Mientras que Madrid continúa machacando al colectivo de presos políticos vascos, dificultando así al máximo su proceso de reinserción, se revela el lamentable papel jugado por los jelkides a lo largo de todo el DDR de ETA, lo que pone su manifiesto su posicionamiento con respecto al proceso de paz auspiciado por el propio pueblo vasco.
Lean lo que nos informa Naiz:
Los Artesanos revelan actas del desarme frente a las «distorsiones y falsedades» de Lakua
El Ejecutivo Urkullu cuestionó con insistencia el diseño del desarme finalmente acordado por Artesanos de la Paz y Gobierno francés, maniobró vía presiones y filtraciones y mostró más confianza en el Gobierno del PP que en los activistas vascos. Es lo que se desprende de las actas hoy reveladas.
Ramon SolaSiete años después del desarme de ETA, una rueda de prensa convocada por Bake Bidea ha destapado este lunes las actas de las reuniones de los Artesanos de la Paz con el Gobierno de Iñigo Urkullu con el objetivo de «aclarar» cómo se produjo, desmontar las «falsedades» y reivindicar su labor. Detallan obstrucciones y desconfianzas y señalan al entonces lehendakari y a Jonan Fernández.
El paso ha sido dado por Txetx Etxeberri en una comparecencia en Baiona, en la que se ha revelado el contenido de hasta diez reuniones entre los Artesanos y la representación de Lakua en torno al 8 de abril de 2017, fecha en que se produjo el desarme de ETA complementado con la jornada de adhesión social de Baiona. Los artífices de aquel paso histórico rompen así el silencio mantenido desde que en 2019 Lakua hizo público un documento oficial que «nos dolió porque distorsiona los principios políticos y éticos de nuestro compromiso» y además «contiene falsedades hirientes». En aquellos diez contactos, Etxeberri representó a los Artesanos de la Paz junto a Mixel Berhocoirigoin.
Matizan que no lo han hecho antes por varias circunstancias: la voluntad de no replicar «en caliente», los fallecimientos de tres de los Artesanos (Mixel Bergouignan, Michel Tubiana y Mixel Berhocoirigoin) y el juicio este año a otros dos (el propio Etxeberri y Beatrice Molle-Haran, que también ha estado presente en la comparecencia de hoy).
Llegado el momento propicio para esclarecer las cosas, reprochan al relato de Lakua que incurra en «una reescritura falsa e interesada» de varios aspectos y momentos de aquel proceso. En primer lugar, sobre los hechos de Luhuso que el documento de Urkullu define como «fracaso». Frente a este relato, los Artesanos sostienen que aquel intento incipiente «desbloqueó inequívocamente la situación e hizo cambiar la actitud de los gobiernos francés y español», como muestra el mensaje del entonces ministro de Interior, Bruno Le Roux, apenas dos meses después a través de la senadora Frédérique Espagnac, «comunicando que su gobierno había decidido permitir el desarme».
Gobierno español y Gobierno francés
En paralelo, Etxeberri desmiente que Lakua tuviera relación con el Gobierno francés y pone como prueba una entrevista de ‘Sud-Ouest’ al primer ministro Bernard Cazeneuve, en la que este elogia el trabajo de José Bové o François Dufur, intermediarios de los Artesanos, y subraya que «yo confiaba en ellos, que me aseguraban que la totalidad del armamento sería restituida».
En aquellos meses, siguen los Artesanos, el equipo de Urkullu insistió en la tesis de que el Ejecutivo francés no facilitaría el desarme. Llegado el 8 de abril, sin embargo, ocurrió lo que habían predicho los activistas por la paz y no lo que sugería Lakua: no hubo detenciones, ni enfrentamientos con la Policía, ni la operación fracasó.
«Aunque pueda parecer sorprendente, tuvimos una relación mucho más sencilla y constructiva con el Gobierno francés que con el Gobierno Vasco», dicen. Y recuerdan en este punto que el ministro Matthias Fekl y el prefecto Eric Morvan acudieron a París en abril pasado para testificar en favor de Molle-Haran y Etxeberri mientras que Lakua «no envió ningún mensaje de apoyo o simpatía».
También en la relación con el Gobierno español hubo discrepancias entre estas dos partes. Los Artesanos detallan cómo Lakua contactó con el Ejecutivo Rajoy para trasladarle detalles de lo que iba a ocurrir el 8 de abril, delatando cierta obsesión en intentar mover su posición, cuando se sabía absolutamente contraria a facilitar el desarme. «A fin de cuentas, parece que el Gobierno Vasco creyó más al Gobierno español del PP que a sus interlocutores de los Artesanos de la Paz», lamentan. Se produjeron asimismo filtraciones a la prensa que se atribuyen al Ejecutivo de Gasteiz.
En el momento final previo al desarme del 8 de abril de 2017, Lakua trasladó tres demandas de calado: adelantar ocho días el acontecimiento, supuestamente para limitar el tiempo de presión mediática y política una vez que la fecha se había anunciado; eliminar la presencia de observadores, que los Artesanos veían necesaria para evitar un «esquema de vencedores-vencidos»; y desligar la entrega de las armas de la concentración de Baiona, en un intento aparente de invisibilizar la imagen del apoyo ciudadano. Los Artesanos rechazaron las tres.
«Mentiras inaceptables»
Dentro de lo que ya tildan como «mentiras inaceptables» de la versión registrada por Urkullu en 2019, los Artesanos citan la afirmación de que inicialmente el 8 de abril se planteaba como una manifestación festiva: «Nunca se sopesó algo así. Siempre contemplamos, y así lo manifestamos, una movilización social digna y respetuosa hacia las víctimas y los sufrimientos de cada bando». También niegan tajantemente que en Luhuso pretendieran inicialmente destruir o lavar las armas: «En ningún momento».
Profundizando en este extremo, la versión de Lakua quiso remarcar que su participación se atuvo siempre «a la legalidad». Los Artesanos precisan que había un punto en que ello era imposible: parte del arsenal estaba en viviendas, lo que abocaba a que sus ocupantes fueran detenidos si se facilitaba la localización a las autoridades. Los activistas eran «muy conscientes de ello, pero no nos resignamos, porque preferíamos un desarme que no se atuviese completamente a la legalidad, a que no hubiera ningún desarme». En coherencia con ello, decidieron recuperar ellos mismos ese armamento y llevarlo a lugares cuya localización sí pudiera ser transmitida a los jueces sin consecuencias.
Los Artesanos concluyen de todo esto que Lakua pretende «atribuirse un rol y una aportación que no tuvo en el éxito de este proceso». E insisten en que el desarme llegó a buen término contra la impresión del Gobierno Urkullu de que se trataba de un plan «poco realista, irresponsable y abocado al fracaso».
Etchegaray en su defensa
Uno de los episodios más curiosos y significativos de todo este proceso es la reunión celebrada en Arkauti entre los tres lehendakaris vascos el 6 de abril, a solo dos días de la jornada trascendental de Baiona.
Siempre según el relato de los Artesanos, en ella el secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, presenta un documento para que sea firmado por Uxue Barkos y Jean-René Etchegaray además de Iñigo Urkullu. Y Etchegaray muestra su estupefacción al ver que no aparecer una sola mención a los Artesanos de la Paz.
Se sientan a hablar a las 20.00 y en cuatro horas no se llega a un consenso, por lo que las negociaciones continúan el día 7. Finalmente, Lakua acepta incluir una mención muy vaga a «la implicación de la sociedad en su contribución a este fin». Para más inri, los Artesanos denuncian que en el documento de balance de 2019 se incluiría la versión inicial y no la final; es decir, la que no aceptó el presidente de la Mancomunidad Vasca.
En la reunión previa entre ambas partes del 22 de marzo, ya se constata una «fuerte tensión» puesto que el representante de Lakua –al que no se identifica– expone que los Artesanos «están organizando una verdadera farsa. Están desconectados de la realidad y les guía una ideología activista, una obsesión por la participación (ciudadana)».
En esta escalada de tensión, presiones e incluso amenazas de retirada de su implicación por parte de Lakua, en una nueva reunión entre ambas partes, el 30 de marzo, el representante del Gobierno espeta a los Artesanos: «¡Vais hacia el precipicio y el fracaso de toda la operación!». Y prosigue: «Os lo hemos dicho desde el principio. Lo que va a hacer el PP [en alusión a un acto convocado por la derecha española en Gasteiz contra el de Baiona] es una de las consecuencias de lo que vais a hacer y de vuestra estrategia comunicativa (…) El Gobierno Vasco no estará presente el 8 de abril». El Ejecutivo Urkullu considera que esa jornada «lavará la imagen de ETA».
Las desavenencias continúan incluso tras el desarme. En una décima y última reunión del 12 de mayo de 2017, un mes después, para hacer balance del proceso, Lakua no solo elude reconocer el éxito, sino que acusa a los Artesanos de tratar de imponer «un relato» en este sentido.
Pese a ello, los hechos son los que son, apuntan los artífices representados este lunes por Etxeberri: «El desarme pudo llevarse a cabo, de manera total, ordenada y segura. No se instaló ningún control policial en las carreteras de Iparralde en la mañana del 8 de abril. No hubo detenciones ni incidentes ni citaciones a la Policía o la Justicia en días posteriores. El canal de comunicación organizado entre los Artesanos de la Paz y París funcionó perfectamente y ambas partes cumplieron todos los compromisos asumidos, lo que permitió trabajar en nuevos avances».
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