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lunes, 16 de junio de 2003

Roitman | La Política de los Corruptos

En su artículo de opinión publicado en La Jornada el analista Marcos Roitman hace cera y pabilo de la casta política borbónico franquista. Sí, esa misma casta política a la que Washington y Bruselas arroparon al declarar a Batasuna como organización terrorista.

Como se dice popularmente, en el pecado llevan la penitencia.

Disfruten la lectura:


La política de los corruptos: España hoy

Marcos Roitman Rosenmann

Sin ningún rubor y dando por buena la práctica del soborno y el cohecho en la batalla política, la ex ministra de Cultura y Educación, asimismo ex presidenta del Senado y candidata por el Partido Popular a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre declaró: "la devolución del acta por parte de los dos diputados socialistas siempre estaría bajo sospecha de que el PSOE ha pagado más". Desliz que pone al descubierto un tipo de actuación considerada posible y desde luego aceptada por los dirigentes del Partido Popular (PP) para alterar resultados adversos en las urnas: la compra del escaño. Este es el caso de la Comunidad de Madrid, donde dos diputados electos en las listas del PSOE han desertado, favoreciendo la probable elección de Aguirre como presidenta de la comunidad o en su caso provocando la convocatoria de elecciones anticipadas. Se trata de evitar que la coalición entre el PSOE e Izquierda Unida asuma el gobierno de la comunidad. Por ello, la susodicha descarta la entrega de las actas de diputado al PSOE para que corra la lista, ello desbarata su traición. Nadie se ha percatado de este traspié que evidencia la participación del PP en la maquinación para alterar el resultado de las urnas.

Parece ser que la compraventa de voluntades está inmersa en la lógica de una economía monetaria. Mientras la posesión de riquezas en forma de dinero actúa como un excedente de poder, honor, estatus y privilegio, la posibilidad de corrupción es inherente a un orden social, cuya medida del éxito es la cantidad de millones de euros, dólares o libras esterlinas que se puedan llegar a tener. La riqueza es la medida de todas las cosas. La pobreza, en cambio, es carencia de virtud. Crecer y acumular. La visión de un mundo donde se nace para tener dinero altera la naturaleza de la condición humana. La degradación en las convicciones y en los valores éticos se proyecta en la vida cotidiana hasta convertirse en una práctica corriente. El sueño de no pocos es que algún día alguien con dinero ofrezca una buena suma del mismo por realizar alguna locura: "le ofrezco X por romper su coche", "otro tanto por dejarse violar" y "un poco más por quitarse un riñón". Todo en el marco de unas relaciones contractuales acordes con la lógica de mercado. Bien es cierto que no es necesario esperar al advenimiento del capitalismo para que este tipo de corrosión del carácter se manifieste. Las traiciones motivadas por la codicia y el afán de enriquecimiento son parte de una larga historia presente en todas las sociedades humanas. Sin embargo, lo que diferencia unas etapas históricas de otras es el grado de regularidad con que emergen. Es decir, cuando estas actitudes se enquistan, llegando a formar parte de las estructuras formales del poder. El tráfico de influencias, la información privilegiada, el blanqueo de dinero, o lo que es lo mismo: la degeneración del sistema financiero, la financiación ilegal de los partidos políticos y, sobre todo, el soborno trasnacional, lo que el fiscal anticorrupción de España, Carlos Castresana, coautor intelectual de las acusaciones contra las dictaduras militares de Chile y Argentina por crímenes de lesa humanidad, llama nueva corrupción. "El perfil de la nueva corrupción es el de la absoluta confusión entre lo público y lo privado. España es un buen ejemplo. En los años recientes asistimos al permanente transvase de personas y de intereses entre lo público y lo privado, y viceversa. También, a veces, simultaneando ambas cuestiones. Hemos visto la presencia de un ministro de Fomento en el Consejo de Ministros, que después de autorizar la fusión de dos grupos internacionales de grandes superficies comerciales pasa en el siguiente cambio de ministros a presidir la empresa fusionada. Hemos visto, también, a personas que han ocupado relevantes cargos en la empresa privada, que después han pasado al ministerio correspondiente para seguir gestionando los mismos intereses, ahora desde el área de la esfera pública. Ya no se trata de personas que acceden sin una previa fortuna personal para intentar abrirse un camino o labrarse un porvenir desde el cargo público, sino son personas que ya tienen un patrimonio antes de acceder al cargo público y cuando acceden a él no hacen otra cosa que favorecerlo".

Estamos ya en el meollo de la situación. Los empresarios se han adueñado de la acción política, introduciendo todas sus triquiñuelas y malas artes en la consecución de sus fines. La corrupción institucional, aquella que compromete la honestidad del cargo público y que trae aparejado un descrédito de las llamadas democracias occidentales, se extiende al transformarse la política en actividad de mercado. Ya no se busca obtener un trato de favor mientras se ejerce como presidente de gobierno o monarca. Los regalos en especie se siguen otorgando. Felipe González es un buen conocedor de ello y Aznar tampoco desmerece. La corona está igualmente comprometida. Pero éste es un viaje de ida y vuelta. Tanto monta, monta tanto. No todo tiene precio, salvo aquellos que se lo colocan a sí mismos o esperan que otros los tasen. Cuando se está acostumbrado a esta dinámica, cualquier cosa se transforma en un tráfico de influencias. Hoy por ti, mañana por mí.

Hoy se puede alterar un resultado de elecciones bajo la compra de diputados, cuando los intereses inmobiliarios en Madrid se ven afectados por un gobierno cuyo posible presidente, Rafael Simancas, declara que pondrá coto a la especulación inmobiliaria cambiando la ley del suelo y cuestionando el plan urbanístico de su predecesor Alberto Ruiz Gallardón. Plan conocido como Operación Chamartín. Tras estas declaraciones, el conocido clan del ladrillo, por su relación con la construcción, donde participan los bancos Santander Central Hispano, BBVA, además de los empresarios ligados al vicepresidente Rodrigo Rato y al grupo de eléctricas Martín Villa, acompañados por presidentes de equipos de futbol con intereses en la operación, se ponen en movimiento para evitar a toda costa el nombramiento de Simancas. El golpe de Estado se fragua y consiguen su objetivo. No importan las instituciones ni menos las elecciones. Si ganan quienes no deben hacerlo, hay que corregir el rumbo y convocar a nuevas elecciones para que en esta ocasión todo esté atado y bien atado. Mientras tanto, Aznar y sus amigos empresarios cobran también en especie su apoyo a la invasión de Irak, concediendo Estados Unidos a las empresas Repsol y CEPSA contratos para comercializar 2 millones de barriles de petróleo. Migajas, si tomamos en cuenta que el más reciente contrato de Repsol con Saddam Hussein era de 5 millones.

En definitiva, la corrupción se ha vuelto moneda de cambio en las llamadas sociedades occidentales, controladas por empresarios, banqueros y comerciantes. La acción política está inmersa en la lógica del mercado que, como todos sabemos, consiste en matar y aniquilar totalmente al otro, en este caso "el competidor". En esta guerra no hay reglas, todo vale con tal de tener el control monopólico del poder y el mercado. Rescatar la política y activar la democracia es el objetivo. Con el ejemplo de España, sabemos por dónde no ir. 




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