Hay un artículo de opinión muy interesante por parte de Miguel León-Portilla en la sección Opinión de La Jornada el día de hoy, aunque peque de españolista el autor al llamarle vascuence al euskera.
Más allá de ello, el texto expone las ventajas y desventajas que ha traído el castellano a aquellos que hablan un idioma diferente.
Recordemos que no hace mucho que cierto reyezuelo de pacotilla (sí, ese que le debe su presente estatus político a nadie mas que Adolf Hitler por conducto de Francisco Franco) encolerizó a más de uno cuando dijo que el castellano nunca había sido impuesto a nadie.
Aquí el escrito:
Pluralidad de lenguas: ¿problema o riqueza?
Miguel León-Portilla
En el tercer Congreso de la Lengua Española, celebrado recientemente en Rosario, Argentina, bajo el patrocinio de las academias de la Lengua Española y del Instituto Cervantes, se atendió también el tema de las lenguas que han convivido y hasta hoy conviven muy de cerca con la española. Se continuó así una tradición nacida en el primer congreso, reunido en Zacatecas, México, y reforzada en el segundo, en Valladolid, España.
Partiendo del reconocimiento de la existencia de esos idiomas, se planteó la cuestión referente a sus relaciones con el castellano. Ello abarcó las varias lenguas que se hablan en España: vascuence, catalán, valenciano y gallego, éste muy cercano al portugués. La mira se abrió paralelamente a los muchos idiomas indígenas hablados en los países hispanoamericanos.
Los participantes en un panel o mesa redonda, que tuve el honor de coordinar, fueron conocidos lingüistas de varias naciones hispanoamericanas y de España. Nuestras reflexiones y debates se concentraron en los siguientes temas: ¿cuál ha sido el pasado de esas leguas y cuáles son sus distintas situaciones en el presente? ¿Qué influencia ha ejercido el castellano sobre ellas y qué aportaciones ha recibido de las mismas? ¿Qué formas de actuación son recomendables ante la realidad insoslayable de una gran pluralidad de lenguas en el ámbito de los pueblos y países en los que el español es idioma mayoritario?
Sobre el pasado de las lenguas en cuestión se reconoció que éste ha sido muy diferente en el caso de los distintos idiomas. Se hizo notar que algunos, como el vascuence y muchos de los vernáculos del Nuevo Mundo, se hablaron antes que el castellano. Este, en su expansión, afectó inevitablemente a esas lenguas. Se admitió, en consecuencia, que los hablantes del castellano -nombrado ahora español- tienen una responsabilidad moral frente a los idiomas que en su penetración ha afectado esta lengua. En otras palabras se reconoció que los gobiernos, las entidades dedicadas al cultivo y preservación de la lengua española y la sociedad civil, deben tomar conciencia de la existencia de todos estos idiomas y asumir una postura frente a ellos.
Cuestión íntimamente relacionada con la anterior fue preguntarse si tal realidad constituye un problema o una riqueza. Se recordó que en el pasado ha habido gobernantes y otras entidades y personas que propugnaron por la imposición universal del español, tanto en el Nuevo Mundo como en España. Consecuencia de esto fue que las otras lenguas quedaran muchas veces confinadas a regiones de refugio. En México, para dar un ejemplo, el arzobispo Lorenzana, más tarde cardenal en Toledo, ordenó a su clero que se abstuviera de emplear las lenguas indígenas en los oficios religiosos porque era falta de respeto dirigirse a Dios en ellas. De España bastará con recordar la actitud de Franco y su gobierno frente al vascuence y el catalán.
Todos los participantes coincidimos en que tales posturas han sido aberrantes y violatorias de los derechos humanos. No hay razón que justifique la prohibición de hablar una lengua ni la imposición de otra. Todo idioma integra un sistema simbólico de expresión del pensamiento. Si bien ello se produce en gran variedad de formas, todas ponen en evidencia la enorme capacidad humana de enmarcar y significar la realidad. En resumen, no puede hablarse de lenguas más perfectas que otras. Todas disponen de los recursos que les son necesarios para nombrar al mundo.
Ante quienes en diversos tiempos han manifestado que la pluralidad lingüística entre los habitantes de un país es obstáculo para su integración, debe responderse que existen diversas formas que hacen posible la comunicación y colaboración entre quienes hablan idiomas diferentes. Un camino ha sido, desde tiempos antiguos, el empleo de una "lengua general" o lingua franca. En un tiempo ésta fue el griego, después el latín, hoy, nos guste o no, es el inglés. Es éste un idioma que llamaremos "ecuménico", y el español está en vías de serlo asimismo.
Ejemplo de mutua comprensión lo ofrece Suiza. En ella muchos de sus ciudadanos hablan más de una de las cuatro lenguas nacionales, alemán, francés, italiano y romanche. Conocer más de un idioma es riqueza invaluable. Puede decirse que da mayor agilidad al pensamiento que aprende a encauzarse de diversas formas a través de sistemas fonéticos distintos, con léxicos y estructuras lingüísticas diferentes.
El léxico de una lengua constituye el inventario de una cultura. Así, por ejemplo, muchos de los indígenas americanos poseen en sus lenguas vocablos que no tienen correspondencia en español, tales como los que designan especies vegetales propias y exclusivas de las regiones en que viven. Y si esos mismos indígenas son bilingües -y en un elevado porcentaje hoy lo son-, encuentran a su vez en el léxico del español palabras para referirse a objetos que antes eran desconocidos en el Nuevo Mundo. Atinadas palabras expresó el escritor náhuatl Natalio Hernández cuando declaró en el décimo primer Congreso de las Academias de la Lengua, que si su habla nativa es patrimonio indígena, "el español también es nuestro".
Por otra parte, las lenguas vernáculas del Nuevo Mundo han enriquecido el léxico del español. Entre los muchos vocablos indígenas, hoy de uso universal entre los hispanoparlantes, se hallan: cancha, puma, jaguar, quina, coca, caimán, canoa, tiburón, hamaca, carey, cacique, barbacoa, maíz, bejuco, caoba, manglar, huracán, chaquiras, papas o patatas, mandioca, cacao, chocolate, tomate, hule, tiza, cacahuate, chicle, papaya, aguacate, tequila, petaca, petate, y centenares más. Además, el estudio de la gran variedad de rasgos y elementos propios de estas lenguas ha contribuido al enriquecimiento de la lingüística universal.
Tras reconocer esto, los participantes en la mesa redonda nos abocamos al tema de las formas de actuación recomendables ante la realidad de su pluralidad lingüística. En dos puntos principales coincidimos. Uno fue en la necesidad de diseñar cuidadosamente los programas y métodos de educación bilingüe, de suerte que todos puedan acceder al conocimiento de la que es, hoy por hoy, lingua franca o general en nuestros países, e incluso en algún otro como en Estados Unidos, donde hay cerca de 40 millones de personas que tienen al español como lengua materna.
El propósito de esa educación bilingüe debe abarcar además el fortalecimiento de las lenguas nativas, hacer posible su conocimiento gramatical y fomentar la creación literaria en ellas. Las literaturas que en esos idiomas existen constituyen otros tantos capítulos en el conjunto de las creaciones literarias de sus respectivos países. Así las literaturas en catalán, valenciano, vascuence y gallego enriquecen a la literatura de España, y las que hay en lenguas indígenas a las de los países hispanoamericanos. Y es verdad que hay obras maestras en estos idiomas. Además de los tesoros literarios en las otras lenguas de España, cabe mencionar al menos al Popol Vuh, Libro del pueblo, en maya quiché, los Libros de los Chilam Balam de Yucatán y la rica poesía en náhuatl de México. En suma, estas literaturas, antiguas y modernas, enriquecen a la literatura de los pueblos hispanohablantes.
El otro punto de coincidencia fue lograr en todos nuestros países el reconocimiento a nivel constitucional y en los diversos ordenamientos jurídicos de la existencia de las otras lenguas. Estas son y deben tenerse como nacionales: vascuence, catalán, valenciano y gallego, en España, y todas las indígenas del Nuevo Mundo en los ámbitos en que se hablan. Complemento de estos reconocimientos debe ser promover entre las poblaciones mayoritarias respeto y aprecio por las lenguas y culturas diferentes. Hacer ver cómo, al igual que la biodiversidad en la flora y la fauna, también la diversidad lingüística y cultural son riqueza de inmenso valor. Frente a las embestidas de una rampante globalización cultural, que parecería dirigida a homogeneizar a la humanidad, el mejor baluarte lo ofrece la realidad viviente de las diferencias lingüísticas y culturales.
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