Este relato nos llega gracias a los amigos de Asociación Diáspora Vasca:
El vasco Berrueta es un jubilado, de muy modesta condición. Fue chofer en la administración pública de la provincia de La Pampa. Vive hoy muy pobremente en la ciudad de Santa Rosa. Es un vecino conocido y apreciado en su barrio. Antes de ayer, miércoles, los hijos pequeños de un vecino suyo, jugando con fuego provocaron un incendio en la casa. Las llamas sitiaron a sus padres en el dormitorio, que no podían acudir para ayudar a los pequeños, que comenzaban a sufrir los efectos del humo.
Los gritos atrajeron al vasco Berrueta, que se encontró con la casa completamente enrejada, como casi todas las de nuestra ciudad, por el problema de los robos. A través de la reja de la ventana del dormitorio, la mujer, semidesfalleciente, le alcanzó las llaves de la puerta de calle. Le dijo que su marido ya estaba desmayado, por la cantidad de humo que había tragado. El vasco ingresó y se zambulló en medio de la humareda.
Ingresó como pudo al dormitorio y sacó el cuerpo del hombre hasta la calle. Volvió a entrar y cubrió a la mujer para sacarla. Después ingresó de nuevo y al tanteo, pues casi ni se veía por la humareda, encontró el cuerpo de un niño. Lo sacó hacia la entrada. Otra vez ingresó a la casa, ya al limite de las posibilidades, y encontró al otro niño, y salió con él. El vasco contemplaba con desesperación el cuadro, mientras comenzaban a acercarse los primeros vecinos, que lo encontraron haciéndo respiración boca a boca a los niños, con los ojos llorosos de humo y desesperación.
Una hora después, los medios que llegaron al lugar, lo acosaban a preguntas. Le preguntaron cómo les había hecho la respiración boca a boca. El vasco les contestó:
–Yo no sé nada de respiración boca a boca y esas cosas. Yo... los besaba.
Esto pasó hace un par de días en Santa Rosa. Cuando me lo contaba un amigo, se me estranguló la garganta. Me imaginé que a esos chiquitos, que por suerte se recuperaron, los salvó el amor de alguien que los besaba desesperadamente, porque era todo lo que el sabía y podía hacer. El padre aún está en terapia intensiva, esperemos que salga de su difícil situación. Visitaré a este Berrueta, a quien no conozco, para llevarle el saludo de Diáspora Vasca y agradecerle que nos haya hecho quedar bien.
Gero arte.
Daniel C. Bilbao
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