entre estos dos pueblos.





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